Hace mucho rato que no sufría como hoy viendo a Montoya competir en la F1. Después de hacer una carrera bastante coherente (algo inusual en él en los últimos tiempos), justo en el momento más delicado (las 3 últimas vueltas), tuvo un problema en una de las ruedas, que hicieron peligrar todo el trabajo. Al final, se arriesgó y logró una merecida victoria. Alonso, salvo catástrofe, es ya campeón, porque Kimi no dió la talla. Tal vez exceso de presión. Otra vez será. No me quiero ni imaginar lo que pasará cuando el joven Fernando alce el último trofeo (o sume 4 puntos en Spa el próximo domingo). Afortunadamente, aquí no celebran “a la iraquí”, es decir, disparando al aire. Puede que la cosa no pase de una intoxicación etílica leve y no ir o llegar al trabajo el lunes siguiente…