The Sugar Cookie

Muchas veces damos por sentado que la vida es de una u otra forma. Y simplemente transitamos por la existencia esperando secretamente que todo siga igual y que nada de lo que consideramos cercano o personal cambie de manera sustancial en un plazo de tiempo razonable.

Y bueno, a veces sale bien por un tiempo; sin embargo, el equilibrio universal tiene una forma interesante y despiadada de recordarnos no tan amablemente (si es que aquello que regula todo lo que ocurre tiene algún tipo de conciencia como la nuestra, cosa que imaginamos y creemos para tratar de entender lo que pasa desde nuestra limitada y miope perspectiva humana) que las cosas simplemente son como son y que lo que consideramos seguro y estable no es más que un momento fugaz que casi siempre pasa desapercibido por nuestra proverbial distracción y avidez infinita de más y mejores distracciones.

El asunto es que no nos damos cuenta y cuando tenemos la rara oportunidad de hacerlo, lo olvidamos tan rápido como llega el siguiente objeto brillante y atrayente que simplemente nos vuelve a dejar en la estacada cuando su falso encanto desaparece, y así sucesivamente, preguntándonos de cuando en cuando por qué las cosas siguen igual…

El ignorar que estamos sujetos a todo tiempo de acontecimientos, grandes o pequeños, en cualquier momento de nuestro caminar por este planeta se antoja gracioso y hasta grotesco, porque sabemos de sobra que en cualquier momento sale nuestro número y que debemos enfrentar aquello que surja de la mejor manera posible. Y el considerar esta idea, así sea de reojo, podría ser una invitación a dos cosas: prepararse lo mejor que se pueda y por otro lado, a recibir con los brazos abiertos lo que sea que venga en nuestra dirección, cosa que puede parecer un contrasentido cuando lo que recibimos no es de nuestro agrado, sin embargo, tal vez sea la mejor manera de afrontar la incertidumbre constante en la que vivimos, así insistamos tercamente en sostener que no es así…

Esperas, Mentiras y Espejismos

Creo que la lección más importante en estas casi (a falta de un par de días) 5 décadas de tránsito, ha sido el comprobar que unas pocos principios vitales han cobrado más y más relevancia a medida que pasa el tiempo. Algunos ya han sido mencionados una y otra vez (“Los problemas no lo buscan a uno, uno busca a los problemas”, “No se puede ayudar a aquel que no pide ayuda” y “De donde se saca y no se echa, se acaba”, por lo que hoy quiero añadir algunos más que se han ganado su sitio en esta lista por su contundencia y utilidad manifiesta: “Mintamos menos y seremos más felices”, “El que Espera, definitivamente Desespera”, y sobre todo “Disuelve tu Personalidad”.

Cuando digo “Mintamos menos y así seremos más felices, esta máxima resulta particularmente poderosa en el mundo en el que estamos viviendo desde hace algunos años, porque, como dicen en España, cada vez se les ve más el plumero a aquellos que nos intentan convencer de la veracidad de engaños que son absolutamente evidentes y flagrantes que no se creen ni ellos. Ya es hora de dejar las tonterías, madurar de una vez por todas y decir las cosas tal y como son, sin edulcorantes ni suavizantes, porque es la única manera que el devenir natural de los acontecimientos no se vea entorpecido ni enrarecido todavía más. Que será doloroso o incómodo? Definitivamente! De eso se trata. Por no ser sinceros y directos es que hemos llegado a donde estamos…

Por otro lado, está quien mete la cabeza en la arena deseando a que los nubarrones desaparezcan o que los problemas se disuelvan mágicamente. El poner la “esperanza” (palabreja prostituída y totalmente vacía de contenido) en lo que vendrá: que llegue lo que espero, que reciba lo que sueño o en pocas palabras, cargando todo el peso de la vida en el misterioso e impredecible futuro, es cuando menos, absurdo e infantil. La vida es HOY, sin que esto signifique que tengamos que llenarnos de actividades u ocupaciones sin fin para parecer “productivos”, y por supuesto, y aqui viene lo divertido y que enlaza con la siguiente idea, ser capaces de olvidarnos del supuesto resultado, para simplemente concentrarnos en el proceso. Ya es hora de dejar de seguir el inútil paradigma del garrote y la zanahoria, ya que así es muy posible que la existencia se transforme en una experiencia diferente de una vez por todas…

Y por último, si por fin nos atrevemos a dar el paso y nos olvidamos de lo aprendido, la inercia, las costumbres, los juicios, los parámetros, el “deber ser” y los marcos de referencia, tal vez seamos capaces de observar lo que pasa tal como pasa, sin apenas filtros ni distorsiones. Y para ello, no es necesario más que disolver resuelta y decididamente esa imagen aparentemente perfecta e inamovible de nosotros mismos que hemos cultivado y cuidado con esmero durante tantos años, y que tantos quebraderos de cabeza nos ha traído (así algunos protesten y piensen lo contrario, porque en el fondo saben que es verdad…)

Y para terminar, me gusta mucho y me he apropiado de esta frase del ex-diseñador Katsutoshi Nishimoto que podría ser añadida al listado anterior, porque refleja a la perfección lo disparatado y descabellado del status quo, ese que hemos defendido a capa y espada hasta ahora, sin saber muy bien por qué:

“I want to be laughed at when I’m alive and want to die being laughed at”

(Quiero que se rían de mi mientras estoy vivo y quiero morir mientras se rien de mi)

Ebb and Flow

Hoy una reflexión corta: A veces (demasiadas para mi gusto) olvidamos que la vida es un contínuo devenir donde lo único permanente es el cambio, así suene a tópico:  El dia y la noche, las estaciones, el sol y la lluvia, la salud y la enfermedad, el existir y el morir. Nada de esto debería sorprendernos y lo más sano sería navegar cada momento de esta manera, sabiendo que la fugacidad es lo que hace valiosa la experiencia. Sin embargo, nos empeñamos en aferrarnos a lo conocido, a lo “que se debe hacer”, a la obligación y así sólo entorpecemos el proceso natural. No escuchamos las contínuas señales del cuerpo y de todo lo que nos rodea, que es donde normalmente suelen estar todas las respuestas.

Los dogmas, “ismos”, ideas preconcebidas, “valores” (casi siempre aprendidos y nunca cuestionados ni analizados), religiones, conceptos y demás que supuestamente están ahí para facilitarnos el entender lo que pasa, se vuelven muros insalvables por la terquedad de simplemente aceptar lo que ocurre tal como es y dejar de comparar la realidad con lo que tenemos en la cabeza, luchando para defenderlo como sea contra lo que vemos si es que aquello se sale de los parámetros establecidos que se consideran intocables (sin saber muy bien por qué).

En fin. La idea es simplemente ser y dejar que el flujo nos lleve donde convenga más, haciendo lo que amerite cada momento, así nuestra mente racional no esté de acuerdo casi en ninguna ocasión. De esta manera se sufre menos y se vive de una forma menos artificial y forzada…

 

Producir o Consumir

Es increible ver cómo hemos asumido en nuestras vidas que somos unos simples y ávidos consumidores. El producir no entra dentro de nuestros planes. El propósito vital de una gran parte de los y las habitantes de este planeta es generar los recursos necesarios para seguir sosteniendo el despropósito de un consumo infinito.

¿Cuantos de nosotros / as nos levantamos el día para producir realmente? ¿Generamos algún tipo de contenido, idea o producto que nos aleje del círculo pernicioso del consumo imparable? Lo normal es que no, que simplemente nos conformemos o soñemos que lo próximo que adquiramos será aquello que nos proporcione la “felicidad” que tanto anhelamos. Vana ilusión. El consumir es realmente una adicción en donde nuestros sueños e ilusiones van a parar a un pozo sin fondo que no se llena nunca. Ya decía Nisargadatta Maharaj que un deseo siempre genera otro, y otro, y otro…

Mi propósito a partir de ahora es desequilibrar la balanza: más producir y menos consumir, así sea en forma de pensamientos e ideas ingenuas para cambiar, en mayor o menor medida, el mundo que me rodea.