Acabo de leer la noticia referente a la ruptura de relaciones diplomáticas entre Colombia y Nicaragua, como resultado de la incursión en territorio ecuatoriano por parte del ejército colombiano para dar de baja al guerrillero “Raul Reyes”.
Para aquellos que no sepan cual es el origen de todo este embrollo, lo explico brevemente: A principios de este mes, las fuerzas de seguridad colombianas localizaron al guerrillero Reyes en un campamento situado a menos de dos kilómetros de la frontera con Colombia, en territorio ecuatoriano, y procedieron a efectuar una operación militar que permitió darle de baja, junto con otros miembros de su escolta personal. Reyes era el número dos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, un movimiento guerrillero que lleva casi 50 años asolando al país.
En un principio, se habló de coordinación entre los cuerpos armados de ambos países para dicha operación y de que el presidente Uribe había informado de la operación a su homólogo ecuatoriano, pero más tarde se supo que el ejército colombiano bombardeo el campamento de los guerrilleros ubicado fuera de su territorio. Adicionalmente, algunos de sus miembros ingresaron en suelo ecuatoriano para recuperar los cadáveres de los insurgentes y así evitar el ocultamiento que suelen hacer las FARC de estos para desacreditar al gobierno colombiano, a través de la táctica de disfrazar a los muertos de campesinos y sostener que se está asesinando a civiles indefensos (como ellos vienen haciendo desde hace muchos años, con la diferencia de gozar de una impunidad casi absoluta).
A raíz de esto, y sin tener absolutamente nada que ver en el problema, Venezuela anunció que rompía relaciones diplomáticas con Colombia, acusando nuevamente al gobierno de este país de ser un “títere de los Estados Unidos” y de “querer desestabilizar la región con sus tácticas militaristas”. Seguidamente, el presidente Correa, aliado “natural (?)” de Chávez, hizo un anuncio similar, al que se sumó el de Nicaragua que comenté al principio.
Lo que no termino de entender es cual es el interés que tienen venezolanos, ecuatorianos y ahora nicaragüenses (!) en apoyar a un grupo terrorista como son las FARC. Si bien es cierto que el gobierno colombiano obró mal al no contar con Ecuador para esta operación, lo que no se puede admitir es que los países vecinos permitan que los guerrilleros y sus colaboradores campen a sus anchas en sus territorios cuando se ven acosados y perseguidos por las fuerzas del orden colombianas, a sabiendas de todos los crímenes que han perpetrado durante el tiempo de su existencia. Es algo así como que un ladrón que roba en una casa se refugie en la del vecino que pertenece a otro barrio, y al ir a buscarlo la policía, se les impida la entrada.
Lo que queda claro es que los únicos títeres y lacayos de esta historia no son los colombianos, sino los ecuatorianos y nicaragüenses que, sin voluntad ni sentido común, y solamente siguiendo las órdenes de un dictadorzuelo de pacotilla, comienzan a levantar la voz por el riesgo de quedarse sin los petrodólares con que los apoya su amigo caribeño.
Colombia lleva casi cinco décadas librando una guerra de baja intensidad (que es un conflicto en toda regla, pero sin que sea reconocido como tal por la comunidad internacional) en contra de los grupos subversivos que sólo han causado daño y pobreza al país con sus crímenes atroces e ideales caducos. Y la mejor muestra del odio y hastío de la población hacia ellos fue la marcha multitudinaria del 4 de febrero, donde varios millones de personas en todo el planeta dijeron “basta ya” a los desmanes de las FARC, haciendo ver al mundo la verdad sobre este grupo terrorista y dejando al descubierto las condiciones infrahumanas y vejatorias a las que tienen sometidas a las más de 700 personas que tienen secuestradas, en algunos casos desde hace casi 10 (!) años. A pesar de todo esto, han hecho oídos sordos, no solamente los criminales guerrilleros sino los gobiernos de los países vecinos…
Lo más triste desde mi punto de vista, es que la población de estos países, que sufre en su gran mayoría graves problemas de pobreza, inseguridad y desempleo, no se manifieste en contra de las políticas erráticas y claramente demagógicas de sus gobernantes, porque estoy seguro que a ningún ecuatoriano, venezolano o nicaragüense de a pie le interesa entrar en guerra con una nación con la que existen vínculos históricos, comerciales y sociales que datan de varios siglos, y están pensando más bien en cómo resolver sus problemas del día a día, esos que quedan en el olvido a cambio de la resonancia internacional y las portadas de los periódicos. Porque está claro que vende más una declaración de ruptura de relaciones que una solución efectiva contra la pobreza o el hambre…
Esta no es precisamente la idea bolivariana de unión y colaboración que imaginó el Libertador y que ahora está siendo pisoteada y deformada grotescamente por el coronel de cierta república bananera que me recuerda peligrosamente al protagonista del “Jinete de Bucentauro“, genial obra de Alfredo Iriarte, donde queda reflejado de una forma magistral el sino tragicómico de quienes, autoproclamándose como mesías, terminan crucificados en medio del alivio generalizado y posterior indiferencia y rápido olvido de la población.
Y la comunidad internacional? No ha guardado silencio del todo, pero su reacción no ha sido especialmente efectiva hasta el momento. Tal vez hay muchos intereses ocultos en la región que buscan la prolongación del conflicto…
Pueda ser que el colectivo latinoamericano entre en razón de una vez por todas en un futuro no muy lejano y se de cuenta que los experimentos extremistas, del color y partido político que sean, nunca terminan bien, que los milagros y las soluciones mágicas para los problemas de base no existen y que las únicas víctimas directas son los asalariados y ciudadanos comunes, que seguirán teniendo que soportar la estupidez crónica de quienes han elegido como gobernantes hasta que no comprendan que el voto informado es el arma más valiosa en contra de la ignorancia y el populismo.