Hoy he tenido una especie de revelación. Supongo que es algo que a algunos les habrá pasado, pero para mi es una sensación nueva. De un momento a otro unas palabras de mi papá cobraron una relevancia especial. Alguna vez me dijo que si “algún autor tuviera la respuesta definitiva, no se escribirían más libros”, pero que como no ocurría, cada año cientos y cientos de títulos con títulos sugestivos inundaban puntualmente todas las librerías, prometiendo acercarnos un poco más a las respuestas a nuestros interrogantes vitales.
Como buen joven escéptico que era (y sigo siendo, aunque de manera distinta), me dediqué a “llevarle la contraria”, disponiéndome a demostrarle que sí era posible encontrar ayuda en todos esos libros, que la sabiduría condensada en ellos tenía una razón de ser y que podía reorientarnos en la dirección adecuada para encontrar la verdad…
De eso han pasado ya muchos años. Ya perdí la cuenta de todos los libros, papeles, manuales, cursos, conferencias, charlas y seminarios a los que asistí buscando un poco más de luz. Y si bien es cierto que encontré algunas ideas muy buenas, la mayoría de mis preguntas seguían sin respuesta y comencé a creer que mi papá tenía razón en su lapidaria afirmación.
Lo cierto es que, como decía al principio, tal vez por la circunstancia que estoy viviendo actualmente, me he percatado de que todas esas técnicas, métodos y recetas pueden ayudar, pero la verdadera solución no la encontraremos en otra parte que dentro de nosotros mismos. Es muy complicado, si no imposible, generalizar sobre la infinidad de situaciones y complejidad de la vida de un ser humano, como para emitir un diagnóstico que cubra todas las necesidades y problemas existentes en las mentes y almas de todos y cada uno de los que habitamos este planeta.
Sin embargo, mantenemos la esperanza de abrir un libro y ver nuestra situación particular y especial plasmada en el papel, para devorar las hojas velozmente y ver cual es la solución a nuestros problemas. Y esto pasa con alguna frecuencia, porque ciertos autores, conocedores de los problemas más comunes, logran exponer las ideas de manera que para algunos sean concluyentes, pero no para todos.
Una de las cosas que he aprendido y que me ha sido útil es sobre la meditación. El poder estar aquí y ahora durante un periodo de tiempo (corto por ahora) es algo que no conocía y que me ha ayudado mucho a entender otras cosas que dicho sea de paso, no estaban en ningún libro de los que he leído, pero lo más importante, me ha dejado ver que por más cosas que lea o aprenda, mi verdad solo la conozco yo, y la tarea más importante es buscarla con sinceridad y humildad.
Por último, una reflexión para redondear estas ideas sueltas: “No olvides que lo más importante es el trabajo y no las herramientas con las que lo haces…”