Curiosamente, en estas épocas total y absolutamente impredecibles, el concepto del tiempo ha sufrido cambios dramáticos muy rápidamente. Si antes del “evento” teníamos la (erronea) convicción que la eternidad estaba al alcance de la mano, la vida nos recordó de manera cruda y gráfica que somos fungibles y que cada día que pasa, es un día menos hacia la inevitable y definitiva desaparición del cuerpo.
Y entonces que hacer? Hay varios posibles caminos, para el gusto y preferencia de cada cual. Algunos son partidarios del concepto “Say Yes More”, o simplemente abrirse más a lo que traiga la vida sin pensarlo tanto. Otros eligen la opción de seguir como hasta ahora, algunos más devienen en una locura constante, donde nada tiene sentido y los placeres son la regla absoluta…
Cual es la mejor? Ni idea. Siempre hay alguien que dirá aquello de que en el “justo medio” está la respuesta, sin embargo, muchas veces el usar la inteligencia, esto es, el ejercer de la mejor manera la capacidad de elegir puede ser una buena opción. Actualmente el “miedo a perdernos de algo” nos hace ignorar por completo la perspectiva de la realidad y a usar nuestra ya poca atención en mil cosas que al final no dejan absolutamente nada.
Por mi parte, me inclino más bien hacia usar el tiempo limitado que creo que tengo a mi disposición en aquello que me proporciona solaz y enriquece mi existencia de una manera única y significativa, en lugar de querer “hacer de todo” en el menor tiempo posible. Una de mis frases favoritas es “Date el lujo de escoger”, o en otras palabras: “Prodígate poco”.
Por supuesto, esta es mi solución, que puede no ser adecuada para nadie más, y esa es precisamente la idea…