Ya llevo 4 días de vuelta en el hogar familiar. Hay una sensación curiosa porque por una parte, todo ha seguido evolucionando, pero por otra los lugares comunes resultan igualmente reconocibles e inspiran la misma confianza de siempre.
Siempre es un placer ver a los amigos y poder compartir con ellos tiempo de calidad, hablando de lo que ha pasado y recordando los viejos tiempos. Anoche por ejemplo, estuvimos cantando, guitarra y karaoke en mano, hasta altas horas, riendo y reviviendo momentos de alegría y placer olvidados hacía mucho. Casi había dejado atrás el disfrute de hacer estas cosas, resultado de haber decidido cambiar de vida hace ya casi una década. Lo mejor de todo es que ciertas personas siempre están allí, a pesar de todo y todos, para acompañarnos durante este interesante recorrido que es la vida.
Algo que me ha causado especial interés (y es una coincidencia natural) es el poder disfrutar de la ciudad sin tanto agobio de tráfico y gente. Por estos días hay algunos festivos y casi todo el mundo ha aprovechado para salir de este gigante de cemento, dejando mucho espacio y tranquilidad a los que nos quedamos.
El escuchar los pájaros cantar por la mañana es algo que me reconcilia con el mundo y me trae muy buenos recuerdos. La vida sigue, deciamos ayer mientras almorzábamos, pero no por ello dejamos atrás las cosas que nos recuerdan que estamos vivos y que el mundo, a pesar de todo lo que ocurre, es el único lugar que tenemos para vivir.
Estar en casa siempre es y será un placer!