A veces, muchas más de las que nos gustaría admitir, olvidamos las cosas básicas y esenciales por dedicarle más tiempo del necesario a lo accesorio y banal, que normalmente viene impuesto por intereses de individuos de quienes desconocemos las razones y los motivos, y que asumimos ardiente e inconscientemente como propios.
Y cuando esto pasa, invariablemente sobreviene el desastre. La contradicción permanente en la que hemos convertido nuestra existencia va incrementando la entropía hasta que alcanza un nivel tan insoportable que el desenlace posterior casi siempre es trágico y desagradable.
Nada ni nadie puede resistir la fuerza imparable de la evidencia. Esto es, la via natural sigue su camino con o sin nosotros. Si oponemos resistencia, tal vez por un breve instante sintamos que “controlamos”, “influimos” o “gestionamos” el resultado de lo que ocurre. Sin embargo, pronto nos daremos cuenta que esto es simplemente una ilusión más y que la mejor postura es la de recibir lo que viene tal como se presenta y navegar por las aguas de la vida de la mejor manera posible, casi siempre de oído, haciendo de la coherencia un principio fundamental para con nosotros mismos.
Por lo tanto, concentrémonos en el ahora y en lo que tenemos delante. De nada sirve añadir más presión e incertidumbre al devenir de los acontecimientos añorando el pasado o tratando de descifrar el futuro. Como nos hemos dado cuenta una y otra vez a lo largo del tiempo, nuestras acciones y reacciones normalmente no tienen ningún efecto en el resultado. Tercamente insistimos en darle continuidad a algo que no la tiene y sufrimos porque la aleatoriedad de lo que ocurre no es de nuestro gusto (como si alguna vez, dentro de nuestra proverbial e infinita ignorancia, hubiésemos tenido un atisbo de sentido común para vislumbrar lo que nos conviene o necesitamos en realidad).
Y si bien es cierto que este punto de vista puede parecer fatalista o conformista a los ojos de algunos, es en realidad la manera menos violenta de enfrentar esta serie de acontecimientos inconexos que constituyen la presencia en este plano material y burdo: con una saludable dosis de curiosidad y contentamiento.
El que lea estas palabras puede estar de acuerdo o no con lo expuesto, sin embargo, les dejo con esta pregunta: han visto ustedes un desastre más espectacular que este? (Gracias querido Zorba por el amable recordatorio!)