El otro dia comentaba con Marcela que esta coyuntura / circo / plan organizado / circunstancia por la que estamos pasando tiene mucho que ver con la percepción del mundo que tiene cada persona. No se desconoce que algo ocurre a nivel biológico, aunque aún nadie sepa a ciencia cierta qué es y cómo funciona, y que sigamos dando palos de ciego para crear certezas que no existen, sin embargo, parece ser, y esto es únicamente fruto de observaciones empíricas, que aquello afecta más a quienes están predispuestos mentalmente a este tipo de acontecimientos, así digan que es algo sin precedentes en la historia (lo cual denota una ignorancia supina sobre cómo funciona el mundo y sus complejas interacciones con los seres que habitamos en él).
Me explico: el miedo es un poderoso agente transmisor de emociones e ideas. Aún si estos conceptos no tienen ninguna base que los sustente, si se hace una buena campaña publicitaria o de propaganda, los incautos caeran redondos al verse bombardeados por las mismas informaciones una y otra vez, especialmente si son difusas o no fácilmente contrastables (“el amigo de un amigo”, las “estadísticas”, etc.), limitándose a repetir y amplificar la desinformación hasta que no se puede distinguir el hecho concreto de la historia que fue inventada a su alrededor, porque proviene de “medios oficiales” (la prensa, la radio, internet, etc.) que bien sabemos no son confiables ni verificables en la mayoría de los casos.
Sin querer dar lecciones ni sugerencias, una actitud crítica de doble o triple análisis (léase, calcular las consecuencias de las consecuencias de nuestros actos) ante cualquier situación que implique jugarnos el pellejo, sería recomendable para evitar problemas mayores. La dificultad radica precisamente que la capacidad de razonamiento de la mayoría ha disminuido dramáticamente en los últimos tiempos y no precisamente por la situación actual, sino por una aceptación ciega de hechos no comprobados pero con la suficiente fuerza como para hacer creer que son la verdad absoluta y por una pereza endémica que impide que nos hagamos cargo de lo que en realidad importa, sea lo que sea para cada uno, y no me refiero a likes, posesiones, viralidad (sin querer hacer un chiste fácil, dado los tiempos que corren), status social, laboral o capacidad de gasto…
El asunto es que, vamos inexorablemente hacia una cultura de estupidez general, donde se cree lo que es más cómodo creer y aquel que cuestiona o piensa un poco más allá, es tratado de loco en el mejor de los casos y en el peor hasta su integridad física puede llegar a correr peligro por la misma razón.
Recomiendo encarecidamente la película “Idiocracy” como una ilustración gráfica de lo expuesto, y también algunos capitulos de la comedia “Seinfeld” donde se ve claramente lo que ocurre cuando no se piensa en lo que pasará después con la vana esperanza de que “se solucione por si solo” o “que alguien lo arreglará por mi”.
Y para terminar, una cita atribuida a Anatole France:
“Que 50 millones de personas digan algo estúpido, no hace que deje de serlo…”