Hay épocas en la vida donde todo comienza a pasar cada vez más rápido: como que no sabemos por donde llegan las cosas pero de alguna manera comienzan a encajar y a producir esos resultados que llevábamos tiempo deseando o intencionando. Sin embargo, a veces el ver que todo comienza a funcionar de golpe resulta un poco sobrecogedor, sin llegar a morir de éxito, claro. La sensación de velocidad produce un vértigo que es a la vez agradable y terrorífico, alegre y doloroso, que nos hace pensar que no estamos del todo preparados para recibir lo que estábamos esperando. Curiosa sensación. Lo mejor que se puede hacer (o al menos, lo que yo hago) es disfrutar como se pueda, porque ya sabemos que este tipo de cosas son efímeras y altamente volátiles…