Increíble pero cierto. Al parecer nadie se da cuenta de lo que está pasando, pero cada vez es más difícil sobrevivir (que ya no vivir) sin estar amarrado al esquema tradicional de “me empleo por un sueldo miserable y con eso puedo aguantar un poco más”. Lentamente se nos va acorralando sin que nos demos cuenta para que la sensación de ahogo y desesperación vaya instalándose poco a poco en la psiquis de todas las personas que siguen transitando por la vida sin saber qué diablos es lo que está pasando y por qué cada día se sienten peor.
Varios botones de muestra: los precios de los alimentos están subiendo cada vez más. Si alguno de ustedes hace una lista de la compra y suele comprar regularmente las mismas cosas, se dará cuenta, con un poco de atención, que de una semana a otra los precios van variando así sea de manera imperceptible. Lo mismo pasa con la calidad de ciertos productos pero al revés: el precio se mantiene, pero la calidad disminuye, para dar la impresión de que las grandes compañías de alimentación se “preocupan” y “solidarizan” con la situación de quienes vivimos y soportamos lo que pasa en este país.
Lo que más gracia me hizo hace poco fue leer en un periódico local y otro nacional, que las ventas de viviendas se están “recuperando”, cosa totalmente absurda por la falta de crédito y empleo por la que atraviesa la economía: tal vez apelan (una vez más) a la estupidez colectiva para que la gente siga creyendo que lo que dicen los medios de comunicación es lo que ocurre de verdad, y que aquellos pocos (muy pocos) que todavía piensan que la situación va a remontar y a alcanzar los mismos niveles de despilfarro de hace 3 años, muevan el dinero que les queda para dar sensación de “normalidad”. Lo que ocurre de verdad, y no hay más que verlo en la calle, es que cada vez más comercios cierran, más personas están desempleadas, aumentan los niveles de malnutrición en adultos, la tasa de criminalidad crece y crece, y quienes deberían y podrían tomar las decisiones sobre cómo cambiar el rumbo, no hacen nada porque o no les interesa o porque simplemente no saben que hacer con un panorama que hace mucho quedó fuera de control.
Y los bancos reportando ganancias record y pagando bonus a sus ejecutivos corruptos, mientras que la industria y el comercio se desangran lentamente por la falta de circulante. Pero claro, “es que es lo normal”. Y seguimos dejando el poco dinero que todavía tenemos en sus manos para que hagan con él lo que les venga en gana. Es hora de reaccionar!
Para terminar, recordemos que la palabra crisis significa “cambio”, cosa que casi nadie quiere hacer. Cuando hace unos días las autoridades alemanas propusieron ligar los aumentos salariales a la productividad, este pintoresco país puso el grito en el cielo de manera unánime, porque claro, si medimos la productividad, muchos saldrían a deberle al empleador y este a sus empleados. Mejor seguir como estamos, caminando lentamente hacia un abismo del que no hay salida posible…
Y last but not least, una frase cómica que se hizo famosa en mi país hace tiempo y que ahora se está acercando peligrosamente a convertirse en realidad aquí: “El anterior gobierno dejó este país al borde del abismo, pero con el mío vamos a dar un paso adelante”. Pongan ustedes mismos los nombres de los protagonistas donde más les guste y saquen sus conclusiones.