Una de fotos

Por estos días he estado experimentando con modalidades un poco menos conocidas de la fotografía, aunque algunas están de moda con el lanzamiento del nuevo iPhone 4. Por una parte, dejo aquí algunas muestras con seudo-efectos de Lomografía (para los nostálgicos) y por otra, algunas con HDR o Alto Rango Dinámico, empleando la cámara del iPhone 3GS y un par de aplicaciones. A mi me parece que han quedado bastante bien y tienen “alma”. ¿Qué piensan ustedes?

La Mosca

Otra más del Gato de Simón. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia. Me encanta la expresión de satisfacción del gato alrededor del 1:48. Disfruten!

3652

Time

O 521 semanas y 5 días, o simplemente 10 años. Ese es el tiempo que ha transcurrido desde que decidí dejar mi país para comenzar una nueva etapa. Aquel miércoles 23 de agosto de 2000 desembarqué por segunda vez en el Viejo Continente (la primera fue en 1982), con la intención de permanecer indefinidamente aquí. Lo había dejado todo atrás por un sueño y un nuevo comienzo: familia, amigos, un buen trabajo, una vida cómoda sin apuros económicos, un entorno conocido y la certeza de tenerlo todo bajo control. Sin embargo, algo me decía que era momento de moverme.

Los comienzos, como casi todos ellos, no fueron fáciles, la nostalgia se convirtió en una compañera casi permanente, a pesar de estar deslumbrado por la novedad de mi nuevo entorno vital. Sin embargo, a medida que el tiempo fue pasando, me fui encontrando cada vez más como en casa. Debo confesar que vivir en una ciudad tan pequeña después de hacerlo en una metrópolis enorme como la que me vio nacer, fue un shock, pero poco a poco fui acostumbrándome a otro ritmo vital, donde el vivir en alerta permanente ya no era imprescindible.

Así fueron pasando los años: conociendo, aprendiendo y sobre todo, enfrentándome a cambios, muchos cambios. Algunos fueron agradables, otros traumáticos, pero todos me enseñaron y dejaron algo positivo: fui consciente cada vez más de mi propia evolución.

Hoy, 3652 días después, soy una persona distinta. Mis circunstancias han variado ostensiblemente: he vivido un divorcio, una ruptura dolorosa con mi familia, la muerte de mi padre, el llegar a la cima profesionalmente hablando, la ilusión de un nuevo matrimonio, el percatarme de que hay un mundo más allá de lo que percibo con mis sentidos “cotidianos”, el prestarme más atención, el haberme dado el permiso  de “lanzarme al vacío”, el vivir con intensidad cada momento, el poder frenar a voluntad y muchas otras experiencias que me han marcado y modelado para construir quien soy ahora.

Curiosamente, cuando llegué a este país en 2000, no tenía trabajo, mis reservas monetarias no eran muy boyantes, y aún así tenía unas ganas enormes de saber que me depararía la vida. Hoy estoy en una situación similar, aunque distinta. Lo que no ha cambiado son esas ganas de saber, aprender, conocer y vivir todo tal como venga.

Me felicito por lo que he logrado, me alegran las metas conseguidas, las personas que he tenido el privilegio de encontrar en el camino, las situaciones y momentos que he vivido, y más aún por estar aquí y ahora, escribiendo una retrospectiva sincera, despreocupada y sobre todo, extremadamente consciente. Me conozco mejor, y ese podría ser, en pocas palabras, el logro más importante de esta etapa vital.

No sé que me espera en el futuro. Por ahora, lo único que me interesa es vivir cada segundo como si fuera el último. Y en eso estoy.

Japón (IX)

Esta vez nos vamos al mercado de Tsukiji muy, muy temprano para ver las subastas de atún, luego visitamos el Museo Ghibli en Mitaka y terminamos con un curioso tutorial de cómo pedir comida a una máquina en un restaurante…

Japón (VIII)

Esta vez nos vamos al Museo de Cometas de Tokyo, damos una vuelta la galería comercial camino al templo de Asakusa, compramos algunas cosas en la calle Kappabashi (en las dos únicas tiendas que quedaban abiertas), famosa por ser el lugar para equipar cualquier negocio de comida y terminamos, rendidos de cansancio, en un café de estilo occidental cerca a la estación de Asakusa antes de volver al hotel.

200 años de ser colombianos

Colombianflag

En 2010 (justo hoy, 20 de julio) se cumplen 200 años de la independencia de Colombia de la corona española. Por ello, varios escritores y actores del país han plasmado su particular respuesta a esta pregunta tan compleja: ¿Qué es ser colombiano, 200 años después? En este artículo de Francisco Celis, publicado en El Tiempo, que reproduzco a continuación, están sus diferentes puntos de vista. ¿Se acercan sus ideas a la realidad?

“Historiadores, escritores, actrices y un comediante intentan definir la colombianidad.

Eso de definir, a 200 años de la Independencia, qué venimos a ser los colombianos, tiene sus bemoles. Nadie entiende la pregunta o nadie sabe cómo coger un asunto tan obvio que casi suena impertinente.

El historiador y narrador Gonzalo España, se detuvo, de entrada, en el asunto de si hubo Independencia o no. “Creo que sí, somos libres, no somos esclavos de otra potencia, se dice que de EE. UU., pero es indirecta, matizada, no como antes, que los gobernantes españoles estaban aquí”, dice.

El escritor y crítico de cine Hugo Chaparro apunta hacia el tema de la identidad: “Somos un país construido con base en el prejuicio y debido a eso nos hemos venido definiendo en muchas cosas: los prejuicios geográficos nos hacen pensar que el mundo al otro lado de la frontera es otro planeta. La adjetivación de Gabo como ‘el Premio Nobel’ es para decir que no estamos tan mal con respecto a otras geografías; exhibimos un orgullo superlativo para disimular nuestras vergüenzas y detestamos la dependencia de otros países, pero si mi película es alabada en Cannes, entonces es mejor película”.

Entonces, ¿dónde dejan la “energía positiva” para el equipo, el 5-0, el Himno Nacional más bonito del mundo, la Fruna, la chocolatina Jet, el bocadillo de hoja, el calentado, el jugo de naranja con huevo crudo, la Pony Malta con leche y huevo, el desayuno con tamal, huevos pericos y chocolate con calao, el mago de semáforo, todos esos ‘pilares’ de nuestra identidad? ¿Y a Shakira y a Juanes dónde los dejan?

“Hoy somos seres independientes, atrofiados en la búsqueda constante del amor, con tendencias ambientalistas de reciente adquisición, cada vez con menos sentido del ahorro y con pánico a envejecer -dispara la actriz y comediante Alejandra Azcárate, a quien, no obstante, no todo le parece tan malo-. La colombianidad es tener la alegría de los españoles, la soberbia de los argentinos, el pragmatismo de los alemanes, la humildad de los bolivianos, el gusto de los franceses y el presupuesto de los peruanos”.

La experimentada actriz Vicky Hernández anota que en los contrastes es que radica nuestra esencia: “Tenemos las virtudes más grandes y los peores defectos. Alegres, ingeniosos, trabajadores, resistentes, podemos ser lo más indiferentes, irresponsables, apáticos como nación, desorganizados, incumplidos, tramposos… ¿Existirá otro país en el mundo donde sean tan fuertes los extremos? Ser colombiano no es fácil, es una labor ardua: lo mismo que nos salva es lo mismo que nos pierde”.

Para el historiador y novelista Juan Esteban Constaín, en 200 años de vida republicana el país sigue en obra negra. “Nos hemos convencido de las ‘posibilidades infinitas’ que alguien, hace siglos, nos dijo que teníamos, pero hemos demostrado que esas posibilidades no se han ido cumpliendo. También somos muy duros con nosotros mismos: para muestra este botón. Como dijo el historiador Jaime Jaramillo Uribe, “somos un país mediocre en el buen sentido de la palabra”. Una sociedad que, por lo general, se pliega a la moderación y a la medianía; no somos un pueblo excesivo, salvo para juzgarse a sí mismo”.

Según Constaín, incluso estamos muy cerca de alcanzar una concepción del mundo. “No todas las sociedades ni todas las naciones tienen ese conjunto de rasgos arquetípicos que los definen: Colombia sí. Desde el exterior uno percibe valores maravillosos como la solidaridad y la ingenuidad. Este país vive ufanándose de la malicia indígena y de la viveza, pero es tremendamente ingenuo. La gente, en realidad, no es agresiva: es amable, buena y solidaria”.

Con una mirada muy distinta, Antonio Sanint, comediante y actor de TV, señala: “Tenemos una cultura que es bastante fuerte y sólida, porque pese a las influencias norteamericanas en la moda, en el cine, en la música, todavía nos aferramos a lo nuestro. Pese a toda la tecnología todavía creemos en el núcleo familiar y eso es muy positivo. Somos un país feliz y que le fascina celebrar en familia y entre amigos”.

Pero todavía nos falta, dice. “Pasamos una época muy fuerte de la que estamos saliendo. Ahora nos estamos orientando hacia la cultura, el teatro, la música. Es increíble ver a Shakira en el Mundial y ver lo que hace Juanes. Tenemos una cultura que está poniendo a seres nuestros en lugares maravillosos”.