Japón (IV)

Hoy tocó crónica offline, consecuencia de la manera de hacer negocios que impera en nuestros tiempos. Lo que acabo de decir es un eufemismo para ocultar mi mal humor y no escribir problemas como sinverguenceria, mentiras o engaños…
Vamos por partes. Ayer salimos un poco tarde del hotel, producto del cansancio acumulado y el jet lag. Nos fuimos a la zona de Mejiro a buscar un fabricante reconocido de Shakuhachis y Shinobues y, como se está volviendo costumbre, no encontramos la dirección hasta después de un buen rato, porque pasamos frente al negocio un par de veces y no lo vimos. Finalmente dimos con el y una muy amable señora nos atendio y asesoró en la compra de mi primer instrumento genuino japonés, uno más de mis sueños realizados! Para rematar, Sol decidió regalarmelo de cumpleaños, junto con varios accesorios. Una maravilla!
Luego de esto, nos dirigimos a Shibuya a comer algo, y como también se está volviendo costumbre, más ramen o Yoshinoya (una cadena de comida “rapida” muy popular por aqui). Luego a caminar por el barrio, viendo cosas estrafalarias, raras, divertidas, curiosas o simplemente novedosas. Estuvimos en la estatua de Hachiko, en el famoso cruce que sale en todas las peliculas, viendo como se llena de gente en unos segundos y luego volvimos a Shinjuku a dar la última vuelta antes de ir al hotel. Cenamos unos ricos yakitoris, tamago y para finalizar como mandan los cánones, un buen trago de whisky japones.
Esta mañana (viernes) nos acercamos al Tôcho Biru, el edificio del gobierno metropolitano de Tokyo, que estaba a pocas calles de donde nos alojabamos. Las torres son imponentes y tienen dos miradores: norte y sur, a los cuales subimos, pensando un pcoo que hoy justamente es 11 de septiembre… Sicosis? No, que va…
La vista es espectacular, y aunque el cielo estaba algo nublado, como es habitual en Tokyo, se podían divisar muchos de los rascacielos de la ciudad y contemplar como se pierde en el horizonte. Impresionante.
Al bajar de un mirador para subir el otro, un amable funcionario del gobierno nos preguntó que si queriamos participar en una muestra de artesania local, especificamente el arte japones de labrar la plata, y se nos permitio elaborar nosotros mismos un par de años de plata de ley 925 martillando a más no poder. Muy interesante y divertido, ademas de habernos quedado con los anillos como recuerdo!
Luego de eso, recogimos nuestras cosas y nos dirigimos a nuestra nueva “casa” para lo que queda de nuestra estancia en Tokyo antes de salir para Kyoto. El hotel está en el barrio de Akasaka, donde están las embajadas y oficinas del gobierno. Un poco mal situado porque hay que caminar unos 7 minutos desde que baja uno del metro hasta la puerta del hotel, cuando en el anterior en 30 segundos estabamos en la recepcion.
Aqui comenzaron las “decepciones”. Si bien es un hotel de 5 estrellas, en cuanto llegué un empleado que hablaba muy mal inglés (cosa un poco extraña en un hotel de esta categoria) me ofrecio un “upgrade” de 8000 yenes la noche (unos 60 euros) para mejorar la habitacion y darnos varios servicios añadidos, entre ellos el acceso a internet, cosa que me extraño aun mas porque en el hotel anterior, bastante mas modesto, era completamente gratis. Al decirle que no me interesaba, me ofrecio otra opcion de 3000 yenes la noche mas solo por tener acceso a internet ilimitado, cuando el precio diario es de 1575 yenes (unos 12-13 euros, bastante caro la verdad), oferta que tambien rechacé. Asi que, contrariados, subimos a la habitacion, que afortunadamente es bastante comoda y silenciosa, lo minimo esperable en un hotel como este.
Luego de esto, salimos hacia Nihonbashi al “museo de las cometas”, un pequeño lugar en el quinto piso de un edificio ubicado en una calle lateral, perteneciente al dueño del restaurante que está en la primera planta, muy aficionado a este hobby. El museo mas parece una coleccion de trastos viejos que un museo, pero vale la pena pagar los 200 yenes y darse una vuelta. En menos de 30 minutos está visto. El restaurante es mas bien caro, por lo que nuestros planes de comer ahi sufrieron una pequeña modificacion. Al final, como casi siempre, terminamos comiendo soba y udon en un sitio cercano.
De ahi salimos a Asakusa, en la linea Ginza del metro. Visitamos el templo, que por ahora está cerrado por obras, hicimos una ofrenda y sacamos nuestra “fortuna” de las alcancias que agitandolas, nos dejan ver que nos depara el futuro y como van a ser nuestros devenires a partir de ese momento. Los papelitos que nos dicen lo que pasará o está pasando, se amarran a unas largas varillas de metal y luego se queman cuando estas están llenas.
Nuestra siguiente parada fue la calle Kapabashi, lugar por excelencia de los utensilios de cocina y restauracion. Desafortunadamente, llegamos algo tarde y la mayoria de tiendas estaban cerradas. Sin embargo pudimos encontrar casi todo lo que estabamos buscando.
Ahora mismo son las 9:30 PM y ya estamos en la cama, porque mañana nos espera la madrugada mas salvaje para ir al mercado de pescado de Tsukiji, a unos 20 minutos en taxi desde aqui. Mas cosas cuando pueda conectarme y publicarlas!

(Esta nota fue originalmente escrita el 11 de septiembre de 2009)

Hoy tocó crónica offline, consecuencia de la manera de hacer negocios que impera en nuestros tiempos. Lo que acabo de decir es un eufemismo para ocultar mi mal humor y no escribir problemas como sinverguenceria, mentiras o engaños…

Vamos por partes. Ayer salimos un poco tarde del hotel, producto del cansancio acumulado y el jet lag. Nos fuimos a la zona de Mejiro a buscar un fabricante reconocido de Shakuhachis y Shinobues y, como se está volviendo costumbre, no encontramos la dirección hasta después de un buen rato, porque pasamos frente al negocio un par de veces y no lo vimos. Finalmente dimos con el y una muy amable señora nos atendio y asesoró en la compra de mi primer instrumento genuino japonés, uno más de mis sueños realizados! Para rematar, Sol decidió regalarmelo de cumpleaños, junto con varios accesorios. Una maravilla!

Luego de esto, nos dirigimos a Shibuya a comer algo, y como también se está volviendo costumbre, más ramen o Yoshinoya (una cadena de comida “rapida” muy popular por aqui). Luego a caminar por el barrio, viendo cosas estrafalarias, raras, divertidas, curiosas o simplemente novedosas. Estuvimos en la estatua de Hachiko, en el famoso cruce que sale en todas las peliculas, viendo como se llena de gente en unos segundos y luego volvimos a Shinjuku a dar la última vuelta antes de ir al hotel. Cenamos unos ricos yakitoris, tamago y para finalizar como mandan los cánones, un buen trago de whisky japones.

Esta mañana (viernes) nos acercamos al Tôcho Biru, el edificio del gobierno metropolitano de Tokyo, que estaba a pocas calles de donde nos alojabamos. Las torres son imponentes y tienen dos miradores: norte y sur, a los cuales subimos, pensando un pcoo que hoy justamente es 11 de septiembre… Sicosis? No, que va…

La vista es espectacular, y aunque el cielo estaba algo nublado, como es habitual en Tokyo, se podían divisar muchos de los rascacielos de la ciudad y contemplar como se pierde en el horizonte. Impresionante.

Al bajar de un mirador para subir el otro, un amable funcionario del gobierno nos preguntó que si queriamos participar en una muestra de artesania local, especificamente el arte japones de labrar la plata, y se nos permitio elaborar nosotros mismos un par de años de plata de ley 925 martillando a más no poder. Muy interesante y divertido, ademas de habernos quedado con los anillos como recuerdo!

Luego de eso, recogimos nuestras cosas y nos dirigimos a nuestra nueva “casa” para lo que queda de nuestra estancia en Tokyo antes de salir para Kyoto. El hotel está en el barrio de Akasaka, donde están las embajadas y oficinas del gobierno. Un poco mal situado porque hay que caminar unos 7 minutos desde que baja uno del metro hasta la puerta del hotel, cuando en el anterior en 30 segundos estabamos en la recepcion.

Aqui comenzaron las “decepciones”. Si bien es un hotel de 5 estrellas, en cuanto llegué un empleado que hablaba muy mal inglés (cosa un poco extraña en un hotel de esta categoria) me ofrecio un “upgrade” de 8000 yenes la noche (unos 60 euros) para mejorar la habitacion y darnos varios servicios añadidos, entre ellos el acceso a internet, cosa que me extraño aun mas porque en el hotel anterior, bastante mas modesto, era completamente gratis. Al decirle que no me interesaba, me ofrecio otra opcion de 3000 yenes la noche mas solo por tener acceso a internet ilimitado, cuando el precio diario es de 1575 yenes (unos 12-13 euros, bastante caro la verdad), oferta que tambien rechacé. Asi que, contrariados, subimos a la habitacion, que afortunadamente es bastante comoda y silenciosa, lo minimo esperable en un hotel como este.

Luego de esto, salimos hacia Nihonbashi al “museo de las cometas”, un pequeño lugar en el quinto piso de un edificio ubicado en una calle lateral, perteneciente al dueño del restaurante que está en la primera planta, muy aficionado a este hobby. El museo mas parece una coleccion de trastos viejos que un museo, pero vale la pena pagar los 200 yenes y darse una vuelta. En menos de 30 minutos está visto. El restaurante es mas bien caro, por lo que nuestros planes de comer ahi sufrieron una pequeña modificacion. Al final, como casi siempre, terminamos comiendo soba y udon en un sitio cercano.

De ahi fuimos a Asakusa, en la linea Ginza del metro. Visitamos el templo, que por ahora está cerrado por obras, hicimos una ofrenda y sacamos nuestra “fortuna” de las alcancias que agitandolas, nos dejan ver que nos depara el futuro y como van a ser nuestros devenires a partir de ese momento. Los papelitos que nos dicen lo que pasará o está pasando, se amarran a unas largas varillas de metal y luego se queman cuando estas están llenas.

Nuestra siguiente parada fue la calle Kapabashi, lugar por excelencia de los utensilios de cocina y restauracion. Desafortunadamente, llegamos algo tarde y la mayoria de tiendas estaban cerradas. Sin embargo pudimos encontrar casi todo lo que estabamos buscando.

Ahora mismo son las 9:30 PM y ya estamos en la cama, porque mañana nos espera la madrugada mas salvaje para ir al mercado de pescado de Tsukiji, a unos 20 minutos en taxi desde aqui. Mas cosas cuando pueda conectarme y publicarlas!

Japón (III)

La experiencia está siendo fantástica. Anoche llegamos completamente agotados en el hotel e hicimos honor a aquello de “a donde fueres, haz lo que vieres”, léase nos dormimos un rato en la Yamanote!

Nos dimos una vuelta por Akiba, y de no ser por Sol, no hubiésemos encontrado una tiendita de electrónica con unos precios muy atractivos para comprar cámaras y demás. Eso si, por la noche, cuando llegué a estrenar lo que había comprado, me asusté un poco al comprobar que TODO venía en japonés: manual, menús, etc. Eso si, Google al rescate y ya está todo en su sitio.

También entramos a Book-Off, y ver tantos libros en japonés marea un poco. Es algo frustrante no entender nada, la verdad. Pero bueno, lo mejor fue que conseguí música de Naoya Matsuoka y de Joe Hisaishi a muy buen precio.

Un detalle cuando llegamos: el funcionario de aduanas nos preguntó EN ESPAÑOL, que si teníamos algo que declarar. Fue muy gratificante comprobar que les interesa saber más de los demás, a diferencia de lo que pasa en otros sitios…

Más cosas de Akiba: entramos a Yodobashi Camera, un edificio enorme donde hay de todo: incluso souvenirs de Japón, pero los precios, aún con reducción del impuesto para extranjeros, no son nada del otro mundo. Es mejor caminar por el barrio y explorar las tiendas pequeñas para conseguir gangas. Una cosa un poco molesta es que dentro de la tienda, hay empleados gritando a todo volumen con megáfonos pequeños sobre ciertas mercancias… Un poco raro la verdad.

Más cosas: por la noche estuvimos dando una vuelta por Shinjuku, viendo todos los neones y la cantidad impresionante de personas que van y vienen. Incluso nos dimos una vuelta por Kabukicho, no muy recomendable pero interesante…

La comida hasta ahora no ha sido problema. Hemos probado ramen, Gyozas y una especie de parrillada de visceras muy sabrosa, aunque la traducción al inglés, tal y como la tienen en el menú, no es muy recomendable. No dan ganas de comer “recto de cerdo” o “arteria de vaca”… Eso si, cuando traen todo y lo cocina uno mismo en la parrilla, sabe fantástico.

Esta es la ciudad del ruido: por una parte, la gente va muy callada en el metro o tren, pero hay música y montón de ruido de fondo siempre.

Ah! Hemos probado el calpis y una bebida de la misma marca son sabor a soja. Un poco fuerte pero quita de manera efectiva la sed… Todo comprado en máquinas expendedoras en la calle.

La estación de Shinjuku es ENORME. Ahora entiendo por qué la gente se pierde, incluso los locales!

Por ahora nada más, salimos ya a ver que nos depara el día!

Japón (II)

Acabamos de aterrizar en Tokyo y todavía estamos con el horario desfasado. Sin embargo, he aquí el segundo video de la crónica, donde resumimos un viaje de casi 27 horas (desde que salimos de casa hasta llegar el hotel) en poco menos de 10 minutos. Cosas curiosas o destacables: Finnair es una maravilla de aerolínea: buenos precios, atención impecable, puntualidad y una comida bastante mejor de la media. En Japón la gente es MUY amable: todo el tiempo están saludando o sonriendo. Pero de esto ya contaremos más en próximas entregas. Ahora saldremos a comer algo y a explorar los alrededores.

Japón (I)

Hace un tiempo escribí que iba(mos) a emprender un proyecto emocionante, y que en pocas palabras, es la realización de un sueño. Pues bien, helo aquí. Nos vamos dentro de unas horas a Japón por dos semanas. Un viaje largamente ambicionado y acariciado por fin se convierte en realidad. Y como no podía ser de otra manera, mi objetivo es hacer una crónica en vídeo y fotos de la aventura, que trataré de actualizar a diario o cada dos días, dependiendo de las circunstancias (acceso a Internet y nivel de cansancio más que nada).

Para comenzar, una pequeña introducción, resultado de unas cuantas pruebas para ver qué método de grabación de video funcionaba mejor. Disfruten!

Ocho

Hoy, justo hace 8 años, comencé a escribir una bitácora de temas técnicos, un poco por diversión, un poco por aprender. El tiempo ha pasado sin casi darme cuenta (!) y de un simple repositorio de noticias relacionadas con cables, máquinas y algoritmos, las historias aquí presentes han evolucionado hacia un terreno más personal e intimista, donde la tecnología sigue presente pero en una medida distinta a la del inicio de esta aventura. Sólo puedo decir “Bien!, Adelante!” porque siento que quedan muchas más cosas por contar y celebrar que durante todo este tiempo, a pesar de los múltiples avatares que me ha deparado la vida, sigo escribiendo regularmente y compartiendo con quien quiere leerlos, mis pensamientos y opiniones sobre el mundo que nos rodea.

Así que: Felicidades querido Punto Fijo! Qué sean muchos más!

Por si te ataca la soledad…

Aunque el título suene algo esotérico, realmente es algo bastante más banal. En septiembre se lanza en Japón un pequeño reloj llamado ClockMan, que te despierta hablando incoherencias (como algunas de mis vecinas) y así le des al botón para que se calle, seguirá hablando (como la mayoría de mis vecinas) hasta que lo pongas de lado. Voy a sugerirle al fabricante que el doblaje al español lo hagan… ya lo habrán adivinado… mis vecinas!!!

Etapas

La mayoría de nosotros no somos muy conscientes del paso del tiempo, a no ser por hechos muy puntuales como que alguien nos lo recuerde, a veces no de la mejor manera, o cosas más triviales como que el cuerpo no aguante como antes una noche de parranda con los amigos.

Sin embargo, lo que más me llama la atención es el hecho de darnos cuenta, no sólo del transcurso de la existencia sino más bien de lo que estamos haciendo. Creo que a la mayoría le pasa que se estanca sin darse cuenta en algún trabajo, relación, casa o situación por comodidad, pereza, resignación o quien sabe cuantas cosas más, pero cuando de un momento a otro abrimos los ojos y decimos: “pero qué estoy haciendo?”, en ese momento algo cambia. Así no hagamos nada en el momento, aparece la famosa espina en la cabeza que ya no nos deja tranquilos. Podemos seguir igual, pero la inquietud se instala en nosotros.

Hace tiempo me pasó. Y ahora miro todo lo que hago, digo y pienso con lupa. Cuando estoy cayendo en la rutina más soporífera, me cuestiono si eso es lo que quiero estar haciendo. Lo mejor (o peor, según se vea) es cuando tengo que ver con otros que o no se han dado cuenta o simplemente miran para otro lado: reuniones interminables, métodos tradicionales de enseñanza (que no entiendo por qué se siguen empleando si no dan resultado), compromisos sociales superfluos, actividades sin valor añadido (como planchar por ejemplo, pero de esto hablaré en profundidad otro día) y un largo etcétera. Vamos quemando épocas, y las cosas que nos interesaban o preocupaban antes, ahora parecen de lo más trivial. De eso se trata!

Lo más triste es que de alguna manera estamos atados a todas estas cosas porque es lo que “se ve bien” y está “socialmente aceptado”, aunque vaya en contra de todas nuestras ideas, creencias y necesidades. Complicado asunto. Es algo así como querer encontrar la cuadratura del círculo. Aunque he de reconocer que es posible si de verdad nos interesa ser coherentes con nosotros mismos, pero luchar contra la inercia es a veces casi imposible…

Para terminar, un tip. El pasar tiempo con uno mismo es una excelente forma de darse cuenta que la vida va mucho más allá de las aparentes dificultades que entraña. Unos minutos al día en silencio y con la mente en blanco (o en negro) permiten volver al sitio que realmente importa: nuestro interior.

Volando a 21 kilómetros de altura

Ver este video (10 minutos que valen la pena) cambia mucho la perspectiva de todo. James May, uno de los co-presentadores del programa Top Gear, tiene la oportunidad de volar en un avión espía U2 de los Estados Unidos, y se da cuenta de aquello de lo que nos hablan los que han estado en el espacio: “La tierra es solamente una mota de polvo perdida en un rincón del universo, después del Big Bang”. “Si todos pudieran hacer esto al menos una vez, habría una gran diferencia en la política, la religión y tantas otras cosas”. Increíble y sublime.