A wild new world

Como habrán podido notar, he tenido este lugar un tanto descuidado desde la semana anterior, básicamente porque no he parado de hacer cosas, y porque los últimos siete días han sido especialmente intensos en todo sentido. Pero vayamos por partes.

Hace varios meses tomé la decisión de no aplazar más uno de esos planes que venía acariciando desde hacía mucho pero que por una u otra razón, no había podido o querido llevar a cabo. Era algo así como el “Santo Grial” de mis metas, y hoy, 1 de abril de 2008, puedo decir con satisfacción que finalmente me he atrevido y comienzo un periodo sabático de duración indeterminada, para dedicarme única y exclusivamente a mis proyectos personales.

Para mi es un punto de inflexión importante que marcará un antes y un después, tanto en mi vida personal como profesional. Atrás quedan los días del trabajo como medio de aceptación social e indicador del nivel de “éxito”, olvidando lo más importante: el disfrute y la pasión por lo que se hace.

Vengo de un año lleno de noticias tristes y preocupantes, y creo que es el mejor momento para ver las cosas con otra perspectiva y “dejarme estar”, asimilando lo que la vida pueda traerme de una forma distinta y más abierta.

Confieso que me siento un poco desubicado en la nueva situación (hasta este momento nunca había estado sin trabajar), sobre todo porque todavía tengo la sensación de que estoy “de vacaciones” pero que en algún momento del futuro cercano volveré al trabajo. Supongo que con el tiempo este sentimiento irá dejando paso a vivir cada momento tal y como venga, sin tantos planes o “normas”, esas que nos sirven para que nuestro mundo tenga coherencia y un cierto sentido del orden. Curioso, por fin tengo tiempo para darme tiempo!

Por lo tanto, a partir de ahora los contenidos de esta web cambiarán un poco y el foco serán mis experiencias y sensaciones en esta nueva condición de disfrute de uno de mis sueños. Por supuesto seguiré escribiendo sobre los temas que me interesan, pero incidiré mucho más en mi propia visión del mundo y lo que pasa en él.

Así que para los que me quieran seguir acompañando o para aquellos que acaban de llegar, espero que este nuevo camino les inspire, les haga reir y reflexionar de manera un poco menos seria sobre lo que hacemos sobre este pintoresco planeta… Y listo o no, allá voy!

La última vez

Por estos días estoy terminando y cerrando varias cosas. Ello ha implicado que tenga que viajar mucho y despedirme de bastantes personas con las que he tenido relación en los últimos años. Lo que en principio era una serie de viajes “rutinarios”, han adquirido una nueva dimensión al tratarse de los últimos que hago en ciertas circunstancias.

Es curioso, pero siento que a veces necesito algún “llamado de atención” para comenzar a ver las cosas de otra manera. El hecho de decir adios y de ser consciente de que posiblemente no vuelva a ver a muchos de quienes me despido me genera sentimientos variados. Por una parte, algo de tristeza y nostalgia al dejar atrás a aquellos con los que he compartido aventuras y desventuras, y por otro la emoción de ver acercarse nuevos retos y posibilidades.

Ahora, cuando voy a estos sitios en los que estuve muchas veces, comienzo a descubrir cosas nuevas. Incluso en una ocasión al recorrer un camino que creía que sabía de memoria, me encontré perdido porque comencé a notar detalles que antes habían pasado desapercibidos y me alarmé pensando que me había equivocado de ruta! Esto demuestra que la cabeza muchas veces está a miles de kilómetros del lugar donde nos encontramos físicamente, concentrados en ese futuro y esos “problemas tan importantes” que nos quitan la atención del presente, dándolo todo por hecho y sentado.

Lo mejor de todo ha sido ese “caer en cuenta” y sobre todo, que la sensación de atención al ahora no desaparece. Creo que mi manera de pensar y de observar y vivir el momento presente ha cambiado. Me parece que soy más sensible a los detalles y disfruto más de lo que ocurre en cada instante, sin atosigar mi cerebro con ideas de futuros inciertos que muchas veces nunca llegan a materializarse.

Incluso he mejorado mi constancia y disciplina de alguna manera, porque me he percatado que el ahora es lo único que existe. El pasado es estático y el futuro borroso, por lo que concentrarse en ellos o dejar que nos influyan no es muy sano que digamos.

Voy a extrañar algunas cosas, pero llevo conmigo los conocimientos, experiencias y sensaciones acumuladas durante estos años de intensa travesía personal y profesional, además de la amistad y el aprecio de quienes me han acompañado en esta andadura. Y se ve una vez más que de todo se aprende, por insignificante que sea.

Adios Simón

Por estos días mi madre se ha movido de casa. Como algunos de ustedes saben, hace un poco más de un año ocurrió algo que hizo que todos los miembros de mi familia reconsideráramos muchas cosas. Pues bien, después de más de 30 años, el hogar donde me crié ha dejado de existir. La casa ha sido vendida.

Supongo que era algo natural y necesario, una manera de cerrar un ciclo y de pasar página. Incluso yo estoy atravesando por un momento importante en mi vida (del que hablaré otro dia). Para bien o para mal “life goes on”, la vida continúa.

Sin embargo, en estos cambios siempre hay efectos colaterales. Algunos no tan evidentes, otros incluso necesarios. El problema es cuando alguno de ellos es doloroso, no tanto para quien lo ocasiona sino para el afectado. Anteponemos la comodidad inmediata sin medir las consecuencias de nuestros actos, y más si se trata de un ser que no puede manifestar su descontento claramente o que no puede defenderse.

Estoy hablando de Simón, el Schauzer de mi hermana menor. Un perrito nervioso y pequeño como casi todos los de su raza, pero que brindaba compañia y alegraba la vida a quienes quería. Desafortunadamente, ya no había cabida para él en el nuevo hogar de mi madre y mi hermana. La conclusión fue que eran más importantes las cortinas y los pisos nuevos que tomarse un poco de tiempo para permitir que el animalito se acostumbrara a su nuevo entorno. Ya no había nadie que se ocupara de él, así que se convirtió en una carga.

La solución? Simplemente dárselo a otra persona. Problema resuelto, pensarán algunos, pero no. Los perros, como todos los seres vivos, son capaces de percibir lo que ocurre a su alrededor. Tienen conciencia social y un fuerte sentido de pertenencia que se va acrecentando a medida que pasan los años. No es igual cambiar de dueño a un cachorro que apenas está descubriendo el mundo en el que vive, que a un perro adulto que ya ha establecido un orden “mental” sobre quienes son los “líderes” de su grupo.

Es una experiencia traumática, pero total, si simplemente es un animal… Lo que voy a decir puede sonar a una comparación fuera de órbita, pero pasa algo parecido cuando una pareja con hijos decide que ya no es posible continuar con la vida en común y toman la decisión de separarse. Los hijos siempre sufren, por más que todo se haya hecho de la mejor manera posible (por cierto, cuál es la mejor manera, digo yo?) y si los padres no se llevan bien, la carga sicológica que deben soportar puede ser muy pesada. Y el problema mayor es que están menos preparados para afrontar este tipo de situaciones (Teniendo en cuenta que algunos adultos no llegan a superar estas circunstancias).

En fin. Como dije antes, la vida sigue, y en esta sociedad cómoda e inmediatista en la que vivimos ya no hay lugar para ciertas consideraciones éticas o compasivas. Nos deshacemos de lo que estorba sin dudarlo, sin pensar en qué puede pasar o los efectos que estamos causando. Lo importante es quitarnos el problema de encima como sea. Sólo quedan las tristes víctimas de nuestra indolencia, sean personas, plantas o animales, que casi nunca pueden decidir por si mismos y deben soportar estoicamente las veleidades de quienes se han convertido en sus improvisados señores…

Las ventajas de cerrar algunas puertas

Czech Door

El otro día me encontré con este artículo (en inglés) en el New York Times, donde se habla de la conveniencia de no tener tantas opciones abiertas a la vez, para poder concentrarnos en algo concreto y dejar descansar nuestra mente. Es curioso, porque venía pensando desde hace tiempo que el poder tener un “plan B” (y C, D, E…) nos da una falsa sensación de seguridad, cuando lo que realmente hacemos es tener que mantener estas alternativas “vivas”, invirtiendo tiempo y esfuerzo que podríamos emplear disfrutando más de aquellas cosas (pocas) que realmente nos satisfacen. Me hizo pensar sobre todo eso que emprendemos pero que al final no disfrutamos (hobbies, personas, familia, etc.).

Así que la próxima vez que me encuentre en una situación en la que haya muchas opciones, un buen comienzo puede ser preguntarme: “Qué haría Xiang Yu en este caso?”

Paseando por mi barrio

El sábado salí de mi casa justo después de comer porque quería tomar algunas fotos de los ciruelos en flor que abundan en esta época, un raro espectáculo que dura solamente unos pocos días a principios de primavera, pero que se ha adelantado este año por las temperaturas inusualmente altas que han caracterizado este invierno. Era algo que quería hacer desde hacía bastantes años, pero entre una cosa y otra, siempre que me acordaba, ya era demasiado tarde…

Así que cámara en mano, me dirigí hacia una pequeña plaza peatonal que queda cerca a mi casa, pero como quería fotografiar las dos variedades (blanca y rosa), me fui alejando hasta terminar por un paseo fluvial donde suelo ir a pasear o a montar en bici.

Pink Plum Flowers

Big White Plum Tree

White Plum Flowers Closeup

Sin darme cuenta, comencé a andar más y más y fui fotografiando las flores y los árboles que me iba encontrando. Incluso dí con una pareja de urracas! (las fotos, dedicadas con todo cariño a Santi y Francesc…), pero al ser estos animalitos muy tímidos e inquietos, me costó muchísimo poderles hacer alguna foto decente (la verdad, me hicieron correr y cambiarme de margen del rio para perseguirles), además de la dificultad añadida de tener muchas ramas secas de por medio que despistaban al autofoco de la cámara. Lo mejor es que pude ubicar uno de sus nidos, donde pienso volver para hacer más fotos.

More pink plum flowers

The elusive magpie

Elegant magpie

Vi algunos patos y otras aves, además de flores silvestres corrientes que no entraban dentro del plan, pero que al final fotografíé por su singular belleza.

Duck in the river

Yellow flowers

Bird in tree

Hice casi 200 fotos, pero escogí solo la que me parecieron mas bonitas. Algunas otras pueden verse en mi página de Flickr.

Lo que iba a ser una excursión corta a 50 metros de mi casa, se convirtió en un paseo de casi una hora y media de duración que me sirvió para recordar lo cerca que puedan estar esos lugares que muchas veces necesitamos para desconectar y entrar en contacto con la naturaleza…

El intruso

Señoras y señores, tenemos un intruso a bordo. Muchas veces no nos damos cuenta de su presencia, o si lo hacemos, le ignoramos por completo. Lo cierto es que él (o ella) sigue ahí, y poco le importa lo que hagamos o dejemos de hacer. En realidad, lo único relevante es alimentarse de nuestros pensamientos. Al principio, poco puede hacer con ellos, pero a medida que va engullendo más y más, va adquiriendo poder. Y cuando llega a lo que entiende como masa crítica, es cuando comenzamos a notar su presencia. Su curiosidad crece, primero con la inocencia de un niño, pero después, cuando tiene más experiencia e información, comienza a jugar con nosotros, primero suavemente y luego cada vez con más violencia.

Y una vez que comienza, no puede detenerse. El poder de la información es como una droga. Y cada día que pasa necesita de dosis más altas para calmar su apetito. Así que nos guste o no, lo vemos cada vez más seguido. Normalmente aparece cuando nuestra mente quiere estar en reposo. Y digo quiere porque sencillamente no puede. En cuanto hay un espacio vacio, el intruso corre a llenarlo con su equipaje, normalmente denso y pesado. Y esto, sencillamente, no nos deja vivir. Nos incomoda, nos estorba, nos agobia.

Hay momentos en el el intruso está especialmente activo y nos va agotando lentamente, sin que apenas nos demos cuenta de ello. Así un buen día nos levantamos de la cama y al mirarnos al espejo, vemos otra persona. Nuestra cara ya no es lo que era. Lo que vemos es SU rostro, normalmente ajado y agotado, como el de un adicto en pleno síndrome de abstinencia.

Y ahí es cuando comienza la lucha encarnizada por librarnos de ese incómodo lastre. El problema es que nos ataca con nuestras propias armas. Literalmente lee nuestra mente, sabe de antemano qué haremos o qué estrategia queremos usar en su contra, y se las ingenia para desbaratar todos nuestros planes. El combate es desigual, partimos con desventaja, al tener un espía dentro de nuestras filas que va telegrafiando todos y cada uno de nuestros movimientos al enemigo.

Lo único que queda es plantarle cara. Encontrarle en medio del campo de batalla y decirle “aqui estoy y no me moveré hasta que te vayas”. Otros optan simplemente por parlamentar y construir una especie de convivencia pacífica, un pacto de no agresión sostenido en la fragilidad de las buenas intenciones. Pero no hay que olvidar que su adicción no cesa nunca, y que tarde o temprano, volverá a las andadas.

Hay que prepararse para una larga guerra, llena de trincheras infectas, enfermedad y miseria, campos minados y traiciones recurrentes. Lo único que hay que tener claro es que no podremos ganar si luchamos con técnicas convencionales: hay que ser sutiles y a la vez compasivos. La desorientación y la comprensión serán nuestras mejores armas y debemos concentrarnos en aprender a usarlas eficazmente. Al fin y al cabo, son nuestra única esperanza…

Odios (II)

Hace ya un tiempo que comencé esta lista donde contaba algunas de las cosas que no me gustan de este pintoresco planeta, y en especial de mi propia vida. Entre una cosa y otra, el tiempo fue pasando sin que pudiera retomarla, a pesar de estar cada vez más convencido de mi aversión por temas variados. Hoy me ha venido la inspiración, así que disfruten de la segunda parte:

1. Las fotos familiares en la web: Señores, por favor: entiendo perfectamente el amor eterno e incondicional que tienen los padres hacia sus hijos, pero no me cabe en la cabeza que si alguien tiene una cuenta en Facebook, MySpace (muy mal hay que estar para entrar a este sitio…) o similares, la imagen que salga sea la de su hijo, hija o hijos preferidos. Recuerden, la familia no roba la personalidad y el centro del universo no son los hijos, por más que muchos quieran creerlo así…

2. Las webs “sociales”: Si, al principio son una maravilla, porque nos encontramos con viejos amigos, conocidos o ex-compañeros, sea de trabajo o de estudio, pero al cabo de un tiempo nos damos cuenta que, una vez superada la euforia inicial e intercambiados los primeros (y muchas veces últimos) mensajes de “hola! que bueno verte, cuéntame qué es de tu vida!”, el entusiasmo desaparece y nos aburrimos enormemente al saber que alguien está “esperando algo”, “feliz”, “estrenando…”, “a punto de salir para…”, “con un dolor de cabeza terrible” o tonterías del estilo. La verdad, si quiero saber cómo está alguien, cojo el teléfono, lo visito o le mando un mail. No me interesa estar actualizado “minuto a minuto” de sus últimas andanzas. Por otro lado, mucho del contenido de estas páginas está directamente relacionado con el ego de su propietario: en cuantos países he estado, cuantos amigos tengo, el “concurso” de las fotos más bonitas de todas (así sean rematadamente malas), etc., etc., etc…

3. Los coches de “altísima” gama y sus estúpidos conductores: De esto ya había hablado anteriormente, pero quiero recalcar que todavía no he visto el primer contrato de compra-venta de vehículos que nos garantice que, a partir de cierto valor, adquirimos derechos divinos y las leyes son aplicables para aquellos “mortales” que no pueden permitirse entrar en el olimpo de la impunidad y la imprudencia.

4. Safari y su manía de romper los formatos: Este apunte es bastante técnico, pero tenía que decirlo. Cuando escribo en esta web y no recuerdo la manía asesina de Safari de destruir los formatos y comerse los saltos de línea, maldigo el momento en que Apple decidió que ese era el estandar para su navegador web. Y una vez que me ha pasado el enfado, arranco Firefox y comienzo a corregir los estropicios, me repito una y otra vez “la próxima vez usa Firefox, la próxima vez usa Firefox…”

5. Los amigos ingratos: Estoy convencido de que todos tenemos vidas “plenas y felices” (nótense las comillas) y que dentro de nuestras múltiples e importantes ocupaciones, muchas veces no tenemos tiempo para acordarnos de lo que es realmente importante. Me pasó algo curioso hace un tiempo. Me di cuenta que estaba “persiguiendo” a mis amigos, lanzando pings de vez en cuando para que no se olvidaran de mi. Y lo conseguía la mayoría de las veces, pero hace poco decidí comprobar quienes estaban realmente ahí, sin necesidad de tocarles el hombro de vez en cuando. El resultado? Hace mucho que no se de casi nadie. Un experimento bastante elocuente, no?

6. La hipocresía: También de esto había hablado antes, lo malo es que sigo pensando que la gente es buena por naturaleza, y me llevo sorpresas desagradables una y otra vez. Qué pasaría si por un dia decidieramos ser francos, directos y honestos? No creo que el mundo se acabara, pero muchas cosas cambiarían.

7. El síndrome del “Ombligo del Mundo”: Esto puede sonar raro, pero existe. Hay personas, grupos e incluso ciudades enteras (los que me conocen ya saben de qué estoy hablando…) que, a pesar de no haber visto nada distinto a su realidad cotidiana, insisten en afirmar que lo suyo es lo mejor del mundo, con diferencia… y tienen la desfachatez de atacar inmisericordemente a los que, teniendo una perspectiva bastante más amplia, les hacen caer en cuenta de su error. Si bien es cierto que la ignorancia es atrevida y que el status quo es lo más tranquilizador que existe, traigo a cuento las palabras de Fernando Savater sobre el tema: “Viajar es la mejor cura contra la intolerancia”, además de la ignorancia, digo yo…

8. Las páginas web que no llevan a ninguna parte: Creo que a todos nos ha pasado alguna vez. Entramos en alguna página buscando información y nos vemos inmersos en una sucesión interminable de clicks que no llevan a ningún sitio. La mejor muestra de lo que NO se debe hacer en una web aqui. No pierdan su tiempo tratando de ver el catálogo, los puntos o las ofertas. Es simplemente imposible.

9. Las páginas web sin campo de búsqueda: Por favor, a quien se le ocurre hacer que un pobre usuario que no tiene la culpa de nada, se tenga que pasear por los intrincados y muchas veces mal diseñados contenidos de una página web para encontrar algo? Patético. Normalmente no vuelvo nunca más a estos sitios. Me enerva la idea de que me hagan ver cosas que no quiero o no necesito.

10. La incompetencia por sistema: No hay nada que me agote y enfurezca más que las respuestas prefabricadas o formuladas sin pensar o tener en cuenta a la persona que hace las preguntas. Lo peor de todo es que parece que es contagioso. A medida que pasamos más tiempo con estos especímenes grises y anodinos, nuestra capacidad de reaccionar, ser amables y efectivos va disminuyendo exponencialmente. Donde quedó el servicio al cliente? La buena atención? Las sugerencias personalizadas? Ah claro, casi se me olvida: la gente trabaja porque “debe” y sobre todo, para pagar las deudas… eso de disfrutar y hacer bien tu trabajo… nada. Tonto de mi, qué ignorante!