El sábado salí de mi casa justo después de comer porque quería tomar algunas fotos de los ciruelos en flor que abundan en esta época, un raro espectáculo que dura solamente unos pocos días a principios de primavera, pero que se ha adelantado este año por las temperaturas inusualmente altas que han caracterizado este invierno. Era algo que quería hacer desde hacía bastantes años, pero entre una cosa y otra, siempre que me acordaba, ya era demasiado tarde…
Así que cámara en mano, me dirigí hacia una pequeña plaza peatonal que queda cerca a mi casa, pero como quería fotografiar las dos variedades (blanca y rosa), me fui alejando hasta terminar por un paseo fluvial donde suelo ir a pasear o a montar en bici.
Sin darme cuenta, comencé a andar más y más y fui fotografiando las flores y los árboles que me iba encontrando. Incluso dí con una pareja de urracas! (las fotos, dedicadas con todo cariño a Santi y Francesc…), pero al ser estos animalitos muy tímidos e inquietos, me costó muchísimo poderles hacer alguna foto decente (la verdad, me hicieron correr y cambiarme de margen del rio para perseguirles), además de la dificultad añadida de tener muchas ramas secas de por medio que despistaban al autofoco de la cámara. Lo mejor es que pude ubicar uno de sus nidos, donde pienso volver para hacer más fotos.
Vi algunos patos y otras aves, además de flores silvestres corrientes que no entraban dentro del plan, pero que al final fotografíé por su singular belleza.
Hice casi 200 fotos, pero escogí solo la que me parecieron mas bonitas. Algunas otras pueden verse en mi página de Flickr.
Lo que iba a ser una excursión corta a 50 metros de mi casa, se convirtió en un paseo de casi una hora y media de duración que me sirvió para recordar lo cerca que puedan estar esos lugares que muchas veces necesitamos para desconectar y entrar en contacto con la naturaleza…