Las primeras 48 horas

10:30 AM. Heme aquí, como casi todos los días, en frente de la pantalla. Como dije antes, todavía tengo la sensación de que tarde o temprano volveré a mi rutina diaria de levantarme, aseo y vestimenta y luego al trabajo. Lo primero que se me viene a la cabeza es que es realmente dificil desconectar y “bajar de revoluciones”, es decir, sigo pensando en las mil y una cosas que podría / debería / me gustaría hacer cada día. 

Supongo que ahora soy un poco más consciente de las circunstancias y me dejo estar. Por eso, y a pesar de que mi casa esté un poco patas arriba y de las múltiples ocupaciones que me he inventado en estos dos días, lo que más tiempo me ha consumido ha sido la Nintendo DS! Hace mucho que no me dejaba “absorber” por el mundo de fantasía de un juego (en este caso The Legend of Zelda: The Phantom Hourglass), sin prisas y disfrutándolo, sin querer terminarlo de golpe. Me he reido mucho al darme cuenta que estoy “oxidado” y que me cuesta bastante más que antes resolver los acertijos que me voy encontrando en el transcurso de la aventura, más teniendo en cuenta que llevo jugando (en general) más de 20 años…

Me gusta que haga buen tiempo. Creo que el sol da alegría y esperanza. Aunque los días frios o lluviosos también tienen su encanto, creo que en este momento necesito mucha luz. Podría ir a volar (y estrenar una cometa que acabo de comprar, además del cerdito que mis compañeros me regalaron amablemente en mi despedida) pero no quiero hacer nada por obligación. El doctor Kawashima dice que cuando nuestro cerebro detecta que algo “tiene” que hacerse, pierde el interés y puede incluso resultar contraproducente, incrementando los problemas asociados a la edad y a la falta de uso, así que mejor no tentar al destino…

Por otra parte, y siendo fiel a mis principios geeks, me he comprado un bonito móvil nuevo, que hasta ahora estoy conociendo. Tiene tantas cosas que creo que pronto encontrare el botón / menú para decirle que saque al perro que no tengo y que me ponga una copa… Lo mejor de todo es que no es el último de lo último y los problemas o pegas que pueda tener están bastante identificados, además de tener un coste razonable. Eso de pagar por el “privilegio” de tener lo más nuevo a veces (casi siempre) sale muy caro.

Qué viene ahora? Hoy cine por la tarde con posiblemente un paseo por el parque y poco más. La próxima semana me voy a Granada, un sitio que siempre he querido conocer. Lo mejor de todo es que el viaje surgió espontáneamente y no hubo necesidad de pensarlo y repensarlo tantas veces. Me gusta eso de estar rompiendo paradigmas, así me sienta un poco descolocado…

A wild new world

Como habrán podido notar, he tenido este lugar un tanto descuidado desde la semana anterior, básicamente porque no he parado de hacer cosas, y porque los últimos siete días han sido especialmente intensos en todo sentido. Pero vayamos por partes.

Hace varios meses tomé la decisión de no aplazar más uno de esos planes que venía acariciando desde hacía mucho pero que por una u otra razón, no había podido o querido llevar a cabo. Era algo así como el “Santo Grial” de mis metas, y hoy, 1 de abril de 2008, puedo decir con satisfacción que finalmente me he atrevido y comienzo un periodo sabático de duración indeterminada, para dedicarme única y exclusivamente a mis proyectos personales.

Para mi es un punto de inflexión importante que marcará un antes y un después, tanto en mi vida personal como profesional. Atrás quedan los días del trabajo como medio de aceptación social e indicador del nivel de “éxito”, olvidando lo más importante: el disfrute y la pasión por lo que se hace.

Vengo de un año lleno de noticias tristes y preocupantes, y creo que es el mejor momento para ver las cosas con otra perspectiva y “dejarme estar”, asimilando lo que la vida pueda traerme de una forma distinta y más abierta.

Confieso que me siento un poco desubicado en la nueva situación (hasta este momento nunca había estado sin trabajar), sobre todo porque todavía tengo la sensación de que estoy “de vacaciones” pero que en algún momento del futuro cercano volveré al trabajo. Supongo que con el tiempo este sentimiento irá dejando paso a vivir cada momento tal y como venga, sin tantos planes o “normas”, esas que nos sirven para que nuestro mundo tenga coherencia y un cierto sentido del orden. Curioso, por fin tengo tiempo para darme tiempo!

Por lo tanto, a partir de ahora los contenidos de esta web cambiarán un poco y el foco serán mis experiencias y sensaciones en esta nueva condición de disfrute de uno de mis sueños. Por supuesto seguiré escribiendo sobre los temas que me interesan, pero incidiré mucho más en mi propia visión del mundo y lo que pasa en él.

Así que para los que me quieran seguir acompañando o para aquellos que acaban de llegar, espero que este nuevo camino les inspire, les haga reir y reflexionar de manera un poco menos seria sobre lo que hacemos sobre este pintoresco planeta… Y listo o no, allá voy!

La última vez

Por estos días estoy terminando y cerrando varias cosas. Ello ha implicado que tenga que viajar mucho y despedirme de bastantes personas con las que he tenido relación en los últimos años. Lo que en principio era una serie de viajes “rutinarios”, han adquirido una nueva dimensión al tratarse de los últimos que hago en ciertas circunstancias.

Es curioso, pero siento que a veces necesito algún “llamado de atención” para comenzar a ver las cosas de otra manera. El hecho de decir adios y de ser consciente de que posiblemente no vuelva a ver a muchos de quienes me despido me genera sentimientos variados. Por una parte, algo de tristeza y nostalgia al dejar atrás a aquellos con los que he compartido aventuras y desventuras, y por otro la emoción de ver acercarse nuevos retos y posibilidades.

Ahora, cuando voy a estos sitios en los que estuve muchas veces, comienzo a descubrir cosas nuevas. Incluso en una ocasión al recorrer un camino que creía que sabía de memoria, me encontré perdido porque comencé a notar detalles que antes habían pasado desapercibidos y me alarmé pensando que me había equivocado de ruta! Esto demuestra que la cabeza muchas veces está a miles de kilómetros del lugar donde nos encontramos físicamente, concentrados en ese futuro y esos “problemas tan importantes” que nos quitan la atención del presente, dándolo todo por hecho y sentado.

Lo mejor de todo ha sido ese “caer en cuenta” y sobre todo, que la sensación de atención al ahora no desaparece. Creo que mi manera de pensar y de observar y vivir el momento presente ha cambiado. Me parece que soy más sensible a los detalles y disfruto más de lo que ocurre en cada instante, sin atosigar mi cerebro con ideas de futuros inciertos que muchas veces nunca llegan a materializarse.

Incluso he mejorado mi constancia y disciplina de alguna manera, porque me he percatado que el ahora es lo único que existe. El pasado es estático y el futuro borroso, por lo que concentrarse en ellos o dejar que nos influyan no es muy sano que digamos.

Voy a extrañar algunas cosas, pero llevo conmigo los conocimientos, experiencias y sensaciones acumuladas durante estos años de intensa travesía personal y profesional, además de la amistad y el aprecio de quienes me han acompañado en esta andadura. Y se ve una vez más que de todo se aprende, por insignificante que sea.

Adios Simón

Por estos días mi madre se ha movido de casa. Como algunos de ustedes saben, hace un poco más de un año ocurrió algo que hizo que todos los miembros de mi familia reconsideráramos muchas cosas. Pues bien, después de más de 30 años, el hogar donde me crié ha dejado de existir. La casa ha sido vendida.

Supongo que era algo natural y necesario, una manera de cerrar un ciclo y de pasar página. Incluso yo estoy atravesando por un momento importante en mi vida (del que hablaré otro dia). Para bien o para mal “life goes on”, la vida continúa.

Sin embargo, en estos cambios siempre hay efectos colaterales. Algunos no tan evidentes, otros incluso necesarios. El problema es cuando alguno de ellos es doloroso, no tanto para quien lo ocasiona sino para el afectado. Anteponemos la comodidad inmediata sin medir las consecuencias de nuestros actos, y más si se trata de un ser que no puede manifestar su descontento claramente o que no puede defenderse.

Estoy hablando de Simón, el Schauzer de mi hermana menor. Un perrito nervioso y pequeño como casi todos los de su raza, pero que brindaba compañia y alegraba la vida a quienes quería. Desafortunadamente, ya no había cabida para él en el nuevo hogar de mi madre y mi hermana. La conclusión fue que eran más importantes las cortinas y los pisos nuevos que tomarse un poco de tiempo para permitir que el animalito se acostumbrara a su nuevo entorno. Ya no había nadie que se ocupara de él, así que se convirtió en una carga.

La solución? Simplemente dárselo a otra persona. Problema resuelto, pensarán algunos, pero no. Los perros, como todos los seres vivos, son capaces de percibir lo que ocurre a su alrededor. Tienen conciencia social y un fuerte sentido de pertenencia que se va acrecentando a medida que pasan los años. No es igual cambiar de dueño a un cachorro que apenas está descubriendo el mundo en el que vive, que a un perro adulto que ya ha establecido un orden “mental” sobre quienes son los “líderes” de su grupo.

Es una experiencia traumática, pero total, si simplemente es un animal… Lo que voy a decir puede sonar a una comparación fuera de órbita, pero pasa algo parecido cuando una pareja con hijos decide que ya no es posible continuar con la vida en común y toman la decisión de separarse. Los hijos siempre sufren, por más que todo se haya hecho de la mejor manera posible (por cierto, cuál es la mejor manera, digo yo?) y si los padres no se llevan bien, la carga sicológica que deben soportar puede ser muy pesada. Y el problema mayor es que están menos preparados para afrontar este tipo de situaciones (Teniendo en cuenta que algunos adultos no llegan a superar estas circunstancias).

En fin. Como dije antes, la vida sigue, y en esta sociedad cómoda e inmediatista en la que vivimos ya no hay lugar para ciertas consideraciones éticas o compasivas. Nos deshacemos de lo que estorba sin dudarlo, sin pensar en qué puede pasar o los efectos que estamos causando. Lo importante es quitarnos el problema de encima como sea. Sólo quedan las tristes víctimas de nuestra indolencia, sean personas, plantas o animales, que casi nunca pueden decidir por si mismos y deben soportar estoicamente las veleidades de quienes se han convertido en sus improvisados señores…

Las ventajas de cerrar algunas puertas

Czech Door

El otro día me encontré con este artículo (en inglés) en el New York Times, donde se habla de la conveniencia de no tener tantas opciones abiertas a la vez, para poder concentrarnos en algo concreto y dejar descansar nuestra mente. Es curioso, porque venía pensando desde hace tiempo que el poder tener un “plan B” (y C, D, E…) nos da una falsa sensación de seguridad, cuando lo que realmente hacemos es tener que mantener estas alternativas “vivas”, invirtiendo tiempo y esfuerzo que podríamos emplear disfrutando más de aquellas cosas (pocas) que realmente nos satisfacen. Me hizo pensar sobre todo eso que emprendemos pero que al final no disfrutamos (hobbies, personas, familia, etc.).

Así que la próxima vez que me encuentre en una situación en la que haya muchas opciones, un buen comienzo puede ser preguntarme: “Qué haría Xiang Yu en este caso?”

Paseando por mi barrio

El sábado salí de mi casa justo después de comer porque quería tomar algunas fotos de los ciruelos en flor que abundan en esta época, un raro espectáculo que dura solamente unos pocos días a principios de primavera, pero que se ha adelantado este año por las temperaturas inusualmente altas que han caracterizado este invierno. Era algo que quería hacer desde hacía bastantes años, pero entre una cosa y otra, siempre que me acordaba, ya era demasiado tarde…

Así que cámara en mano, me dirigí hacia una pequeña plaza peatonal que queda cerca a mi casa, pero como quería fotografiar las dos variedades (blanca y rosa), me fui alejando hasta terminar por un paseo fluvial donde suelo ir a pasear o a montar en bici.

Pink Plum Flowers

Big White Plum Tree

White Plum Flowers Closeup

Sin darme cuenta, comencé a andar más y más y fui fotografiando las flores y los árboles que me iba encontrando. Incluso dí con una pareja de urracas! (las fotos, dedicadas con todo cariño a Santi y Francesc…), pero al ser estos animalitos muy tímidos e inquietos, me costó muchísimo poderles hacer alguna foto decente (la verdad, me hicieron correr y cambiarme de margen del rio para perseguirles), además de la dificultad añadida de tener muchas ramas secas de por medio que despistaban al autofoco de la cámara. Lo mejor es que pude ubicar uno de sus nidos, donde pienso volver para hacer más fotos.

More pink plum flowers

The elusive magpie

Elegant magpie

Vi algunos patos y otras aves, además de flores silvestres corrientes que no entraban dentro del plan, pero que al final fotografíé por su singular belleza.

Duck in the river

Yellow flowers

Bird in tree

Hice casi 200 fotos, pero escogí solo la que me parecieron mas bonitas. Algunas otras pueden verse en mi página de Flickr.

Lo que iba a ser una excursión corta a 50 metros de mi casa, se convirtió en un paseo de casi una hora y media de duración que me sirvió para recordar lo cerca que puedan estar esos lugares que muchas veces necesitamos para desconectar y entrar en contacto con la naturaleza…

El intruso

Señoras y señores, tenemos un intruso a bordo. Muchas veces no nos damos cuenta de su presencia, o si lo hacemos, le ignoramos por completo. Lo cierto es que él (o ella) sigue ahí, y poco le importa lo que hagamos o dejemos de hacer. En realidad, lo único relevante es alimentarse de nuestros pensamientos. Al principio, poco puede hacer con ellos, pero a medida que va engullendo más y más, va adquiriendo poder. Y cuando llega a lo que entiende como masa crítica, es cuando comenzamos a notar su presencia. Su curiosidad crece, primero con la inocencia de un niño, pero después, cuando tiene más experiencia e información, comienza a jugar con nosotros, primero suavemente y luego cada vez con más violencia.

Y una vez que comienza, no puede detenerse. El poder de la información es como una droga. Y cada día que pasa necesita de dosis más altas para calmar su apetito. Así que nos guste o no, lo vemos cada vez más seguido. Normalmente aparece cuando nuestra mente quiere estar en reposo. Y digo quiere porque sencillamente no puede. En cuanto hay un espacio vacio, el intruso corre a llenarlo con su equipaje, normalmente denso y pesado. Y esto, sencillamente, no nos deja vivir. Nos incomoda, nos estorba, nos agobia.

Hay momentos en el el intruso está especialmente activo y nos va agotando lentamente, sin que apenas nos demos cuenta de ello. Así un buen día nos levantamos de la cama y al mirarnos al espejo, vemos otra persona. Nuestra cara ya no es lo que era. Lo que vemos es SU rostro, normalmente ajado y agotado, como el de un adicto en pleno síndrome de abstinencia.

Y ahí es cuando comienza la lucha encarnizada por librarnos de ese incómodo lastre. El problema es que nos ataca con nuestras propias armas. Literalmente lee nuestra mente, sabe de antemano qué haremos o qué estrategia queremos usar en su contra, y se las ingenia para desbaratar todos nuestros planes. El combate es desigual, partimos con desventaja, al tener un espía dentro de nuestras filas que va telegrafiando todos y cada uno de nuestros movimientos al enemigo.

Lo único que queda es plantarle cara. Encontrarle en medio del campo de batalla y decirle “aqui estoy y no me moveré hasta que te vayas”. Otros optan simplemente por parlamentar y construir una especie de convivencia pacífica, un pacto de no agresión sostenido en la fragilidad de las buenas intenciones. Pero no hay que olvidar que su adicción no cesa nunca, y que tarde o temprano, volverá a las andadas.

Hay que prepararse para una larga guerra, llena de trincheras infectas, enfermedad y miseria, campos minados y traiciones recurrentes. Lo único que hay que tener claro es que no podremos ganar si luchamos con técnicas convencionales: hay que ser sutiles y a la vez compasivos. La desorientación y la comprensión serán nuestras mejores armas y debemos concentrarnos en aprender a usarlas eficazmente. Al fin y al cabo, son nuestra única esperanza…