Hoy nos despertamos con la noticia de la muerte de Bin Laden, después de un fin de semana lleno de acontecimientos “importantes”, tales como una boda en Inglaterra, la ilegalización de un grupo político en España y la beatificación de un papa en Italia. Sin embargo, cada vez que pasan este tipo de cosas, mi reacción natural es la de creer que algo más serio está pasando detrás de bambalinas y que las noticias supuestamente “interesantes” no son más que una cortina de humo para impedirnos ver la realidad.
Si, se ha dado de baja a Bin Laden: ¿y qué? Se ha casado un príncipe: ¿y qué? Se ha beatificado a un señor muerto hace 6 años: ¿y qué? Se ha ilegalizado una formación política: ¿y qué? Los problemas más acuciantes de la gente siguen tal cual: desempleo, desesperanza, intranquilidad, falta de alternativas, enfermedades cada vez más frecuentes, intolerancia, miedo en grandes cantidades… Ninguno de estos hechos cambian las cosas de manera relevante. Simplemente nos distraen más y más de la verdadera realidad: una sociedad cada vez más decadente e inhumana, con abismos de desigualdad que crecen cada día, y en la que los individuos no pueden soñar con una vida mejor porque el hambre y el miedo lo impide.
¿Vamos a seguir distraídos, pensando que lo que pasa a miles de kilómetros es la clave para solucionar los problemas que tenemos aquí y ahora?