La Paz de lo Salvaje

Este poema de Wendell Berry resume muy bien esa sensación que se olvida tan fácilmente, a pesar de estar al alcance de la mano, en estos tiempos peculiares que vivimos. Aunque yo me pregunto: qué tiempos de los que hemos vivido hasta ahora no han sido atípicos e inusuales? Y como decia Sri Ramakant Maharaj: “La Paz está ahí. Eres TU el que la está perturbando…”

The Peace of Wild Things

When despair for the world grows in me
and I wake in the night at the least sound
in fear of what my life and my children’s lives may be,
I go and lie down where the wood drake
rests in his beauty on the water, and the great heron feeds.
I come into the peace of wild things
who do not tax their lives with forethought
of grief. I come into the presence of still water.
And I feel above me the day-blind stars
waiting with their light. For a time
I rest in the grace of the world, and am free.


La Paz de lo Salvaje

Cuando la desesperación por el mundo crece en mi
y despierto en la noche al menor sonido
atemorizado por lo que pueda ser de mi vida y la de mis hijos,
Voy y reposo donde el pato macho
descansa en su belleza sobre el agua y la gran garza se alimenta.
Vengo a la paz de lo salvaje
que no abruma su existencia con la premeditación de la aflicción.
Vengo a la presencia de las tranquilas aguas.
Y siento sobre mi las estrellas ciegas de día
esperando con su luz. Por un tiempo
descanso en la gracia del mundo, y soy libre.

 

Contradicciones

Resulta curioso ver cómo vamos por la vida alardeando, implícita o explícitamente de una seguridad que no tenemos, supuestamente “haciendo lo que hay que hacer”, siguiendo guiones caducos que no nos hemos tomado la molestia de examinar ni cuestionar con cuidado para ver si nos aplican, sino que mas bien repetimos sin pensar, tal como nos han enseñado a hacer desde casa o la escuela.

Y cuando ocurre algo que nos trae de regreso a la vida real, nos percatamos que hemos estado obedeciendo órdenes que no sabemos muy bien de donde vienen ni para que sirven, pero que si nos han dejado con un muy mal sabor de boca porque al final nos hemos dado cuenta que no sirven para absolutamente nada en el peor de los casos, o sólo parcialmente en el mejor.

Pero claro, es que eso de objetar la supuesta realidad en la que vivimos es muy cansado. Teniendo tantas entretenciones y distracciones que ocupan nuestro tiempo, lo más fácil es simplemente ir cayendo en contradicciones infinitas, buscando en internet la opinión de gente que no conocemos y de la que no sabemos absolutamente nada, creyendo en el establecimiento que una y otra vez nos ha dejado patidifusos y pluscuamperfectos, sin darnos ningún tipo de salida decorosa o viable, pensando “como no hay más y esto es lo que siempre se ha hecho…”para salir del paso.

Nos hemos vuelto perezosos, indolentes, débiles y cobardes. Hemos tragado sin chistar todo aquello que nos han venido contando desde tiempo inmemorial y aceptamos nuestro supuesto destino con una resignación y credulidad que rayan en la más absoluta estupidez. Y para añadir más leña al fuego, somos unos consumados maestros en el dudoso arte de juzgar a quienes vemos que hacen esto mismo y no tenemos los arrestos para reconocer que también nosotros, si, nosotros los “justicieros” y “hacedores del bien, poseedores de la razón absoluta y final” somos los peores exponentes de la situación.

Eso si, como decimos aquí, cuando la vida nos “pega un susto” de la naturaleza que sea, salimos corriendo despavoridos como pollos sin cabeza a buscar cualquier tipo de remedio o solución, venga de donde venga, porque no somos capaces de conservar un mínimo de coherencia en nuestras acciones, esto es, dedicar la mayor parte del tiempo a cuidar y preservar lo realmente importante para evitar este tipo de sobresaltos mayores. Pero claro, como esto no “viste”, no “vende” o no lo podemos mostrar en las redes sociales, pues es lo primero que se sacrifica en aras de la tan manida “aceptación social”.

A tenor de todo esto, me pregunto: tendrían los hombres y mujeres de las cavernas algún atisbo de preocupación por el número de “Me gusta” del día? O en la edad media o la época feudal de Japón, habría un interés creciente de la gente por tener muchos más “seguidores” que estuvieran pendientes de sus más recientes y normalmente, irrelevantes actividades y observaciones?

Y saben que es lo que es más lamentable? Que se termina desarrollando una adicción enfermiza por las potenciales soluciones a aquello que nos aqueje, sin pararnos a pensar en las consecuencias de las consecuencias, porque hay que “resolver” a como dé lugar…

En fin. La naturaleza humana nunca cesa de sorprenderme. Sin embargo, y tomando prestada la frase de tal vez la única persona medianamente cercana que practica un mínimo de coherencia: “Es difícil mantenerse en el camino fácil”. Que cada uno saque sus propias conclusiones…

Resistencias

En estos días he estado repasando algunas de las entradas que publiqué hace diez o más años (!). Para quienes no lo sepan, comencé a escribir en este espacio en agosto del 2001 más que todo sobre tecnología y luego fui variando el curso lentamente hasta ir consignando mis pensamientos y experiencias sobre la vida, donde quiera que estuviera (y han sido varios ires y venires en estos años…) a lo largo de este tiempo.

Una de las cosas importantes que ha dejado el ejercicio ha sido percatarme sobre la (gran) resistencia que oponemos ante lo que nos ocurre. Y, como decía mi papá, no es tema baladí. El diferenciar el momento en que nos resistimos o que nos dejamos llevar por la inercia o la indiferencia de lo que procede en ese instante es algo muy complejo. Sin embargo, tal como decía Nisargadatta Maharaj, ocupamos el tiempo en innumerables cosas innecesarias y no prestamos atención a discernir sobre si nos estamos comportando de acuerdo a las circunstancias (lo que amerita el momento, en otras palabras), o si por nuestra educación, traumas, miedos y demás, estamos hundiéndonos más y más en nuestra propia ignorancia, justificándonos de mil y una formas para no volver a la corriente primordial que es la que nos lleva hacia donde se supone que vamos, sin demasiado o ningún esfuerzo.

Otra frase que viene a cuento: “Let go or be dragged”, o algo así como “Suelta o serás arrastrado”, que frecuentemente olvidamos para “preocuparnos de cosas más importantes”. Resulta sencillo ocuparse de lo que ocurre, sin pensar en el futuro o en el pasado, sin embargo, se nos ha enseñado a mirar hacia adelante y hacia atrás todo el tiempo, sin pararnos a pensar qué, como decía un amigo: “El pasado ya no existe y el futuro es un secreto”, y lo único que queda, así suene a frase de cajón, es el presente, ese preciso instante en el que escribo estas palabras. Todo lo demás, son especulaciones.

Y cómo se aplica esto en la vida práctica? Simplemente prestando atención a lo que está pasando, que a su vez, y ahí radica su suprema elegancia, irá configurando correcta y oportunamente lo que viene a continuación…

Little Tiny Animals

El título de esta nota estaba en mi cabeza hacia varias semanas, cuando surgió espontáneamente al observar una vez más el comportamiento automático y habitual, esas costumbres tan difíciles de erradicar, de mis queridos congéneres habitantes de este pintoresco país. Parece ser que es más importante salir a comprar tonterías que nadie necesita para gente que a la que nada le importan este tipo de detalles, “porque siempre se ha hecho así”, “porque es la época” o añadiría, “porque como mi vida es tan vacía y carece de sentido, espero con ansia cualquier ocasión que me permita salir a gastar lo que no tengo y distraerme para no pensar en todos mis problemas, aquellos  que mi propia desidia no me deja resolver”, que simplemente estar en casa y observar lo que ocurre de manera reflexiva y tranquila.

Está bien. Digamos que somos indulgentes y que en otras circunstancias podríamos hacer la vista gorda, como tantos años, sin embargo, este 2020 tan atípico y sobre todo, tan impredecible (sin que esto signifique que otros años lo han sido menos), ameritaba una pausa de estas urgencias “tan importantes”, porque no sabemos a ciencia cierta lo que ocurre en términos de salud, gracias al experimento social de moda. Así que, tal vez habría sido un poco más prudente (y hasta mentalmente profiláctico), simplemente hacer otra cosa y dejar el desenfreno consumista para otra oportunidad, valorando la sencillez y lo que ya está disponible y al alcance de la mano (excluyendo la “facilidad” de adquirir bienes y servicios por internet), sin tener que salir corriendo a “comprar”.

Pero bueno, una vez más, soñar no cuesta nada. Las consecuencias de las consecuencias se verán por el camino, cualquiera que este sea. Como decía un catedrático en la universidad: “Si quiere cambiar a alguien, cambie usted primero”. En ello ando, sin por eso dejar de asombrarme por la estupidez humana imperante, sea cual sea la forma que adopte según las circunstancias…

Kamurocho 1988

Escuchando las Variaciones Goldberg en versión de Lang Lang, pensaba que gracias a la velocidad endiablada con la que queremos llegar a ese “futuro prometedor” donde todos nuestros problemas estarán resueltos, los sueños cumplidos y la vida será en general, más feliz, fácil y tranquila, dejamos de apreciar la simplicidad de lo que está ocurriendo ahora mismo, por tener la vista “más adelante”…

El tema es que la vida sigue encargándose, de manera muy eficiente, de recordarnos, a veces no tan amablemente, que lo único que existe es lo que tenemos en frente, y no me refiero a las infinitas posibilidades de las que creemos disponer (falacia más grande donde las haya), sino a lo que está pasando aquí  y ahora.

Vivir es simple, sin embargo, tenemos esa persistente manía de hacerlo todo cada vez más complicado, inventando soluciones a problemas que no existen, o peor aún, creando problemas de la nada para supuestamente “vivir mejor”. Una vez más, no hay que olvidar la proverbial sabiduría del campesino, que se extrapola perfectamente a cualquier tipo de situación:

 “Cuando tengas hambre, come, y cuando tengas sueño, duerme”…

Todo lo demás, como dirían en España, es “morralla” innecesaria y superflua, digan lo que digan…

Pausas no deseadas

La vida, para bien o para mal, sigue su curso, sin importarle demasiado lo que hacemos, decimos o pensamos. Situaciones excepcionales hacen que la gente cambie sus hábitos de manera temporal, con la secreta esperanza de volver a una “normalidad” enferma que no produce resultados positivos, sino más bien al contrario. Sin embargo, como es lo conocido, se añora, como quien se agarra a un clavo ardiendo, porque piensa que no hay más opciones.

La “recuperación”, otro eufemismo más para la vuelta a una realidad caduca, violenta y sin muchas esperanzas, es la nueva zanahoria de quienes supuestamente toman las decisiones para “motivar” a la gente a continuar una marcha inacabable de frustraciones y pequeños éxitos. Tal vez suene algo oscuro, sin embargo, la verdad nunca ha sido cómoda ni reconfortante.

Para algunos, este paréntesis ha supuesto la oportunidad de revisar, a conciencia o superficialmente al menos, aquella cotidianidad que llaman vida para ver si hay algo más o retomar hábitos o costumbres más o menos sanos que por lo frenético del ritmo que llevamos, se habían olvidado por el camino. Para otros, ha sido una espera agobiante donde se vieron confrontados por las inescapables consecuencias de sus decisiones, buenas o malas, de las que de alguna forma quieren librarse.

Y para terminar, la fragilidad humana y la banalidad donde ponemos nuestra atención han quedado, una vez más, al descubierto. Eso si, quédense tranquilos. Nada es duradero y las conclusiones medianamente constructivas a las que se llegaron durante esta reflexión forzada se olvidarán rápidamente cuando las distracciones de siempre retomen su programación habitual…

 

The Day the Earth stood Stupid

El otro dia comentaba con Marcela que esta coyuntura / circo / plan organizado / circunstancia por la que estamos pasando tiene mucho que ver con la percepción del mundo que tiene cada persona. No se desconoce que algo ocurre a nivel biológico, aunque aún nadie sepa a ciencia cierta qué es y cómo funciona, y que sigamos dando palos de ciego para crear certezas que no existen, sin embargo, parece ser, y esto es únicamente fruto de observaciones empíricas, que aquello afecta más a quienes están predispuestos mentalmente a este tipo de acontecimientos, así digan que es algo sin precedentes en la historia (lo cual denota una ignorancia supina sobre cómo funciona el mundo y sus complejas interacciones con los seres que habitamos en él).

Me explico: el miedo es un poderoso agente transmisor de emociones e ideas. Aún si estos conceptos no tienen ninguna base que los sustente, si se hace una buena campaña publicitaria o de propaganda, los incautos caeran redondos al verse bombardeados por las mismas informaciones una y otra vez, especialmente si son difusas o no fácilmente contrastables (“el amigo de un amigo”, las “estadísticas”, etc.), limitándose a repetir y amplificar la desinformación hasta que no se puede distinguir el hecho concreto de la historia que fue inventada a su alrededor, porque proviene de “medios oficiales” (la prensa, la radio, internet, etc.) que bien sabemos no son confiables ni verificables en la mayoría de los casos.

Sin querer dar lecciones ni sugerencias, una actitud crítica de doble o triple análisis (léase, calcular las consecuencias de las consecuencias de nuestros actos) ante cualquier situación que implique jugarnos el pellejo, sería recomendable para evitar problemas mayores. La dificultad radica precisamente que la capacidad de razonamiento de la mayoría ha disminuido dramáticamente en los últimos tiempos y no precisamente por la situación actual, sino por una aceptación ciega de hechos no comprobados pero con la suficiente fuerza como para hacer creer que son la verdad absoluta y por una pereza endémica que impide que nos hagamos cargo de lo que en realidad importa, sea lo que sea para cada uno, y no me refiero a likes, posesiones, viralidad (sin querer hacer un chiste fácil, dado los tiempos que corren), status social, laboral o capacidad de gasto…

El asunto es que, vamos inexorablemente hacia una cultura de estupidez general, donde se cree lo que es más cómodo creer y aquel que cuestiona o piensa un poco más allá, es tratado de loco en el mejor de los casos y en el peor hasta su integridad física puede llegar a correr peligro por la misma razón.

Recomiendo encarecidamente la película “Idiocracy” como una ilustración gráfica de lo expuesto, y también algunos capitulos de la comedia “Seinfeld” donde se ve claramente lo que ocurre cuando no se piensa en lo que pasará después con la vana esperanza de que “se solucione por si solo” o “que alguien lo arreglará por mi”.

Y para terminar, una cita atribuida a Anatole France:

“Que 50 millones de personas digan algo estúpido, no hace que deje de serlo…”

FBC

Una vez más, la vida nos muestra que todo funciona hasta que deja de hacerlo.  Las mentiras que creímos alguna vez, por la razón que sea, dejan de tener sentido cuando la base que las sostiene desaparece bajo el peso de su propia estupidez.

“La existencia es aquello que hacemos de ella”, una frase que suena bien hasta que de repente nos percatamos de que a la existencia le importa bien poco lo que pensemos, hagamos o digamos. El sol sale cada día, con o sin nosotros para presenciarlo.

La pregunta es: Nos gusta ser controlados? Es posible, ya que la tarea de hacernos cargo de nuestra propia vida es bastante pesada y tediosa, y qué mejor que alguien más decida por nosotros? Una decisión peligrosa, sobre todo cuando vemos que quienes toman las decisiones no están pensando en el mejor interés de la mayoría…

Habrá alguna agenda oculta? Algún plan oscuro del que no tenemos idea? Es todo una fantasía? Nos resistimos a la evidencia? Y si dejáramos las creencias de lado para ver que simplemente pasa lo que pasa, sin ningún tipo de color o sabor? Nah, dirán muchos, es demasiado aburrido, hay que ponerle drama y seguirnos distrayendo! Al fin y al cabo, es lo que mejor hacemos, no?