Para despedir el año, un corto de Max Duncan, donde podemos ver la vida de una familia china rota por el materialismo, la inequidad y la pobreza, que se ven exacerbadas en estas fechas “festivas”. Quizá nos ayude un poco a no perder la perspectiva en medio del gasto y desenfreno irresponsable que nos caracteriza. Qué La Fuerza nos acompañe en 2018…
Mandela o los héroes/heroinas que no debieron existir
No voy a escribir la típica nota laudatoria y oportunista, ni a enumerar las frases célebres de Nelson, ni a recordar su estancia en prisión y su lucha contra el apartheid, terrible palabra que sólo sirvió para discriminar y separar durante tantos años. No, hoy no me sumo al rasgamiento colectivo de vestiduras sobre el futuro de Sudáfrica sin su líder espiritual y moral, ni enumero detalladamente las profundas diferencias que aún existen en aquel país y en el continente africano en general.
Nada de eso. Hoy veo que después de la noticia de la muerte del expresidente, los diarios y las noticias simplemente han cambiado ya el chip y hablan del sorteo del mundial (!), porque como decia Hector Lavoe, lo demás son “periódicos de ayer”, y más que indignarme, simplemente entiendo que es la naturaleza humana: ávida de emociones, sensaciones e insaciable, pero esto es otro tema aparte.
Lo que me impulsa a escribir hoy es precisamente la “excepcionalidad” del personaje, el que lo elogiemos por una lucha que debió y debe ser absurda, por la injusticia contra él que no debió existir, por esos veintitantos años de cárcel injustificada, por defender la tierra de sus antepasados ante un invasor al que no le importaban nada más que sus propios intereses, por algo lógico a todas luces que simplemente aceptamos como extraño.
La norma deberían ser los Mandelas o los Bikos o todos/as ellos/as, por no extenderme ni salirme del contexto, la norma debería ser la paz social, la abundancia para todos y todas, el respeto y la tolerancia dentro de la diferencia que caracteriza a los seres humanos, sin querer uniformizar ni imponer, el acceso universal y gratuito a servicios básicos como la educación, la alimentación, el agua, la sanidad y la seguridad de calidad, el que el pueblo no tenga que levantarse en armas o protestas para reclamar justicia por la avaricia o indiferencia de sus gobernantes, sean quienes sean. Esa debería ser la norma y no la excepción, que estos y estas luchadores/as fueran líderes del cambio en lugar de mártires por causas absurdas que nunca debieron existir.
Hoy no quiero recordar a Mandela por lo que hizo, sino reflexionar por qué tuvo que hacerlo y desear y trabajar fervientemente cada día por que el cambio se produzca y estos episodios y personajes pasen a ser simplemente curiosidades históricas sin importancia, por el bienestar en el que podemos y debemos vivir.