10:30 AM. Heme aquí, como casi todos los días, en frente de la pantalla. Como dije antes, todavía tengo la sensación de que tarde o temprano volveré a mi rutina diaria de levantarme, aseo y vestimenta y luego al trabajo. Lo primero que se me viene a la cabeza es que es realmente dificil desconectar y “bajar de revoluciones”, es decir, sigo pensando en las mil y una cosas que podría / debería / me gustaría hacer cada día.
Supongo que ahora soy un poco más consciente de las circunstancias y me dejo estar. Por eso, y a pesar de que mi casa esté un poco patas arriba y de las múltiples ocupaciones que me he inventado en estos dos días, lo que más tiempo me ha consumido ha sido la Nintendo DS! Hace mucho que no me dejaba “absorber” por el mundo de fantasía de un juego (en este caso The Legend of Zelda: The Phantom Hourglass), sin prisas y disfrutándolo, sin querer terminarlo de golpe. Me he reido mucho al darme cuenta que estoy “oxidado” y que me cuesta bastante más que antes resolver los acertijos que me voy encontrando en el transcurso de la aventura, más teniendo en cuenta que llevo jugando (en general) más de 20 años…
Me gusta que haga buen tiempo. Creo que el sol da alegría y esperanza. Aunque los días frios o lluviosos también tienen su encanto, creo que en este momento necesito mucha luz. Podría ir a volar (y estrenar una cometa que acabo de comprar, además del cerdito que mis compañeros me regalaron amablemente en mi despedida) pero no quiero hacer nada por obligación. El doctor Kawashima dice que cuando nuestro cerebro detecta que algo “tiene” que hacerse, pierde el interés y puede incluso resultar contraproducente, incrementando los problemas asociados a la edad y a la falta de uso, así que mejor no tentar al destino…
Por otra parte, y siendo fiel a mis principios geeks, me he comprado un bonito móvil nuevo, que hasta ahora estoy conociendo. Tiene tantas cosas que creo que pronto encontrare el botón / menú para decirle que saque al perro que no tengo y que me ponga una copa… Lo mejor de todo es que no es el último de lo último y los problemas o pegas que pueda tener están bastante identificados, además de tener un coste razonable. Eso de pagar por el “privilegio” de tener lo más nuevo a veces (casi siempre) sale muy caro.
Qué viene ahora? Hoy cine por la tarde con posiblemente un paseo por el parque y poco más. La próxima semana me voy a Granada, un sitio que siempre he querido conocer. Lo mejor de todo es que el viaje surgió espontáneamente y no hubo necesidad de pensarlo y repensarlo tantas veces. Me gusta eso de estar rompiendo paradigmas, así me sienta un poco descolocado…