The Sugar Cookie

Muchas veces damos por sentado que la vida es de una u otra forma. Y simplemente transitamos por la existencia esperando secretamente que todo siga igual y que nada de lo que consideramos cercano o personal cambie de manera sustancial en un plazo de tiempo razonable.

Y bueno, a veces sale bien por un tiempo; sin embargo, el equilibrio universal tiene una forma interesante y despiadada de recordarnos no tan amablemente (si es que aquello que regula todo lo que ocurre tiene algún tipo de conciencia como la nuestra, cosa que imaginamos y creemos para tratar de entender lo que pasa desde nuestra limitada y miope perspectiva humana) que las cosas simplemente son como son y que lo que consideramos seguro y estable no es más que un momento fugaz que casi siempre pasa desapercibido por nuestra proverbial distracción y avidez infinita de más y mejores distracciones.

El asunto es que no nos damos cuenta y cuando tenemos la rara oportunidad de hacerlo, lo olvidamos tan rápido como llega el siguiente objeto brillante y atrayente que simplemente nos vuelve a dejar en la estacada cuando su falso encanto desaparece, y así sucesivamente, preguntándonos de cuando en cuando por qué las cosas siguen igual…

El ignorar que estamos sujetos a todo tiempo de acontecimientos, grandes o pequeños, en cualquier momento de nuestro caminar por este planeta se antoja gracioso y hasta grotesco, porque sabemos de sobra que en cualquier momento sale nuestro número y que debemos enfrentar aquello que surja de la mejor manera posible. Y el considerar esta idea, así sea de reojo, podría ser una invitación a dos cosas: prepararse lo mejor que se pueda y por otro lado, a recibir con los brazos abiertos lo que sea que venga en nuestra dirección, cosa que puede parecer un contrasentido cuando lo que recibimos no es de nuestro agrado, sin embargo, tal vez sea la mejor manera de afrontar la incertidumbre constante en la que vivimos, así insistamos tercamente en sostener que no es así…

La banalità del bene

Tomo prestado el título de un libro muy interesante para abrir la reflexión de hoy, ya que me parece que describe a la perfección ciertas situaciones que la vida trae y que muchas veces, si no todas, no sabemos muy bien cómo manejar.

Hablando de ciertas circunstancias particulares, solemos pensar que la existencia es un espacio donde prima la felicidad y la calma,  en el que los momentos de tristeza o angustia aparecen y desaparecen a su antojo. Y una vez que esta creencia se ha asentado, organizamos nuestra vida alrededor de esa idea, buscando el placer y la satisfacción y huyendo, de mil formas diferentes, de lo que consideramos incómodo o desagradable.

El asunto es que en realidad las cosas son al contrario: el trasfondo de dolor y sufrimiento está siempre presente, salpicado aquí y allá por momentos fugaces de tranquilidad y alegría, sin embargo, nos empeñamos en reafirmar una y otra vez que el objetivo último de nuestra presencia en el plano material es el de lograr la mayor y más rápida acumulación de experiencias que exciten los sentidos y generen el más alto volumen de neuroquímicos para que nos sintamos “bien”.

Lo que ocurre luego es predecible pero nunca deja de sorprendernos: aparecen uno o varios eventos extraordinarios, en muchas ocasiones de inaudita intensidad que requieren que cambiemos por completo nuestra visión del mundo, que olvidemos nuestros patrones habituales de comportamiento y que recordemos, no siempre de la mejor forma, que “hay que hacer lo que hay que hacer”. Esto no tiene nada que ver con los trasnochados conceptos del amor incondicional, la entrega, la compasión y cualquier cosa que quieran imaginarse para tranquilizar a la febril mente y justificar o regodearse en las acciones y sobre todo, las potenciales recompensas a obtener (del sabor que se imaginen, según las creencias que tenga cada uno) por aquello que hicieron o dejaron de hacer.

Esto genera una enorme disonancia cognitiva porque surge la cuestión de donde quedó el placer y la distracción cuando pasan estas cosas? De qué sirvieron todas esas oleadas de deleite si quedamos paralizados cuando algo se sale del supuesto guión de estabilidad y serenidad en el que basamos la existencia?

Entonces ese supuesto “buen hacer”, que hemos atribuido a aquellos a quienes consideramos extraordinarios, se convierte en algo más habitual y corriente de lo que imaginamos, algo que es inherente a la vida en la tierra, que “viene de fábrica” para poder manejar los actos aleatorios que caracterizan la realidad en la que vivimos.

Nuevamente, seguimos confundiendo las cosas, ya que no nos gusta esa banalidad, y preferimos ver ciertas acciones como resultado de sentimientos profundos y sinceros, olvidando que siempre hay un interés egoista tras estas supuestas muestras de humanidad…

Nuestra presencia en este plano, así suene lapidario, se limita a resolver lo que va ocurriendo, sin usar la mente ni las creencias aprendidas, simplemente apelando a esos instintos básicos que hacen que hagamos lo que es oportuno cuando es necesario, hasta que nos percatemos de lo insoportable del dolor que experimentamos y comencemos a buscar el camino de vuelta a la fuente. Puede que suene esotérico, sin embargo, es mejor una verdad directa y contundente que el engaño masivo al que se nos somete para seguir soportando algo que es a todas luces intolerable.

Para terminar, Vernon Howard solia decir que no soltamos aquello que nos gusta, y si inferimos después de esta corta reflexión que nos hemos vuelto adictos al sufrimiento, saquen ustedes sus propias conclusiones…

 

 

The Shadow Master

Como siempre, la vida con sus giros inesperados, nos sorprende sin parar. Cuando creemos que tenemos controlada la situación, se oye a lo lejos una carcajada sutil y un momento después todo salta por los aires, dejándonos nuevamente en la casilla de salida, aturdidos y completamente desorientados.

El tratar de entender lo que pasa y sobre todo, sus supuestas razones, es tarea imposible. El asunto es que casi siempre ciframos nuestras esperanzas en que el comprender es la clave para desenmarañar el enredo. Y lo que suele suceder es precisamente todo lo contrario. Por otro lado, de qué sirve el supuesto dilucidar cuando la situación no se resuelve por saberlo?

Tal vez el enfoque práctico de navegar con la corriente de lo que ocurre e ir analizando las opciones para elegir la mas adecuada, tocando “de oído”, puede ser mas útil y darnos una perspectiva mejor. Sin embargo, cuando por fin se acepta que el nivel de incertidumbre de todo lo que nos rodea es tan inconmensurable, incluso más allá de lo que nos parece tolerable, es cuando parece que las cosas se ven menos “peligrosas” e “inmanejables”.

Al fin y al cabo, como se lo digo a quienes tengo cerca: Todo es Oportuno, así no podamos o no queramos verlo de esta manera. El rompecabezas cósmico tiene un orden que no nos alcanzamos a imaginar y menos interpretar, lo cual no significa que no exista y que no tenga un sentido definido, así no podamos percibirlo con nuestros sentidos eficientemente aturdidos por los infinitos filtros que con tanto cuidado y celo hemos ubicado frente a ellos por años y años, para no incomodarnos con la verdadera realidad que tenemos en frente…

Generative, Glitch and Detroit Techno Music

Con motivo de mis primeros 600 meses de vida, se nos ocurrió (aunque debo decir que la artífice principal del tema fue Marcela, porque yo estaba algo renuente) organizar un concierto privado para algunos privilegiados (o perjudicados?) tanto en persona como online. Los que me conocen de tiempo atrás saben que la música ha formado parte de mi vida desde temprana edad y que me ha acompañado en muchos momentos de la existencia. Sin embargo, el enfoque de esta performance fue bastante diferente: en lugar de centrarme en lo conocido y habitual, decidí explorar géneros algo menos populares o de nicho, al menos para mi, y al parecer, para la distinguida audiencia que tuvo la suerte (o desgracia) de acompañarnos.

Uno de ellos es el denominado Glitch, que introduce el concepto del ruido o sonidos no relacionados con la música en la misma. Se dice que su origen data de los años 90, pero ya se encontraban muestras de este tipo de variaciones desde principios del siglo XX, con Luigi Russolo y “L’arte del rumori” (El arte del ruido), donde se comenzaron a mezclar ruidos ajenos a la composición como los ocasionados por rotura de objetos, chirridos y similares. También son conocidos exponentes tales como Michael Pinder (1968), Christian Morday (1979), Yasurao Tone (1985), Nicolas Collins (1992) y más recientemente Yuzo Kashiro y Motohiro Kawashima en 1994, que se hicieron famosos con la banda sonora del juego “Streets of Rage”. Más adelante surgieron figuras de mayor repercusión mediática, para quienes gustan del género, como las del artista conceptual japonés Ryoji Ikeda y los ingleses Rob Brown y Sean Booth, del duo Autechre, también en el año 1994.

Por otro lado, también hubo piezas de música generativa, término acuñado por Brian Eno en 1995, mientras colabaraba con Peter y Tim Cole, los creadores del software SSEYO Koan, y que la define como las músicas que cambian constantemente.

Para terminar, y creo que esta para mi fue la parte más divertida de la presentación, fue la introducción de piezas afines al conocido como Techno de Detroit, ciudad donde se originó este movimiento musical en la década de los 80, de la mano de Juan Atkins, Kevin Saunderson (que destacó posteriormente por su trabajo con Inner City) y Derrick May, conocidos como “The Belleville Three”, aunque hubo otras figuras como Eddie Fowlkes y Jeff Mills, que también contribuyeron a su difusión posterior. Lo que me atrajo de este género histórico fue básicamente la ausencia de sincronismo entre los diferentes instrumentos, cuyo “tempo” no estaba en lo absoluto controlado, lo cual ocasionaria que fuera tachado de un ” absoluto desastre” a posteriori por sus creadores, aunque el éxito ya había llegado y el género estaba aquí para quedarse.

Al final, los experimentos sonoros siempre serán satisfactorios, se clasifiquen o no dentro de algún movimiento musical definido. El poder tener la libertad para expresar distintas emociones a través del ruido, la generación aleatoria o simplemente con la participación del respetable es y será para mi una fuente infinita de placer. Espero que la audiencia haya percibido lo mismo…

 

Sobre la pereza y el fino arte de no hacer nada

Curiosamente, entre los muchos temas sobre los que quiero escribir dependiendo de la época del mes en la que me encuentre, a veces simplemente no surge ninguna idea concreta sobre la que merezca la pena reflexionar, sin embargo, un tema que ha sido recurrente en los últimos años ha sido el de la pereza.

Entiéndanlo como quieran: como un defecto / vicio / mal hábito o lo que más rabia les de. Lo que propongo aquí no es una prescripción sino tal vez un cambio de enfoque para ver algo que ha sido (injustamente) demonizado desde siempre como una oportunidad para experimentar la vida de otra forma.

Me explico: si bien es cierto que vivimos en una sociedad ahora más que nunca permeada hasta el tuétano con los virus de la hiper-productividad, la vanidad, el deseo compulsivo de “mostrar” lo que hacemos / decimos / tenemos / pensamos públicamente, tal vez ocasionados por el miedo inconsciente a la irrelevancia (que ya está presente, sin que nos demos cuenta), el hecho de dejarnos llevar por la ley del menor esfuerzo ahorra muchos dolores de cabeza y nos convierte en seres más reflexivos, consecuentes y sobre todo, enemigos acérrimos del trabajo innecesario (incluído en el concepto de la irrelevancia mencionado antes).

Que cómo ocurre esto? Es simple. Si buscamos la manera menos penosa, costosa y que más tiempo ahorre para cumplir con nuestros compromisos u obligaciones, podremos quitárnoslas de en medio de manera expedita y dedicar el tiempo restante a otras actividades, como la del fino arte de no hacer nada que menciona el título de estas líneas. El “parecer productivos” tal vez nos granjee una falsa y efímera admiración, y también, que es lo más probable, cada vez más envidias y enemigos soterrados. Recordemos que la mayoría de las ocupaciones actuales no producen ni aportan nada al medio que las genera, son los llamados “trabajos de mierda” que en nada enriquecen a la sociedad, que convierten a los pobres diablos que los ejecutan en seres grises, idiotizados e incapaces, y que nadie echaría de menos si dejaran de existir de un momento a otro (ni a los trabajos ni a los tontos)…

La pereza puede ser un fabuloso aliciente para vivir de manera despreocupada y satisfactoria, eso si, si la dejamos de ver como algo a evitar a toda costa y más bien nos concentramos en su inmenso poder para centrarnos en lo que realmente nos importe, dejando a un lado ideas caducas, sin fundamento y de plano estúpidas.

Y si después de leer esto, aún necesitan alguna motivación adicional para convertirse a este novedoso estilo de vida, recordemos a Oliver Burkeman, que sostiene de manera categórica que nuestro tiempo es mucho más limitado de lo que pensamos, así que mejor no lo invirtamos de manera irresponsable y más bien dediquémonos a “Ser”, en lugar de a “Hacer” compulsiva y en la mayoría de los casos, inutilmente…

Bewilderment

Un poema de Rumi que describe de manera muy acertada la sensación vital actual. Disfruten!

Bewilderment

There are many guises for intelligence.
One part of you is gliding in a high windstream,
while your more ordinary notions
take little steps and peck at the ground.

Conventional knowledge is death to our souls,
and it is not really ours. It is laid on.
Yet we keep saying we find “rest” in these “beliefs.”

We must become ignorant of what we have been taught
and be instead bewildered.

Run from what is profitable and comfortable.
Distrust anyone who praises you.
Give your investment money, and the interest
on the capital, to those who are actually destitute.

Forget safety. Live where you fear to live.
Destroy your reputation. Be notorious.
I have tried prudent planning long enough.

From now on, I’ll be mad.


Desconcierto

La inteligencia tiene muchas apariencias
Una parte de ti se desliza en una corriente de viento en las alturas
mientras que tus ideas más ordinarias
dan pequeños pasos y escarban en la tierra.

La sabiduría convencional es la muerte de nuestras almas,
y no es nuestra realmente. Nos la han impuesto.
Y sin embargo, seguimos diciendo que encontramos “paz” en estas “creencias.”

Debemos ignorar lo que se nos ha enseñado.
y estar mas bien desconcertados.

Aléjate de lo que te es provechoso y cómodo.
Desconfia de cualquiera que te elogie.
Dona tus inversiones y los intereses sobre el capital
a aquellos que esten realmente en la indigencia.

Olvida la seguridad. Vive donde temas vivir.
Destruye tu reputación. Sé memorable.
He tratado durante mucho tiempo de planificarlo todo con prudencia.

De ahora en adelante, seré un loco.

 

Ebb and Flow

Hoy una reflexión corta: A veces (demasiadas para mi gusto) olvidamos que la vida es un contínuo devenir donde lo único permanente es el cambio, así suene a tópico:  El dia y la noche, las estaciones, el sol y la lluvia, la salud y la enfermedad, el existir y el morir. Nada de esto debería sorprendernos y lo más sano sería navegar cada momento de esta manera, sabiendo que la fugacidad es lo que hace valiosa la experiencia. Sin embargo, nos empeñamos en aferrarnos a lo conocido, a lo “que se debe hacer”, a la obligación y así sólo entorpecemos el proceso natural. No escuchamos las contínuas señales del cuerpo y de todo lo que nos rodea, que es donde normalmente suelen estar todas las respuestas.

Los dogmas, “ismos”, ideas preconcebidas, “valores” (casi siempre aprendidos y nunca cuestionados ni analizados), religiones, conceptos y demás que supuestamente están ahí para facilitarnos el entender lo que pasa, se vuelven muros insalvables por la terquedad de simplemente aceptar lo que ocurre tal como es y dejar de comparar la realidad con lo que tenemos en la cabeza, luchando para defenderlo como sea contra lo que vemos si es que aquello se sale de los parámetros establecidos que se consideran intocables (sin saber muy bien por qué).

En fin. La idea es simplemente ser y dejar que el flujo nos lleve donde convenga más, haciendo lo que amerite cada momento, así nuestra mente racional no esté de acuerdo casi en ninguna ocasión. De esta manera se sufre menos y se vive de una forma menos artificial y forzada…

 

La Paz de lo Salvaje

Este poema de Wendell Berry resume muy bien esa sensación que se olvida tan fácilmente, a pesar de estar al alcance de la mano, en estos tiempos peculiares que vivimos. Aunque yo me pregunto: qué tiempos de los que hemos vivido hasta ahora no han sido atípicos e inusuales? Y como decia Sri Ramakant Maharaj: “La Paz está ahí. Eres TU el que la está perturbando…”

The Peace of Wild Things

When despair for the world grows in me
and I wake in the night at the least sound
in fear of what my life and my children’s lives may be,
I go and lie down where the wood drake
rests in his beauty on the water, and the great heron feeds.
I come into the peace of wild things
who do not tax their lives with forethought
of grief. I come into the presence of still water.
And I feel above me the day-blind stars
waiting with their light. For a time
I rest in the grace of the world, and am free.


La Paz de lo Salvaje

Cuando la desesperación por el mundo crece en mi
y despierto en la noche al menor sonido
atemorizado por lo que pueda ser de mi vida y la de mis hijos,
Voy y reposo donde el pato macho
descansa en su belleza sobre el agua y la gran garza se alimenta.
Vengo a la paz de lo salvaje
que no abruma su existencia con la premeditación de la aflicción.
Vengo a la presencia de las tranquilas aguas.
Y siento sobre mi las estrellas ciegas de día
esperando con su luz. Por un tiempo
descanso en la gracia del mundo, y soy libre.