El tema de la relatividad del tiempo siempre me ha fascinado. El ver cómo el ritmo del paso de las horas o los días varía según lo que hagamos o pensemos me parece muy interesante. Es algo en lo que nunca perdemos la curiosidad y las sensaciones son nuevas cada vez. Hablo en concreto de algo que hago todos los días con resultados siempre cambiantes. El protagonista de esta historia es mi cepillo de dientes eléctrico, que me recuerda amablemente que ya puedo dejar de cepillarme porque ha transcurrido el tiempo mínimo recomendado para el aseo dental. Durante esos dos minutos, que a veces son eternos, cuando tengo prisa o llego tarde por ejemplo, o muy rápidos, cuando tengo la cabeza ocupada en algo más, pueden pasar muchas cosas. Algunas veces puedo pensar en cómo resolver un problema muy complejo sabiendo que ese pequeño lapso de tiempo es única y exclusivamente mío y que nadie lo va a interrumpir, salvo que yo mismo decida hacerlo, o cuestionarme sobre por qué estoy sintiéndome de determinada manera.
Es curioso cuando veo mi reflejo en el espejo mientras me cepillo y me veo “obligado” a observarme con atención durante 120 segundos. A veces me divierte, otras me miro sin verme, pero en algunas no lo soporto y comienzo a dar un furioso paseo por casa, esperando que el tiempo transcurra lo suficientemente rápido para seguir con mi vida diaria. Aunque ocurran distintas cosas cada vez, siempre llego a la misma conclusión: la mayoría de la gente huye de si misma y emplea todo cuanto esté a su alcance para evitar conocerse con atención y esmero. Tal vez no podamos soportar el hecho de ver lo que no nos gusta de nosotros mismos, o saber que convivimos a diario con toda esa carga emocional que llevamos dentro, y que se refleja tan bien en nuestros ojos. Para los demás, podemos fingir de alguna manera estar bien, pero no podemos engañarnos con tanta facilidad. Y es aquí cuando esa cantidad insignificante de tiempo puede convertirse en toda una eternidad.
Por mi parte, estoy aprendiendo a disfrutar de ese corto período, accidentalmente conseguido, para estar conmigo mismo sin tanto esfuerzo…