Providencia

Ya sé, ya sé. Había dicho que el viernes pasado iba a escribir sobre este viaje, pero entre una cosa y otra, no pude. Pero bueno, más vale tarde que nunca, así que aquí está:

Como ya saben algunos de los que me conocen, hace poco estuve en una pequeña isla perteneciente al archipiélago de San Andrés, en el caribe colombiano, llamada Providencia. Dicho archipiélago lo conforman tres islas principales: San Andrés, la citada Providencia y Santa Catalina, esta última se encuentra unida a Providencia mediante un bonito puente flotante.

El acceso a Providencia se puede hacer por vía marítima (unas 6 horas) o en avión (25 minutos), desde el aeropuerto de San Andrés, al que se llega después de 2 horas de vuelo desde Bogotá. Hay dos compañías que operan regularmente en el aeropuerto El Embrujo de la isla: Searca y Satena, con uno o dos vuelos diarios.

Si se ha concertado el traslado al hotel desde el aeropuerto, los taxis (coches grandes y viejos de estilo 70s-80s en EEUU) estarán esperando a la puerta. Si no, es fácil tomar alguno porque las distancias son cortas y los precios asequibles. Como no hay carreteras que atraviesen la isla por la mitad, hay que rodearla casi por completo para acceder a la zona hotelera, que está en el otro lado de la isla. Cabe anotar que la “ciudad”, es decir, donde están los comercios, bancos y demás, se encuentra a unos 10 minutos en coche desde dicha zona hotelera.

Hay una oferta variada de hoteles en la isla, desde alojamientos de cadenas reconocidas hasta casas de familia. Recomiendo encarecidamente hacer reserva previa, ya que dada la poca disponibilidad de camas en ciertas temporadas, es mejor llegar con todo dispuesto para evitar sorpresas.

La mejor época para ir es entre mayo y junio, y la peor, por la estación de lluvias, entre agosto y septiembre. El clima durante todo el año es tipicamente caribeño, con temperaturas que oscilan entre los 25 y 30 grados.

La pregunta obligada es: y qué se hace en Providencia? Y la respuesta más fácil es: básicamente nada. Es el lugar perfecto para descansar, relajarse y desconectar (Hay cobertura de móvil sólo en ciertas zonas de la isla, la televisión llega pero en pocos canales y no escuché la palabra internet en todo el viaje), aprovechando la naturaleza y el ambiente tranquilo que se respira en la isla.

Sin embargo, para aquellos a los que les resulte demasiado pesado esto de no hacer nada, hay diversos planes con los que distraerse.

El primero de ellos es la vuelta a la isla en barca. La excursión dura desde las 9 AM hasta las 4 PM y tiene un costo reducido (unos 7 euros por persona) porque se comparte el medio de transporte con unas 15 personas más. El recorrido comienza en la parte de los hoteles y se viaja hacia el norte, bordeando siempre la isla principal. La primera parada es en Santa Catalina, que como ya comenté, es una pequeña isla unida a Providencia por un puente flotante.

Justo antes de llegar esta isla, se puede apreciar la cabeza de Morgan, una curiosa formación de piedra que se asemeja a una cabeza (en mi opinión, más a una calavera) humana y que los nativos del lugar atribuyen al Pirata Morgan, quien supuestamente enterró un tesoro en Providencia.

De ahí el viaje continúa hasta Cayo Cangrejo, una formación rocosa perfecta para hacer snorkeling y subir hasta la cima del cayo desde donde se aprecian unas espectaculares vistas de los arrecifes de coral que rodean la isla. Allí se ubica el parque natural Old Providence McBean Lagoon, que es el parque nacional más pequeño de Colombia. Como dato curioso, Providencia tiene la tercera barrera coralina más grande del mundo, después de Australia y Belice. Hay que tener en cuenta que la entrada no está incluída en el precio de la excursión. Les recomiendo que den la vuelta al cayo haciendo snorkeling, así no lo hayan practicado nunca. Es una experiencia inolvidable y muy segura. Eso si, no olviden los zapatos de mar, la careta y el snorkel, que aunque pueden ser alquilados en la propia embarcación, es mejor llevarlos como equipo propio, especialmente el último, por razones de higiene.

Despues de estar un par de horas disfrutando de la belleza submarina, el recorrido prosigue hasta la bahía de Manzanillo, donde hay una bonita playa para descansar y reponer fuerzas después de la excursión submarina.

Allí mismo queda uno de los lugares más famosos de la isla: el bar de Roland, donde por las noches se organizan fiestas con hoguera y se escucha el mejor reggae de la isla.

Finalmente, el viaje termina en la parte sur de la bahía de Agua Dulce, donde se toma el almuerzo y luego se regresa al hotel.

Por otra parte, también existe la posibilidad de subir al pico más alto de la isla (The Peak), en un paseo que dura unas 3 horas y que se recomienda hacer por la mañana, debido a las altas temperaturas del medio dia.

Se pueden hacer excursiones dando la vuelta a la isla en moto o bicicleta, aunque esta última opción solo la recomiendo para ciclistas experimentados, porque el camino puede ser bastante exigente, dado el estado de las carreteras y las continuas pendientes que nos encontraremos. Y para los que les guste el mar, hay posibilidad de hacer kayaking rodeando la isla o en sitios específicos, aprovechando la tranquilidad del mar en esta zona del Caribe.

Y como no podía ser de otra manera, existen numerosos puntos rodeando Providencia donde podemos bucear en aguas cristalinas y llenas de peces de gran colorido. Hay varias agencias que se ocupan del alquiler del equipo, cursos y el desplazamiento en barca hasta esos lugares con precios razonables.

La gastronomía isleña es excelente. Hay variedad de platos hechos con cangrejo, langosta y pescado fresco que combinados con el tradicional arroz con coco y los tubérculos fritos (platano, yuca, etc.) harán las delicias de quienes los prueben.

Justo cuando estuve allí, era la temporada de desove del cangrejo negro, una especie típica de la isla que habita en las montañas y se acerca al mar por las noches para dejar los huevos. Durante ese tiempo está prohibida su captura y hay que tener cuidado de no cruzarse en su camino para no hacerles daño y porque las hembras pueden ser nerviosas y hasta un poco agresivas, aunque son inofensivas si no se les molesta.

En resumen, es un viaje muy recomendado si queremos reencontrarnos con la naturaleza y disfrutar del entorno sin tanto agobio de turistas ni civilización…