Me gustó este video en el que en 10 minutos se resume una travesía de 30 días por los mares de Asia y África a bordo de un buque mercante… Muchas de mis aficiones (viajes, fotografía, Asia) reunidas en un sólo lugar.
Hōshi
Este documental narra la historia de Houshi, el hotel más antiguo del mundo en funcionamiento. Es interesante ver que a pesar del paso del tiempo, las preocupaciones y los sueños siguen siendo casi los mismos, y la mística y entrega hacia los clientes es, como ocurre muchas veces con la cultura japonesa, de admirar e inspirador a la vez.
Uguisu
Un video íntimo y personal que refleja muy bien ese universo paralelo que es Tokyo. Quienes hayan estado allí lo entenderán… Pantalla completa y buen sonido por favor!
Viajar ligero por la vida
Desde hace bastante tiempo estoy algo, digamos, obsesionado con el no arrastrar cargas ni pesos innecesarios. Y por ello cada vez más trato de llevar un estilo de vida acorde a este deseo. No es fácil. Toda una vida de acumulación y miedo de perder o de no soltar “por si acaso” dejan su huella. Sin embargo, poco a poco, con paciencia y humor, voy aprendiendo a no ser tan radical y a soltar sin volverme loco.
Hoy fue uno de esos días en los que mi intención de ir ligero de equipaje fue más patente que nunca: unas amigas de Sol regresaban a sus respectivos países después de pasar un par de años aquí estudiando y aprendiendo. Sin embargo, a la hora de facturar las maletas, comenzaron los problemas: exceso de peso, objetos con un valor sentimental grande que se resistían a dejar, así fueran viejos y casi inservibles, el drama de tener que elegir bajo presión, la carrera contra el reloj…
Sé que no es tan fácil deshacerse de muchas cosas materiales, sin embargo, la experiencia que presencié me hizo reflexionar y ver que voy por buen camino. Si bien todavía estoy apegado a ciertas cosas y me produce tedio el pensar en regalar/vender/donar/tirar mucho de lo que tengo, cada día que pasa agradezco el necesitar menos y ser feliz con lo que tengo, sin ansiar nada fuera de mi alcance y aprovechando al máximo todas las sensaciones y el disfrute que aquello que me es cercano, materialmente hablando, me produce.
La búsqueda incesante de placeres y emociones “fuertes” puede ser gratificante durante un tiempo, pero si nos convertimos en adictos a ellos / as, terminaremos por no disfrutar nada y el volvernos esclavos de la novedad. Créanme: es una adicción como cualquier otra: el ir saltando de un interés a otro sin poder o querer parar, sin darse la oportunidad de saborear cada “bocado” no es muy agradable que digamos, además de caro y poco ecológico… Y al final, siempre pasa lo mismo: el vacío que queda es aún peor que cuando comenzamos.
Las experiencias, como diría mi querido amigo Luis, no ocupan espacio, no pasan de moda, no consumen electricidad, duran toda la vida y nos producen la misma agradable alegría cuando las recordamos o revivimos. Me gusta acumular experiencias y vivir sin amarrarme a aquello que no merece la pena.
Bien decía mi padre que “No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita”: Sabias palabras…
3652
O 521 semanas y 5 días, o simplemente 10 años. Ese es el tiempo que ha transcurrido desde que decidí dejar mi país para comenzar una nueva etapa. Aquel miércoles 23 de agosto de 2000 desembarqué por segunda vez en el Viejo Continente (la primera fue en 1982), con la intención de permanecer indefinidamente aquí. Lo había dejado todo atrás por un sueño y un nuevo comienzo: familia, amigos, un buen trabajo, una vida cómoda sin apuros económicos, un entorno conocido y la certeza de tenerlo todo bajo control. Sin embargo, algo me decía que era momento de moverme.
Los comienzos, como casi todos ellos, no fueron fáciles, la nostalgia se convirtió en una compañera casi permanente, a pesar de estar deslumbrado por la novedad de mi nuevo entorno vital. Sin embargo, a medida que el tiempo fue pasando, me fui encontrando cada vez más como en casa. Debo confesar que vivir en una ciudad tan pequeña después de hacerlo en una metrópolis enorme como la que me vio nacer, fue un shock, pero poco a poco fui acostumbrándome a otro ritmo vital, donde el vivir en alerta permanente ya no era imprescindible.
Así fueron pasando los años: conociendo, aprendiendo y sobre todo, enfrentándome a cambios, muchos cambios. Algunos fueron agradables, otros traumáticos, pero todos me enseñaron y dejaron algo positivo: fui consciente cada vez más de mi propia evolución.
Hoy, 3652 días después, soy una persona distinta. Mis circunstancias han variado ostensiblemente: he vivido un divorcio, una ruptura dolorosa con mi familia, la muerte de mi padre, el llegar a la cima profesionalmente hablando, la ilusión de un nuevo matrimonio, el percatarme de que hay un mundo más allá de lo que percibo con mis sentidos “cotidianos”, el prestarme más atención, el haberme dado el permiso de “lanzarme al vacío”, el vivir con intensidad cada momento, el poder frenar a voluntad y muchas otras experiencias que me han marcado y modelado para construir quien soy ahora.
Curiosamente, cuando llegué a este país en 2000, no tenía trabajo, mis reservas monetarias no eran muy boyantes, y aún así tenía unas ganas enormes de saber que me depararía la vida. Hoy estoy en una situación similar, aunque distinta. Lo que no ha cambiado son esas ganas de saber, aprender, conocer y vivir todo tal como venga.
Me felicito por lo que he logrado, me alegran las metas conseguidas, las personas que he tenido el privilegio de encontrar en el camino, las situaciones y momentos que he vivido, y más aún por estar aquí y ahora, escribiendo una retrospectiva sincera, despreocupada y sobre todo, extremadamente consciente. Me conozco mejor, y ese podría ser, en pocas palabras, el logro más importante de esta etapa vital.
No sé que me espera en el futuro. Por ahora, lo único que me interesa es vivir cada segundo como si fuera el último. Y en eso estoy.
Japón (IX)
Esta vez nos vamos al mercado de Tsukiji muy, muy temprano para ver las subastas de atún, luego visitamos el Museo Ghibli en Mitaka y terminamos con un curioso tutorial de cómo pedir comida a una máquina en un restaurante…
Japón (VIII)
Esta vez nos vamos al Museo de Cometas de Tokyo, damos una vuelta la galería comercial camino al templo de Asakusa, compramos algunas cosas en la calle Kappabashi (en las dos únicas tiendas que quedaban abiertas), famosa por ser el lugar para equipar cualquier negocio de comida y terminamos, rendidos de cansancio, en un café de estilo occidental cerca a la estación de Asakusa antes de volver al hotel.
Japón (VII)
He aquí otro vídeo más. Esta vez, una visita al Tocho Biru, edificio que alberga las oficinas del ayuntamiento de Tokyo y otras dependencias públicas. Si pueden, vayan en un día muy despejado (normalmente en invierno) para poder ver hasta donde se pierde la vista y con un poco de suerte, aparecerá el Monte Fuji en todo su esplendor!