Tal como he ido comentando en estos días, me he encontrado con muchas y variadas sensaciones a lo largo de este viaje, que ya se acerca a su ecuador, y debo confesar que no ha sido fácil enfrentar aquellas situaciones que dejé atrás cuando decidí cambiar de vida y mudarme a otro continente. Me he percatado, muy a mi pesar, de la realidad del abandono y la huída, por llamarlo de alguna manera, que emprendí cuando inicié una nueva vida lejos de mi patria. El desarraigo y el querer “comenzar de cero” hicieron que me olvidara de cerrar ciclos y despedirme de personas que fueron importantes en el pasado, tal vez con el ánimo de evitar el dolor y el duelo que implicaba el enfrentarlas. Todo ello me acompañó silenciosamente todos estos años, con un peso que fue creciendo imperceptiblemente hasta hacerse insoportable, porque no me permitió avanzar más en mi camino de crecimiento personal.
Como saben las personas que me conocen, este viaje tenía un único objetivo: el sacar todas estas situaciones ocultas a la luz y darles la importancia que se merecen, para poder cerrarlas debidamente y cortar esos vínculos que había mantenido vivos, tal vez con la secreta esperanza de que me salvaran en un momento dado de un error o equivocación, como una red de seguridad que me protegería en caso de un paso en falso.
Lo cierto es que la vida ha seguido su curso y todos los protagonistas de esta historia (me incluyo) hemos cambiado, de una manera u otra. Las imágenes mentales que caracterizaban mis recuerdos y que hacían parte fundamental de esos vínculos fantasmas que seguían activos en mi mente, están siendo sustituidas, una a una, por la realidad actual. Una en la que ya no caben esas posibilidades a las que tanto me aferraba. No ha sido fácil plantar cara a cada recuerdo y “posibilidad” e ir desmontando esa película fantástica que se proyectaba sin cesar en algún rincón de mi cerebro, porque he tenido que vivir todos esos pequeños duelos y enfrentarlos ahora, después de tantos años.
Lo cierto es que, a pesar de lo complicado que ha sido el proceso, el resultado ha sido liberador, porque no hay nada como ver y aceptar la realidad tal cual es, sin distorsiones ni interferencias, y porque se crea un espacio para seguir creciendo aprovechando la experiencia adquirida. Ha sido como quitarme una venda de los ojos y ver lo que me rodea como si fuera la primera vez. La vida sigue, y es hora de vivir sin estar anclado en el pasado.