El fondo y la forma

No sé si es porque es el último post del año, o porque últimamente he estado pensando bastante en estas dos palabras, pero bueno, sea lo que sea, mi principal propósito para 2008 es el de darle más importancia al fondo que a la forma. Algunos pensarán que es un deseo bastante “estándar”, pero una vez que nos hemos dado cuenta de la verdadera razón por la cual el fondo es lo más relevante, el tener esta intención cobra un nuevo significado. No se trata simplemente de un deseo vacío o un propósito como cualquier otro. Lo veo más como un cambio importante, como el comenzar una nueva etapa con más madurez, paciencia, sabiduría (espero) y sentido común, dejando atrás muchas cosas que, viéndolas en perspectiva, antes eran importantes pero ahora carecen de todo significado.

Me refiero, sin darle más vueltas, al interior. A lo que somos realmente. A nuestra esencia. Esa que tenemos tan abandonada y descuidada por fijarnos o buscar infructuosamente en el exterior aquello que siempre hemos tenido guardado. Tal vez esto suene un poco esotérico, pero se reduce a una o más preguntas del tipo: “soy feliz?”, “qué me produce satisfacción?”, “qué me hace vibrar?”, “hago ahora lo que me produce felicidad?”, “mi vida es una sucesión de buenos momentos o un caminar interminable por un yermo donde nunca pasa nada que me agrade?”, “hago algo todos los días por estar mejor conmigo mismo?”, “tengo alguna ilusión o sueño que me impulse a seguir adelante?”, “he hecho algo últimamente por que el mundo sea un lugar mejor para vivir?”, “he renunciado a una de mis pasiones por dinero / imagen / amigos / conveniencia?”

No se preocupen si no pueden responder a alguna o a todas las preguntas anteriores. El simple hecho de darse cuenta de que existen o el que nos hagan pensar es una buena señal. Y recuerden, si bien hoy es una fecha en la que tradicionalmente se hace balance y se mira al futuro con confianza, como la oportunidad de un nuevo comienzo, cualquier momento es bueno para comenzar. Un buen 2008 para todos y todas.

No cabe la menor duda

Hoy, revisando las entradas del blog, me encontré con una historia que quise volver a leer, pero descubrí que el enlace al artículo original (ya lo he corregido) ya no era válido. Sin embargo, el sitio al que apuntaba tenía una recopilación de historias relacionadas con la guerra que libra Colombia desde hace más de 50 años y, un poco por casualidad, di con esta entrevista al “Mono Jojoy”, lider guerrillero de las FARC, quien deja muy claro lo que persigue este movimiento insurgente, para aquellos que piensan todavia (!) que estos señores quieren la paz y la prosperidad del país.

Me llaman la atención frases como “Las Farc jamás han hablado de desmovilización y desarme. Las Farc han hablado de buscar una salida dialogada con el Gobierno para ponernos de acuerdo. Pero hay que recordar que el fusil es el garante de los acuerdos que se firmen. Si uno los entrega, esto se acaba. Ni siquiera los periodistas vendrían a hablar con nosotros“.

Quiere decir esto que así se alcance una solución negociada, estos señores se perpetuarán en el tiempo? No me gustan los extremos, pero en este caso creo que el pueblo colombiano tiene derecho a recuperar la paz y tranquilidad perdidas desde hace mucho, y que, para bien o para mal, uno de los dos bandos debe desaparecer de la escena. Por supuesto, el Gobierno, avalado por millones de colombianos y colombianas de bien, tiene la mayoría. El resto creo que pueden deducirlo ustedes…

Sin Comentarios

Creo que el título lo dice todo. Llevo ya bastante tiempo escribiendo y la verdad, a veces me siento un poco desilusionado porque nadie comenta las notas. Tal vez sea porque el público de este humilde weblog no tiene mucho tiempo para escribir qué le parece el contenido del mismo, o que simplemente lo que plasmo aquí no sea lo suficientemente interesante. Evidentemente, hay notas en las cuales no espero ninguna respuesta, pero hay otras (donde hablo de algo que me impresiona o molesta en particular) en las que me encantaría contrastar mis puntos de vista con los de los amables lectores que pasan por aquí. A veces me siento como dando una lección y esa no es la idea. Si bien en un tiempo la ausencia de comentarios no me incomodaba en lo absoluto, porque mi objetivo era la de comunicar al mundo mis pensamientos unilateralmente, e incluso llegué a deshabilitarlos (no había posibilidad de hacerlos para los lectores), ahora mismo me gustaría convertir esta web en un punto de encuentro para inquietudes similares, y si, me interesan muchos temas que pueden ser dispares, pero estoy seguro de que hay muchas más personas ahi fuera que pueden compartir mis preguntas, apreciaciones y pensamientos. Para los que no lo sepan, basta simplemente con hacer click en el icono de los comentarios que está justo debajo del título de cada nota. Es gratis, rápido, no contamina y no duele… Algún voluntario/a?

Servicio al qué?

A pesar de la inquebrantable fe que tengo en que todo ser humano, no importando su condicion, puede mejorar y aprender de sus errores, hoy me he convencido de que algunas cosas no cambiarán nunca, por más que creamos que puede ser así. Ya había hablado de esto antes, pero hoy el cuerpo me pide que vuelva a escribir sobre ello, porque la situación se vuelve más surrealista cada minuto que pasa.

En este pintoresco país nadie sabe qué es el servicio al cliente ni para que sirve. La gente trabaja para cobrar un salario, pero poco le importa si hace su trabajo bien, mal o regular. Lo importante es que llegue la nómina a tiempo para poder pagar todas las cosas innecesarias o sobrevaloradas que compran para sentirse mejores personas.

Esta vez hablaré de una empresa de accesorios para videoconsolas. En principio, lo que era una transacción rutinaria de compra por un valor ínfimo (unos 25 euros con gastos de envío incluidos), se transformó en un problema de marca mayor donde nadie quiere hacerse responsable de nada. Me explico: Una vez hecho el pedido y efectuado el pago, espero pacientemente a que, por mensajería urgente, me llegue lo que he comprado. Pero pasan los días y el artículo no aparece ni recibo confirmación por su parte de que el pago ya se ha hecho. Solo aparece un estado “procesando” en su web.

Les envío un correo preguntando qué ha pasado. Me responden al cabo de un par de dias (!) diciéndome que “por un problema en su servidor, mi pedido se ha borrado y que han debido hacer otro”, pero que lo enviarán de inmediato (viernes). Si no los contacto, nadie me habría informado…

Pasan los días y no recibo nada. Una semana después llamo a la empresa y me contesta alguien que, de muy mala forma, me dice que el pedido se enviará ese mismo día. Cuando pregunto por qué se me informó que el artículo no se había enviado cuando me lo dijeron (una semana antes), me dice simplemente que “es que estaba en otro almacén y hasta ahora lo recibimos”. Qué les cuesta decir la verdad? Más tarde ese mismo día me llega un mail diciendo que el artículo está “enviado”.

Llega el lunes. Llamo a la empresa de mensajería para saber a qué hora me entregarán el paquete. Me dicen que efectivamente lo tienen en su poder, pero que no lo pueden entregar. Al preguntar la razón me dicen que “no saben” (otra respuesta típica de aquí) y que “tienen que hablar con la agencia que lo remite para saber qué pasa”. Al parecer, el concepto de CRM y seguimiento les es totalmente desconocido (y eso que son una empresa de mensajería!). Me dicen que llame a lo largo de la mañana para “ver si hay noticias” (no me toman mi número ni se preocupan de ponerse en contacto conmigo). Dejo pasar un par de horas. Vuelvo a llamar. La respuesta “no sabemos nada todavía. Llame dentro de un rato que ya mismo me pongo en contacto con ellos”. Y por qué no lo hizo cuando llamé la primera vez?

Nuevamente les llamo. “Me dicen que el cliente ha dado orden de no entregar el envio”. Más raro todavía. Trato de contactar a la empresa que me vendió lo que compré pero no hay forma. Nadie contesta. Les mando un mail y añado un contacto al MSN que aparece como “ocupado” todo el tiempo. Comienzo a escribirles explicando la situación. Nadie responde. Al final, después de intentarlo muchas veces, alguien se apiada (!) de mi y me contesta via MSN diciéndome que “son fiestas locales y que no hay nadie para atenderme. Que envíe un mail”. Le respondo que ya lo he hecho y que no tengo la culpa de que sean fiestas allí. Me dice que “ellos no han dado orden de parar el envío” (otra técnica muy difundida en este país: “la culpa no es mia, debe ser de alguien más”), así que llamo a la agencia de donde lo enviaron y me confirman que “el cliente ha ordenado que no se entregue el paquete”. Me huele a problemas financieros entre las dos empresas, pero nadie me dice nada.

Total: Han pasado casi dos semanas y no tengo lo que compré. Debo esperar a que terminen las fiestas (el colmo) del pueblo donde está la empresa para que alguien se digne a atenderme y pueda aclararme qué es lo que pasa y sobre todo, cuando me entregarán el paquete. Lo peor es que no estaré para recibirlo y correré el riesgo de que en un “arrebato de celo profesional” mi compra sea devuelta al lugar de donde vino (!). Por si fuera poco, me enteré (tarde) de que esta empresa tienen un largo registro de pedidos no servidos nunca (estafa), tiempos de entrega muy largos (nuevamente estafa porque cobran el envío como “urgente”) y de una pésima atención al cliente (lo he experimentado, aunque no son los únicos. He visto empresas donde simplemente descuelgan el teléfono que les dan a los clientes para que “no molesten”).

Si bien es cierto que estas cosas pueden pasar, lo mínimo que se espera es un poco de información (“Señor, tenemos un problema pero lo solucionaremos mañana / en dos dias / en una semana. Si quiere, déjenos su número y le informaremos”). No cuesta nada enviar un mail o hacer una llamada telefónica. Y si, el buen servicio ES posible. Recuerdo que hace poco compré un software por Internet un miércoles a las 4:00 PM y al día siguiente a las 5:00 PM tenía el mensajero en casa preguntando por mí. Claro está que no fue de ninguna empresa española. Pero claro, hace falta hacer un mínimo esfuerzo y dejar de pensar en estupideces como en salir corriendo a la hora de salida en punto para que estas cosas ocurran. Mi madre suele decir “La pereza no endereza y es madre de la pobreza”. Ahora puedo decir que lo he visto con mis propios ojos.

Saben qué es lo mejor (peor?) de todo? Que cuando se les hace ver que lo están haciendo mal, no lo admiten sino que por el contrario, se enfurecen y asumen la actitud de “si no te sirve, vete a comprar a otro lado”. Y luego se extrañan de que este país esté como esté…

Nunca es tarde

Hay cosas que nos hacen pensar. No todas son reveladoras y oportunas. Por el contrario, a veces llegan de la manera más inesperada o simplemente van apareciendo poco a poco y van “haciendo mella” en nosotros. Los mensajes a veces son crípticos y hasta casi indescrifrables. Pero están ahí y no se van por más esfuerzos, conscientes o inconscientes que hagamos para deshacernos de ellos. Es curioso como muchas de esas cosas especiales son recibidas con indiferencia o vistas de manera “banal” por la cantidad de filtros y protecciones que nos hemos impuesto para pasar por la vida de una manera que consideramos tranquila y sosegada. Lo más triste es que por hacer esto nos perdemos de las verdaderas sensaciones con las que nos identificamos. Queremos parecernos a esas personas fantásticas y maravillosas llenas de éxito que tanto admiramos o tratamos de imitar, y olvidamos quienes somos. No nos hacemos caso!

Pero aún percatándonos de que algo no va bien y que la incomodidad es cada vez más evidente, nos empeñamos en mantener el status quo, el estado actual, la maldita zona de confort en la que nos hemos instalado a pesar de todos los signos que apuntan en otra dirección. Nos da miedo cambiar, perder nuestra imagen, dejarnos llevar, equivocarnos! Terrible.

De todas formas, en algún momento, sea tarde o pronto, ese estado se volverá insoportable y nos veremos enfrentados a la situación real: nuestra vida va en contra de nuestros deseos y sueños. Por más que tratemos de adoptar las “mejores prácticas” que el mundo pretende vendernos para que seamos mejores, más rápidos, más ricos, mejores amantes, más creativos, mejores personas o más aceptables socialmente, si el cambio no se corresponde con nuestra genuina naturaleza interior, la motivación y las ganas se acabarán rápidamente.

No escribo para dar consejos a nadie sobre cómo alcanzar ese “estado de flujo” en el que entramos cuando conectamos con nuestra vocación real. Lo que si quiero decir es que alcanzarlo es posible. Pero requiere de esfuerzo y sacrificio por nuestra parte. El que algo se nos facilite o nos guste puede ser un buen indicador de la dirección que podríamos seguir. Es bueno cuestionarse y probar distintas alternativas, sin perder la perspectiva y esa sensación especial que nos invade cuando damos en la diana. Cada cual sabe cómo describirla. Es una experiencia muy personal, diferente para cada persona.

Tengo una mala noticia: hay que trabajar para llegar allí. Y el primer paso es definir cómo nos queremos sentir. Muchas veces no es tan bueno “ser rey” como dijo el genial Mel Brooks, si nuestro “reinado” no nos satisface en lo más hondo. Hay que arriesgarse y caer muchas veces, pero al final vale la pena. No podemos dejar que el hastío y la falsa seguridad que nos dan los valores socialmente más aceptados acallen esa voz que lucha cada día por ser escuchada. Se me viene a la cabeza la historia de un vendedor de coches japonés que descubrió, casi por accidente, que su verdadera pasión era la de saltar en paracaidas desde un avión. Y si, ya sé lo que estará pasando por las mentes de los que leen esto: que eso es una tontería. Tal vez para ustedes, pero para él no, y eso es lo más importante!

Todos los días aprendemos algo, y si somos al menos un poco consecuentes, podemos emplear ese conocimiento para acercanos al estado ideal que creemos que sólo existe para unos pocos privilegiados. Y no se desesperen si por la razón que sea, se alejan del camino. Es algo que pasa constantemente. Cedemos una y otra vez ante la comodidad engañosa de lo que hacemos siempre. Pero creo firmemente que hay esperanza y formas de alcanzarlo. Yo al menos lo sigo intentando…

Perseverancia

En el blog de Kirai me he encontrado este artículo sobre la perseverancia, ese preciado bien que todos queremos conseguir, pero que pocos logran. Me gusta mucho la comparación que hace entre la mentalidad japonesa y la española, esta última tan llena de defectos y que defiende a capa y espada la ley del mínimo esfuerzo, sobre la dedicación y el estudio por ejemplo. Hay quien en los comentarios escribe que la “flexibilidad y la creatividad” españolas son un activo a conservar. Estoy de acuerdo, aunque me parece que están sobrevaloradas, es decir, se les da mucho más peso que al trabajo hecho a conciencia. Un equilibrio entre la perseverancia, la ambición y la creatividad siempre es sano, porque no se puede decir que somos “perseverantes” por el simple hecho de trabajar muchísimas horas (otro defecto típicamente español, confundir la productividad con el tiempo trabajado: “a más horas, soy más productivo…”), sino todo lo contrario: el trabajar racionalmente con periodos de alta concentración y productividad, aunque sean cortos, es mucho más eficiente que estar muchas horas sin hacer prácticamente nada, aunque se “vea” muy bien de cara a los demás…Para terminar, una frase en japonés que se está convirtiendo en mi favorita, porque reduce a cero la connotación de “suerte” o “ayuda divina” a la que estamos acostumbrados y hace énfasis en el esfuerzo necesario para conseguir una meta: がんばって ください (ganbatte kudasai): “Hazlo lo mejor que puedas”.

Silencio

A veces buscamos el silencio desesperadamente. Queremos huir de todo el ruido que nos rodea y asfixia. Quisieramos que todo cesara de golpe y que ese espacio que hemos perdido se viera libre de interferencias o cuerpos extraños. Pasamos mucho de nuestro tiempo persiguiendo ese estado que creemos ideal, sin lograr atraparlo. Pero y qué pasa cuando lo conseguimos? El silencio puede ser un arma de doble filo muy peligrosa. Nos enfrenta con nosotros mismos: ante la ausencia de elementos distractores, sólo queda la verdad pura y descarnada. Y es entonces cuando comenzamos a buscar nuevamente la cacofonía incómoda de la que queríamos deshacernos a toda costa. No soportamos el estar con nosotros mismos, el vernos tal y como somos nos produce pánico. Nos resistimos a aceptarlo y casi nunca lo asimilamos.

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La guerra es la fiesta de los muertos

Acabo de leer un articulo muy duro sobre las ironias de la vida, sobre como despues de superar una horrible experiencia, el destino pone a las personas en situaciones limite y muchas veces acaba de golpe con ilusiones y sueños. Una reflexión más sobre la crítica situación que vive Colombia y todas las consecuencias ese cáncer letal formado por la combinación del conflicto armado, la corrupción, la doble moral y la pobreza que le atenazan.