Los días siguen pasando velozmente. Es casi paradójico, porque en esta situación a veces el tiempo parece detenerse. Ya queda solamente una semana para conocer si la recuperación ha sido satisfactoria y poder deshacerme del brace. Lo que viene después es duro, según me han dicho, pero prefiero mil veces hacer ejercicios y volver a mover la pierna, que seguir impedido para hacer casi todo.
Fue curioso celebrar mi cumpleaños número 34 en estas circunstancias. Normalmente no hago nada especial, pero el hecho de “dejarme atender” me recordó que no estoy solo en el mundo, a pesar de que muchas veces me sienta de esa manera. Ya había casi olvidado lo que es recibir una sorpresa, y pude, por unas horas, dejar de racionalizar, de buscarle el “lado práctico” a todos y cada uno de mis actos, y simplemente vivir el momento.
Como he dicho en otros posts, este tiempo me ha servido para reflexionar sin trabas ni interferencias. Es duro darse cuenta que mucho de lo que hacemos, en lo que invertimos casi toda nuestra energía y que casi siempre está en lo más alto de la lista de “las cosas importantes”, es vano y fatuo. Lo que es realmente importante lo dejamos tirado en cualquier parte, si es que nos dignamos en ponerle atención.
Una pregunta interesante es: Qué es lo realmente importante para mi? Me he dado cuenta que soy una “víctima” de la socialización, ese eficaz mecanismo que permite mantener el orden establecido, y que ahoga el pensamiento por cuenta propia. Para quienes no se cuestionan su presencia en este planeta, no supone un problema, pero para los otros, que como yo, buscan ansiosamente la razón de su existencia, puede volverse una carga muy pesada de la que hay que deshacerse.
La siguiente pregunta es: cómo deshacerse de ella sin “caerle mal” al mundo? Dificil situación. El vivir de acuerdo a lo que pensamos puede ser un excelente medio para quedarnos solos. La mayoría de la gente no entiende por qué alguien querría pensar distinto, y esa resistencia a seguir como estamos.
Es fácil caer en hábitos peligrosos, en esas deliciosas tentaciones que nos hacen sentir bien y que el tiempo pase sin que pensemos demasiado en sus efectos. A veces es complicado darse cuenta que hacemos cosas “por costumbre” más que por gusto. Y cuando abrimos los ojos, vemos algo que no nos gusta. Sin embargo, y aqui está la parte curiosa, seguimos igual. Es dificil cambiar, dejar atrás viejos traumas, recuerdos incómodos, pasiones olvidadas, a pesar de que nos hagan más dificil el camino.
Eso si, siempre queda la esperanza de encontrar algún dia la fuente definitiva de la inspiración y motivación. Mientras tanto, sigo viviendo, y buscando…