Ya hace unos cuantos días que no escribo nada, más que todo porque estoy concentrado en vivir cada segundo de este viaje, que como conté antes, quiero que se convierta en una experiencia que me permita seguir adelante en esta nueva etapa renovado y con una nueva visión del mundo. Leyendo esto que acabo de escribir suena un poco ambicioso, pero es lo que pretendo conseguir, disfrutando el camino hacia ello más que el resultado final. La semana pasada estuve en un lugar maravilloso (del que escribiré más adelante con detalle), alejado del mundanal ruido y viendo que la vida sencilla y enfocada hacia lo básico es posible y hasta necesaria.
Hoy comienza una nueva semana. El tiempo sigue su marcha inexorable, rápida o lenta según lo veamos, y el día de mi regreso se acerca. Sin embargo, muchos sentimientos que me invadieron en viajes anteriores han ido dando lugar a una calma placentera, sobre todo cuando vuelvo a revivir momentos del pasado y me reconcilio con aquellas cosas o personas con las que tenía asuntos pendientes. A veces nos llenamos de lastres invisibles que nos frenan y arrastran hacia espacios de dolor y desesperanza. El liberarnos de ellos nos ayuda a continuar, llenando nuestra vida de sensaciones nuevas, sin importar que sean buenas o malas, pero que al final siempre nos enriquecen. En eso estoy…