Contradicciones

Resulta curioso ver cómo vamos por la vida alardeando, implícita o explícitamente de una seguridad que no tenemos, supuestamente “haciendo lo que hay que hacer”, siguiendo guiones caducos que no nos hemos tomado la molestia de examinar ni cuestionar con cuidado para ver si nos aplican, sino que mas bien repetimos sin pensar, tal como nos han enseñado a hacer desde casa o la escuela.

Y cuando ocurre algo que nos trae de regreso a la vida real, nos percatamos que hemos estado obedeciendo órdenes que no sabemos muy bien de donde vienen ni para que sirven, pero que si nos han dejado con un muy mal sabor de boca porque al final nos hemos dado cuenta que no sirven para absolutamente nada en el peor de los casos, o sólo parcialmente en el mejor.

Pero claro, es que eso de objetar la supuesta realidad en la que vivimos es muy cansado. Teniendo tantas entretenciones y distracciones que ocupan nuestro tiempo, lo más fácil es simplemente ir cayendo en contradicciones infinitas, buscando en internet la opinión de gente que no conocemos y de la que no sabemos absolutamente nada, creyendo en el establecimiento que una y otra vez nos ha dejado patidifusos y pluscuamperfectos, sin darnos ningún tipo de salida decorosa o viable, pensando “como no hay más y esto es lo que siempre se ha hecho…”para salir del paso.

Nos hemos vuelto perezosos, indolentes, débiles y cobardes. Hemos tragado sin chistar todo aquello que nos han venido contando desde tiempo inmemorial y aceptamos nuestro supuesto destino con una resignación y credulidad que rayan en la más absoluta estupidez. Y para añadir más leña al fuego, somos unos consumados maestros en el dudoso arte de juzgar a quienes vemos que hacen esto mismo y no tenemos los arrestos para reconocer que también nosotros, si, nosotros los “justicieros” y “hacedores del bien, poseedores de la razón absoluta y final” somos los peores exponentes de la situación.

Eso si, como decimos aquí, cuando la vida nos “pega un susto” de la naturaleza que sea, salimos corriendo despavoridos como pollos sin cabeza a buscar cualquier tipo de remedio o solución, venga de donde venga, porque no somos capaces de conservar un mínimo de coherencia en nuestras acciones, esto es, dedicar la mayor parte del tiempo a cuidar y preservar lo realmente importante para evitar este tipo de sobresaltos mayores. Pero claro, como esto no “viste”, no “vende” o no lo podemos mostrar en las redes sociales, pues es lo primero que se sacrifica en aras de la tan manida “aceptación social”.

A tenor de todo esto, me pregunto: tendrían los hombres y mujeres de las cavernas algún atisbo de preocupación por el número de “Me gusta” del día? O en la edad media o la época feudal de Japón, habría un interés creciente de la gente por tener muchos más “seguidores” que estuvieran pendientes de sus más recientes y normalmente, irrelevantes actividades y observaciones?

Y saben que es lo que es más lamentable? Que se termina desarrollando una adicción enfermiza por las potenciales soluciones a aquello que nos aqueje, sin pararnos a pensar en las consecuencias de las consecuencias, porque hay que “resolver” a como dé lugar…

En fin. La naturaleza humana nunca cesa de sorprenderme. Sin embargo, y tomando prestada la frase de tal vez la única persona medianamente cercana que practica un mínimo de coherencia: “Es difícil mantenerse en el camino fácil”. Que cada uno saque sus propias conclusiones…

FBC

Una vez más, la vida nos muestra que todo funciona hasta que deja de hacerlo.  Las mentiras que creímos alguna vez, por la razón que sea, dejan de tener sentido cuando la base que las sostiene desaparece bajo el peso de su propia estupidez.

“La existencia es aquello que hacemos de ella”, una frase que suena bien hasta que de repente nos percatamos de que a la existencia le importa bien poco lo que pensemos, hagamos o digamos. El sol sale cada día, con o sin nosotros para presenciarlo.

La pregunta es: Nos gusta ser controlados? Es posible, ya que la tarea de hacernos cargo de nuestra propia vida es bastante pesada y tediosa, y qué mejor que alguien más decida por nosotros? Una decisión peligrosa, sobre todo cuando vemos que quienes toman las decisiones no están pensando en el mejor interés de la mayoría…

Habrá alguna agenda oculta? Algún plan oscuro del que no tenemos idea? Es todo una fantasía? Nos resistimos a la evidencia? Y si dejáramos las creencias de lado para ver que simplemente pasa lo que pasa, sin ningún tipo de color o sabor? Nah, dirán muchos, es demasiado aburrido, hay que ponerle drama y seguirnos distrayendo! Al fin y al cabo, es lo que mejor hacemos, no?

Ashtray Maze

Un experimento social a gran escala llevado a cabo sin que la gente se de cuenta. Una gran cantidad de tiempo libre a nuestra disposición de un momento a otro, con el cual no sabemos muy bien que hacer. Confusión e incertidumbre. Y nuevamente, queramos o no, volvemos al concepto básico de vivir un dia a la vez.

Predicciones, vaticinios, augurios. Todos se cumplen cuando ya ha ocurrido lo imprevisible. Los “expertos” claman tener razón cuando en realidad, como siempre, nadie sabe absolutamente nada y vamos resolviendo la vida “de oído”.

La situación saca de cada uno su verdadera naturaleza y demuestra una vez más lo fragiles que son los cimientos sobre los que construimos la historia de lo que pasa. Quedan en evidencia (otra vez) las banalidades más extremas a las que hemos dado una importancia descomunal.

Tener que comer, un techo sobre la cabeza, ropa de abrigo y agua limpia. A eso se limita la existencia, a pesar de todo lo que puedan decir quienes propugnan por vidas “plenas” o “satisfactorias” (otra vez, eufemismos para el consumismo desaforado e innecesario).

Al final, el laberinto sigue cambiando a medida que lo recorremos, y aún así la experiencia es increible, aunque aterradora la mayor parte del tiempo. Veremos que ocurre mañana…

“That was awesome!”. Director Jesse Faden

Figuring Forward in an Uncertain Universe

En estos tiempos inciertos (aunque, si lo pensamos con algo de atención, hemos tenido tiempos de certidumbre alguna vez?), es bueno recordar la verdadera dimensión de la realidad en la que vivimos, sin entrar en pánicos o paranoias innecesarias. En su libro “Figuring”, Maria Popova explora, una vez más, el concepto de la mortalidad y el poner las cosas en su sitio, por decirlo de alguna forma. Disfruten!


Meanwhile, someplace in the world, somebody is making love and another a poem. Elsewhere in the universe, a star manyfold the mass of our third-rate sun is living out its final moments in a wild spin before collapsing into a black hole, its exhale bending spacetime itself into a well of nothingness that can swallow every atom that ever touched us and every datum we ever produced, every poem and statue and symphony we’ve ever known — an entropic spectacle insentient to questions of blame and mercy, devoid of why.

In four billion years, our own star will follow its fate, collapsing into a white dwarf. We exist only by chance, after all. The Voyager will still be sailing into the interstellar shorelessness on the wings of the “heavenly breezes” Kepler had once imagined, carrying Beethoven on a golden disc crafted by a symphonic civilization that long ago made love and war and mathematics on a distant blue dot.

But until that day comes, nothing once created ever fully leaves us. Seeds are planted and come abloom generations, centuries, civilizations later, migrating across coteries and countries and continents. Meanwhile, people live and people die — in peace as war rages on, in poverty and disrepute as latent fame awaits, with much that never meets its more, in shipwrecked love.

I will die.

You will die.

The atoms that huddled for a cosmic blink around the shadow of a self will return to the seas that made us.

What will survive of us are shoreless seeds and stardust.


Mientras tanto, en algún lugar del mundo, alguien está haciendo el amor y alguien más escribe un poema. En otras partes del universo, una estrella de varias veces la masa de nuestro sol de tercera categoría está viviendo sus momentos finales en un giro salvaje antes de colapsar en un agujero negro, su exhalación dobla el espacio-tiempo en un pozo de la nada que puede tragar cada átomo que jamás haya existido y que nos haya tocado y cada dato que produjimos, cada poema, estatua y sinfonía que hemos conocido, un espectáculo entrópico insensible a las preguntas de culpa y misericordia, sin un por qué.

En cuatro mil millones de años, nuestra propia estrella seguirá su destino, colapsándose en una enana blanca. Existimos solo por casualidad, después de todo. El Voyager seguirá navegando hacia la vacío interestelar en las alas de las “brisas celestiales” que Kepler había imaginado alguna vez, llevando a Beethoven en un disco dorado creado por una civilización sinfónica que hace mucho tiempo hizo el amor, la guerra y las matemáticas en un distante punto azul.

Pero hasta que llegue ese día, nada de lo que alguna vez fue creado nos deja completamente. Las semillas se plantan y florecen generaciones, siglos o civilizaciones más tarde, migrando a través de camarillas, países y continentes. Mientras tanto, la gente vive y muere, en paz mientras la guerra continúa, en la pobreza y el descrédito mientras la fama latente espera, con muchas cosas que nunca encuentran su más, en el amor naufragado.

Yo Moriré.

Tu Morirás.

Los átomos que se acurrucaron para un parpadeo cósmico alrededor de la sombra de un ser volverán a los mares de donde surgimos.

Lo que sobrevivirá de nosotros son semillas sin tierra y polvo de estrellas.

La razón o la vida

Tarde tranquila de domingo paseando por la ciudad. Entramos a un aparcamiento con la precaución que la maniobra amerita. Vemos un niño que quiere cruzar la entrada del lugar y que al ver nuestro auto, prudentemente se detiene. Su mamá, a lo lejos le grita: “Pasa, pasa!” sin percatarse, creemos, que estamos entrando. Al final, el niño cruza después de haber entrado nosotros al sitio.

Cuando estamos aparcando, se acerca un hombre que nos dice en tono de reprimenda: “Tengan cuidado! Había un niño cruzando! Hay que bajar la velocidad cuando hay niños en la via!”. Yo lo miro con curiosidad y simplemente asiento sin decir palabra. El hombre se aleja, satisfecho, creo, de haber cumplido, según su criterio, con su deber de padre responsable.

La lógica más elemental dice que cuando estamos en un estacionamiento, hay que extremar las precauciones y no dejar niños pequeños sin supervisión porque circulan muchos vehículos entrando y saliendo. El buen señor que nos reprendió no tomó a su hijo de la mano, en previsión de males mayores y su mamá, creyendo que sabía más que el pequeño, le animó a cruzar, ignorando el buen juicio de la criatura, que le permitió ver que había un peligro en su camino, deteniéndose por un instinto elemental de supervivencia.

Conclusión: No hubo ningún incidente que lamentar, cada uno siguió su camino, y los padres del niño se fueron creyendo que por haber conservado la razón son mejores personas y arriesgando, quiero pensar que sin saberlo y de manera no deliberada, la vida de su hijo para conseguir una dudosa “victoria” moral.

La parte cómica del asunto se quedó en que el abnegado padre de familia buscó pelea donde no la había y se encontró con un silencio vacío de contenido y un gesto de asentimiento que le dio a entender, sin violencia ni segundas intenciones, que su mensaje había sido recibido. Su intento de tranquilizar su conciencia por un error que pudo haber tenido graves consecuencias, quedó, para bien o para mal, algo frustrado…

No puedes tenerlo todo

Emily Levine – Maria Popova – BrainPickings

Un poema de Emily Levine, poetisa, comediante y filósofa recientemente fallecida, sobre la riqueza de la vida, aún con las limitaciones que en ocasiones (sin razón) nos sacan de quicio. Disfruten por favor:

YOU CAN’T HAVE IT ALL

But you can have the fig tree and its fat leaves like clown hands
gloved with green. You can have the touch of a single eleven-year-old finger
on your cheek, waking you at one a.m. to say the hamster is back.

You can have the purr of the cat and the soulful look
of the black dog, the look that says, If I could I would bite
every sorrow until it fled, and when it is August,
you can have it August and abundantly so.

You can have love, though often it will be mysterious, like the white foam
that bubbles up at the top of the bean pot over the red kidneys
until you realize foam’s twin is blood.

You can have the skin at the center between a man’s legs,
so solid, so doll-like. You can have the life of the mind,
glowing occasionally in priestly vestments, never admitting pettiness,
never stooping to bribe the sullen guard who’ll tell you
all roads narrow at the border

You can speak a foreign language, sometimes,
and it can mean something. You can visit the marker on the grave
where your father wept openly. You can’t bring back the dead,
but you can have the words forgive and forget hold hands
as if they meant to spend a lifetime together.

And you can be grateful for makeup, the way it kisses your face, half spice, half amnesia, grateful for Mozart, his many notes racing one another towards joy, for towels sucking up the drops on your clean skin, and for deeper thirsts, for passion fruit, for saliva. You can have the dream, the dream of Egypt, the horses of Egypt and you riding in the hot sand

You can have your grandfather sitting on the side of your bed,
at least for a while, you can have clouds and letters, the leaping
of distances, and Indian food with yellow sauce like sunrise

You can’t count on grace to pick you out of a crowd
but here is your friend to teach you how to high jump,
how to throw yourself over the bar, backwards,
until you learn about love, about sweet surrender,
and here are periwinkles, buses that kneel, farms in the mind
as real as Africa.

And when adulthood fails you, you can still summon the memory of the black swan on the pond of your childhood, the rye bread with peanut butter and bananas your grandmother gave you while the rest of the family slept

There is the voice you can still summon at will, like your mother’s,
it will always whisper, you can’t have it all,
but there is this.

Las dos cosas más importantes a tener en cuenta

Esta semana estuve conversando con alguien bastante particular y mencionó estas dos frases para pensar, o mejor, para vivir de acuerdo a ellas sin pensar demasiado:

“Sólo debes ocuparte de las cosas verdaderamente importantes,
sin embargo, no olvides que no hay nada en este mundo verdaderamente importante”

 

Coda

La muerte y el deseo de vivir son fuerzas en permanente oposición. ¿Qué pasa cuando llega el momento y no se está preparado?