La causa (y solución) de todos nuestros problemas

Una vez más, el inmortal Jaime Garzón pone de manifesto que el sentido común es la mejor arma contra la ignorancia y la intolerancia reinante en estos tiempos del ruido. Sustituyan la palabra “Colombia” por el país, región o ciudad de su elección. Si hay términos que no comprenden, por el contexto podrán deducir su significado…

 

Decepción

No quería decirlo antes, pero lo sospechaba y de alguna manera, lo esperaba. Sin embargo, tenía la pequeñísima esperanza de que algo pudiera cambiar, que se removieran las conciencias y que todas las personas pudieran ver, así fuera fugazmente, que el cambio era posible y necesario, que en manos de todos y todas estaba el poder dar un timonazo que pusiera rumbo a otro lugar, no mejor ni peor, simplemente diferente.

Sin embargo, cuando se asentó el polvo de la “batalla”, los resultados fueron los mismos: los que estaban, permanecen, los que se oponían, ahora son quienes mandan (otra vez), y los que posiblemente podían constituirse en contrapeso o agentes catalizadores del cambio, quedaron relegados a un segundo plano (de nuevo).

¿Que ocurrió? No tengo ni idea. Tal vez habría sido más fácil explicarlo si no hubiese existido la presión social para cambiar, para decir basta, para que se pudiera ver que ya no estamos impasibles ante tantos abusos, desmanes, robos y demás. Pero al haber existido un movimiento que puso al descubierto el descontento general, las vergüenzas del sistema y sobre todo, la injusticia y sinrazón del mismo, cuando había una sensibilización previa, cuando parecía que mucha gente había entendido que era lo que pasaba realmente, pues no tiene ninguna explicación lógica.

¿Miedo? ¿Desidia? ¿Incredulidad? ¿O una hipocresía galopante? No quiero sacar conclusiones apresuradas. Tal vez fue una mezcla de todo, tal vez quienes habitamos en este país no estamos preparados para afrontar una nueva realidad diferente, en la que las personas volvamos a ser importantes, por encima de intereses monetarios o políticos. Tal vez ese nivel de madurez individual y colectivo no se ha alcanzado. Tal vez haya que tener paciencia y esperar un poco más. Sin embargo, tengo la sensación de que el tiempo se está acabando, y que cada oportunidad que se deja pasar puede ser la última que tengamos.

Y yo que pensaba que por una vez íbamos a pensar al unísono, cuidándonos los unos a los otros y haciendo escuchar nuestra voz a quienes dicen mandar sin autoridad moral… Iluso de mi. En fin, soñar no cuesta nada. Y parafraseando a Lampedusa, hemos “cambiado todo para que todo siga igual”. Que los Dioses, la Fuerza y todo lo que se pueda nos acompañe. Vamos a necesitar mucha pero que mucha ayuda para enfrentar lo que se nos viene encima…

Anestesia General

Esta es rápida y concreta: ayer había un partido de fútbol supuestamente importante. Ganó el equipo local. Histeria colectiva. Celebraciones. Olvido por unas horas o días de lo que está pasando en realidad. Primas millonarias para los integrantes de un equipo que no saben qué significa no poder llegar a fin de mes. No les quito mérito: correr casi 10 kilómetros a un ritmo frenético para darle patadas a un balón debe tener su ciencia. Envidio su estado físico, pero nada más, porque el ser descalificado a los 35 años por estar “viejos” no me parece la mejor manera de acabar una carrera.

Nadie quiere pensar en lo que está pasando. Es más fácil entregarse a la droga colectiva. Pan y circo, decían los antiguos romanos. Mejor eso que asustarse por lo que viene en breve, cuando las prestaciones de esta falsa sociedad del bienestar se acaben y la gente recuerde de la manera más dolorosa posible que realmente no tiene nada y que es esclava de una deuda de por vida.

Vienen malos tiempo, pero para qué pensar en ello? Mejor distraigámonos a ver si por arte de Birlibirloque todo se soluciona sin que tengamos que hacer nada. Total, como decía Homer Simpson: Para eso escogemos a los políticos, para que no tengamos que pensar por nosotros mismos…