Por estos días estoy terminando y cerrando varias cosas. Ello ha implicado que tenga que viajar mucho y despedirme de bastantes personas con las que he tenido relación en los últimos años. Lo que en principio era una serie de viajes “rutinarios”, han adquirido una nueva dimensión al tratarse de los últimos que hago en ciertas circunstancias.
Es curioso, pero siento que a veces necesito algún “llamado de atención” para comenzar a ver las cosas de otra manera. El hecho de decir adios y de ser consciente de que posiblemente no vuelva a ver a muchos de quienes me despido me genera sentimientos variados. Por una parte, algo de tristeza y nostalgia al dejar atrás a aquellos con los que he compartido aventuras y desventuras, y por otro la emoción de ver acercarse nuevos retos y posibilidades.
Ahora, cuando voy a estos sitios en los que estuve muchas veces, comienzo a descubrir cosas nuevas. Incluso en una ocasión al recorrer un camino que creía que sabía de memoria, me encontré perdido porque comencé a notar detalles que antes habían pasado desapercibidos y me alarmé pensando que me había equivocado de ruta! Esto demuestra que la cabeza muchas veces está a miles de kilómetros del lugar donde nos encontramos físicamente, concentrados en ese futuro y esos “problemas tan importantes” que nos quitan la atención del presente, dándolo todo por hecho y sentado.
Lo mejor de todo ha sido ese “caer en cuenta” y sobre todo, que la sensación de atención al ahora no desaparece. Creo que mi manera de pensar y de observar y vivir el momento presente ha cambiado. Me parece que soy más sensible a los detalles y disfruto más de lo que ocurre en cada instante, sin atosigar mi cerebro con ideas de futuros inciertos que muchas veces nunca llegan a materializarse.
Incluso he mejorado mi constancia y disciplina de alguna manera, porque me he percatado que el ahora es lo único que existe. El pasado es estático y el futuro borroso, por lo que concentrarse en ellos o dejar que nos influyan no es muy sano que digamos.
Voy a extrañar algunas cosas, pero llevo conmigo los conocimientos, experiencias y sensaciones acumuladas durante estos años de intensa travesía personal y profesional, además de la amistad y el aprecio de quienes me han acompañado en esta andadura. Y se ve una vez más que de todo se aprende, por insignificante que sea.