Crash and Burn (III)

Otra semana más viendo el mundo desde la barrera. Y si, a pesar de que todo el mundo lo repite constantemente, no sabía cuanto apreciaba usar mis dos piernas para ir al trabajo, dar un paseo o simplemente, pasar por el supermercado a comprar algo. Lo que ocurre cuando uno está impedido de alguna forma es algo paradójico: por una parte, entre más tiempo pasa, hay más confianza y más “atrevimiento” para hacer cosas (es un triunfo poder lavar los platos o cocinar algo medianamente complicado, que implique un poco más de trabajo que abrir una lata, que también es difícil), pero por otra, pesa cada vez más el hecho de no poder valerse por sí mismo…

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Crash and Burn (II)

Ya han pasado tres semanas desde aquel fatidico domingo en que decidí que rodar por una cuesta empinada con el MTB era una buena idea. Mi rodilla sigue mejorando, aunque muy lentamente, con resultados poco apreciables y si con un aumento sustancial del dolor en la zona. Pero, consideraciones “técnicas” aparte, este tiempo ha sido bastante provechoso para reflexionar y reducir la velocidad en muchos otros aspectos que de otra manera, siempre pasan desapercibidos.

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Crash and Burn (I)

La verdad, nunca pensé que escribiría algo así, pero a todos puede pasarnos en cualquier momento. Hace casi una semana, tuve un accidente deportivo que me ha dejado con la rodilla izquierda seriamente lesionada y 6 semanas de quietud forzosa para poder recuperarme. El primer pensamiento que cruzó por mi cabeza un segundo después de la caída fue “pero quien me manda a meterme en estos problemas?”, luego de esto, al incorporarme y ver que mi pierna izquierda no funcionaba, comencé a asustarme. Pese a ello, cogí el coche y conducí hasta el hospital, donde no pude más. 8 horas más tarde estaba en una habitación de hospital, con la pierna escayolada pensando en que pasaría después…

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Te escuchas?

Creo que a más de uno le ha pasado: vivir esas innumerables situaciones incómodas o que por fuerza terminas por aceptar, pero que en el fondo sabes o desearías que fueran de otra forma. Hace poco leí que uno de los más grandes errores de la civilización occidental es precisamente no prestar atención a esos impulsos interiores que en la mayoría de los casos, nos indican con bastante precisión, cual es el camino a seguir. Pero no. Seguimos insistiendo en llevarnos la contraria y terminar agotados sin saber por qué. En suplir inutilmente las carencias que tenemos a través de la atención desmedida al exterior.

De un tiempo a esta parte, trato de escucharme. De oir qué es eso que dice (o grita) mi voz interior desde hace mucho. Puede resultar incómodo, y eso explica en gran manera la tendencia de la mayor parte de la gente a ignorar estos llamados de atención dirigidos hacia nosotros mismos, pero al final, si somos un poquito valientes y buscamos la tranquilidad en el largo plazo, el hacer caso a estas sugerencias, repetidas cientos o miles de veces a lo largo de los años, puede resultar un bálsamo para los problemas o pensamientos que no nos dejan vivir en paz.

A veces es doloroso tomar ciertas decisiones, pero lo es mucho más el no afrontarlas y dejar que el tiempo pase, imitando a las avestruces que, cuando perciben el peligro, meten su cabeza en un agujero, esperando que el problema les ignore y no les afecte. Muchas veces aquello de “everything is going to be ok” funciona, pero en otros casos, normalmente los que son importantes para nuestra vida, se requiere un enfoque mucho menos pasivo.

Al final, digo yo, la única persona con quien contamos desde que nacemos hasta que abandonamos este plano, somos nosotros mismos. Por qué, entonces, no prestarnos la atención que nos merecemos?

Que pasaría si…

Un día cualquiera, por razones que no entiendes, comenzaran a caer proyectiles y bombas en tu barrio? Y si después de esto, no se pudiera salir a la calle, por miedo a que te maten? O si más adelante aquellos osados que se atreven a aventurarse más allá de la seguridad relativa de sus casas, descubren que no hay víveres porque su ciudad está bloqueada? y si luego el agua y la electricidad fallan? y si por cosas del destino, tu casa o edificio es blanco de un bombardeo y te quedas en la calle?, y si no tienes adonde ir, porque no hay nadie en otro lugar que pueda acogerte?. Ya sé lo que pensarán muchos: Que “esas cosas” no pueden pasar aquí, en la mal llamada “civilización”, que esos problemas son cosa de bárbaros y radicales. Que la solución a todo esto pasa simplemente por apagar el televisor, que aquí tenemos, como dicen en mi tierra, “la vida comprada”.

Mucho cuidado, porque si los patrones de desigualdad social y de distribución de la riqueza no cambian,  podemos enfrentarnos a escenarios insospechados en cualquier momento. Si seguimos dejando que los intereses económicos y geopolíticos sean manejados por estúpidos o ignorantes, la situación puede experimentar un cambio radical en muy poco tiempo.

Pensamos, al menos por un momento, globalmente y actuamos localmente, como dice la pegatina?

Por qué?

Todos los días, a casi todas horas, hay noticias espeluznantes sobre masacres, matanzas, violencia, robos, desfalcos, hambre, guerra, codicia y ambición sin límites. No podemos escapar a la avalancha informativa con que nos bombardean contínuamente, así nos aislemos hasta las últimas consecuencias. Siempre terminaremos sabiendo qué ocurre. Hace bastante, escribí algo sobre el futuro, donde cuestionaba esos avances maravillosos en todos los campos que nos permitirían tener una vida mejor, pero que nunca llegaban. Ahora, hago otra pregunta: vale la pena invertir tanto tiempo y esfuerzo en mejorar la salud, acabar con el hambre o en difundir la educación, si nos estamos matando los unos a los otros, activa y pasivamente (no solamente las balas acaban con las vidas ajenas, también la indiferencia, el derroche y la ignorancia) todos los días y en todo el planeta?

A donde pretendemos llegar? Seguimos pensando ingenuamente que todo se resolverá y que el asunto “no es conmigo”? Cada vez me produce más nauseas el oir hablar a los políticos de ayuda a la inmigración, con cantidades irrisorias, y a la vez estar ahogando lentamente a todo un país con créditos impagables o tecnología fuera del alcance de sus posiblidades.

Cuando haremos las cosas con fundamento y no para quedar bien?

Versiones del Amor

Hoy me he encontrado con este fantástico artículo sobre el concepto del amor en el blog de Sexo del diario El Mundo, escrito por M. Perez, J.J Borrás y X. Zubieta. Me permito reproducirlo para ustedes, porque explica de una manera clara y sincera, que el amor y las relaciones no son lo que nos han enseñado, sino algo muy singular y personal. Disfruten, y sobre todo, reflexionen…

“En una entrevista a la actriz Salma Hayek, el periodista le preguntaba si el tema del amor era el único que no tenía resuelto –haciendo referencia a su conocida soltería−. Salma contestaba: “Es un tema completamente resuelto en mi vida, sin ninguna frustración. Quizá sea el tema donde más avanzada estoy. Tengo mi versión distinta del amor. No he seguido los pasos que me dijeron que hay seguir para encontrar el amor, porque por observación he notado que la gente que los sigue de todos modos no lo encuentra”.

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La historia se repite

Resulta curioso, y a la vez patético, ver como el concepto “conciencia histórica” no significa nada en los países de América Latina. Si bien es cierto que el resultado de las recientes elecciones en Perú fue una respuesta a la ominosa influencia nacionalista y dictatorial de cierto país del norte del continente, queda demostrado claramente que aún falta mucho camino por recorrer para que la gente de a pie aprenda de los errores del pasado. Nuevamente Alan García es presidente. Hace algún tiempo hablaba con un amigo peruano que vive fuera de su país y ambos coincidiamos en que la mayoría del electorado es muy joven y no vivió la época de la hiper-inflación, la demagogia en estado puro y la pérdida de valores, hace más de 20 años. Nosotros si (ya que tuve la oportunidad de estar allí durante el primer mandato del señor García), y por eso no entendemos por qué los electores que fueron testigos de esta degradación general, han apoyado nuevamente a una persona de dudosa reputación moral y política.

Es cierto que el nuevo mandatario era muy joven cuando asumió las riendas del país en 1985, y que posiblemente haya madurado y aprendido valiosas lecciones durante sus años de exilio en Colombia y Francia, pero lo que no es comprensible es que habiendo más opciones (como la candidata Florez), el electorado haya optado por elegir a su gobernante entre un ex-presidente que dejó al país en el caos y un nacionalista de inclinación claramente Chavista.

Al final, muy a pesar de muchos, la frase lapidaria siempre se cumple: “El pueblo tiene los gobernantes que se merece”.