Dublin

Este fin de semana estuve en Dublin de paseo, visitando a mi novia que está estudiando inglés allí. Mucha gente me había hablado de esta ciudad, más que todo por la gran recuperación económica que ha experimentado Irlanda en los últimos años, y tenía curiosidad de verlo con mis propios ojos. Así pues, el viernes tomé un avión desde Biarritz, vía Paris (si, ya sé que es una paliza, pero son las desventajas de vivir en un pueblo como este) que finalmente me dejó en el aeropuerto de la capital irlandesa.

Mapa a Dublin

En cuanto salí, tomé el autobus 16A desde la terminal que se dirigía al centro, pasando por la zona de Drumcondra, que era donde tenía el alojamiento (un excelente B&B con una atención impecable a precios muy razonables, además de bien situado). Se paga al chófer o se puede comprar un billete en el aeropuerto. La tarifa hasta donde iba es de 1.60 euros y el trayecto dura unos 25 minutos. Me gustó mucho el poder preguntarle al conductor donde debía bajarme y que me avisara (por la megafonía del bus) en el momento preciso…

Una vez instalado, me dirigí hacia el centro tomando el autobus 3 desde el hotel. El viaje duró unos 15 minutos, que pueden ser más si el tráfico no ayuda. El punto de encuentro más popular en la calle O´Connell es el Spire, un monumento de 120 metros de altura y 3 metros de base, que es, según he leído, la escultura más alta del mundo, y se puede ver desde casi toda la ciudad. La gente suele acercarse a su base y mirar hacia arriba con la cara pegada a la estructura metálica. La vista es extraña y algo sobrecogedora a la vez…

De ahí fuimos a la Destilería Vieja de Jameson (la nueva está en Cork) ubicada en Bow Street, a unos 10 minutos a pie desde el Spire. En ella hay una visita guiada de una hora de duración aproximadamente, donde conocimos la historia de John Jameson y el origen de la “Uisce Beatha” (el “agua de la vida” en gaélico), además de cómo se hace el whisky irlandes más vendido en el mundo y la diferencia que causa en el sabor el destilarlo una (Bourbon), dos (Escocés) o tres veces (Irlandés). En este edificio ya no se produce el whisky, pero la parte final del proceso (el “vatting“) se continúa haciendo allí.

Maqueta Destileria

Una maqueta de la destilería en el lobby

Después de la visita, hay una cata en la que participan 6 voluntarios (3 hombres y 3 mujeres). Yo, por supuesto, me ofrecí…

Antes de comenzar la cata

Justo antes de comenzar…

Probando, Probando...

Probando, probando…

Apreciando el aroma

Apreciando el aroma del genuino whisky irlandés…

Después de un duro trabajo probando distintas marcas y comparando sabores, la recompensa:

Diplomas

Catadores Oficiales! (De izquierda a derecha, Margaret, Jill y yo)

El ejercicio es interesante porque nos dieron la oportunidad de probar varios tipos de whisky: irlandés, escocés y bourbon. La diferencia entre ellos es considerable. Me quedé con el Paddy, por lo suave y poco agresivo, pero para gustos los colores.

Al final, dimos una vuelta por los alrededores y fuimos a cenar a un fantástico restaurante vegetariano llamado Govinda, en la calle Middle Abbey, bastante cerca de O´Connell.

Al día siguiente, me dirigí hacia la zona de Temple Bar y Dame Street, buscando una tienda de música y conociendo los alrededores. La zona es bastante animada y hay mucha gente, porque el Trinity College está muy cerca. Terminé comprándome una flauta irlandesa tradicional (hace años compré un whistle) y un par de libros sobre cómo tocarla. Siempre me han gustado los instrumentos de viento poco comunes y no podia desaprovechar la ocasión… También me enteré que por esas calles abundan las tiendas de música.

Después de comer algo ligero, me dirigí a la otra parte obligada de la visita: la fábrica de Guinness. Decidí hacer el recorrido a pie desde Dame Street. Se tarda unos 25 minutos y pude conocer el edificio de la Catedral Christ Church y Dvblinia, una recreación bastante realista del Dublín de la época medieval.

Dublinia y Catedral

Dublinia (a la izquierda) y la Catedral

El trayecto hasta la Storehouse pasa por un par de calles poco recomendables, pero si se hace a la luz del día no reviste ningún problema. Además, por la zona hay bastantes turistas que están en el mismo plan y van hacia el mismo sitio.

Para llegar, hay que tomar algunas calles un poco laberínticas, pero bien señalizadas:

Llegando a Guinness

Acercándome a la fábrica

Una vez allí, hay dos opciones: hacer la fila (los fines de semana es bastante larga) o reservar por internet en la web oficial y entrar directamente a la exhibición, además de tener un 10% de descuento. Recomiendo lo segundo para aprovechar al máximo el tiempo.

La puerta del Storehouse

La puerta más famosa (creo) de Dublín

Ya dentro, hay que ir subiendo paulatinamente por una gigantesca pinta de cerveza, para ver las distintas fases del proceso. No hay guías y por la cantidad de gente, hay que tener paciencia para poder leer los carteles y ver los vídeos explicativos.

Cebada

Un gran recipiente con cebada (para ver, oler y tocar)

Plantas de Lúpulo

Unas enormes plantas de lúpulo

Agua

El ingrediente principal: Agua!

Al final, después de conocer al dedillo el proceso, llegué al Gravity Bar, donde reciben a los visitantes con una pinta “gratis” (lease incluida en el precio de la entrada), que se puede disfrutar con unas espectaculares vistas de Dublin.

Pinta

La pinta perfecta

Salud!

Salud!

Dublin desde el Gravity Bar

El atardecer en Dublin desde el Gravity Bar

Y como no podía ser de otra manera en esta sociedad consumista en la que vivimos, la visita termina en la tienda oficial de la marca:

La tienda oficial

A comprar!

El domingo, mi último dia, comenzó con un buen desayuno irlandés:

Desayuno Irlandes

El desayuno de los campeones (irlandeses)

Y después de eso, habiendo recuperado a mi novia, dimos una vuelta rápida por Grafton St. y vimos muy de pasada el parque de St. Stephen´s Green: un lugar ideal para pasar una tarde soleada.

Grafton

La calle Grafton, decorada por navidad

Y de ahí, al aeropuerto, que por cierto es bastante incómodo y pequeño para los estándares europeos, aunque según leí en un periódico local, se está invirtiendo mucho dinero en su ampliación y las obras deberían terminar en 2010.

El pequeño aeropuerto de Dublin

Esperando el avión de regreso a casa

Y eso fue todo. Al final, con tantos paseos y escalas (Dublin – Paris – Biarritz – Casa) terminé llegando a las 12:30 AM…, pero valio la pena!