Reflexiones en un día soleado de primavera

Heme aquí, de vuelta tras una larga ausencia, plagada de contradicciones literarias (es decir, ganas de escribir, muchas ideas frescas pero sin poder encontrar el momento preciso). Aunque en algunas ocasiones me siento “culpable” por no ser lo suficientemente disciplinado para escribir regularmente las cosas que me parecen importantes, en otras (la mayoría afortunadamente) me encuentro experimentando muchas de las cosas sobre las que escribía y teorizaba desde la comodidad de mi atalaya, sin querer profundizar en la experiencia.

Pueda ser que lo que acabo de decir suene a que mucho de lo aquí plasmado sea el fruto de la imaginación y no de experiencias reales. Nada más lejos de la verdad. Simplemente, antes me especializaba en relatar, proyectar, imaginar y describir lo que me parecía más adecuado o que se acercaba en mayor medida a mis pensamientos, y ahora ocurre que la realidad se impone y prefiero experimentarla de primera mano y luego, si se tercia y realmente vale la pena, dejar constancia para quien quiera tomarse el tiempo de leer mis ideas. Incluso para mi mismo, como una manera de hacer retrospectiva y aprender de lo que ha ocurrido antes, que normalmente se va perdiendo en el frenesí incesante en el que se ha convertido la existencia en esta sociedad hiper-conectada.

Nunca es tarde para recomenzar. Y ahora, como en cualquier otro momento, la ocasión es buena para contar lo que me pasa por la cabeza, sea real o no…

¿Y tú, de quien eres esclavo?

Parece que cada vez más la gente se da cuenta de la inutilidad de los bancos para casi todo, exceptuando posiblemente, el enriquecimiento obsceno de sus dueños. Lo que me parece triste es que, a pesar de esto (el darse cuenta), nadie hace nada, como si el sistema bancario fuera la única opción que existiera para proporcionar medios financieros para adquirir bienes o servicios.

Lo más grave es saber que todos, repito TODOS los bancos están en quiebra porque no tienen ni el 10% del dinero que la gente ha depositado en ellos. En alguna ocasión, hablé de ciertas medidas que podríamos tomar para que este sistema de esclavitud encubierta se derrumbe de una vez por todas, como el dejar de usar medios de crédito, utilizar efectivo para todas las operaciones y mejor aún, hacer un retiro masivo del dinero depositado en ellos, sin nombrar comportamientos más “extremos” (y saludables para la gente) como el dejar de pagar todas las obligaciones contraídas al unísono.

Sin embargo, la gente no se convence. Seguimos pagando comisiones abusivas por pasar dinero de un lugar a otro o lo que es peor, por usar al banco de “garante” de nuestras obligaciones. Me refiero a los avales bancarios para alquileres y otros negocios. Si bien es cierto que el banco tiene que cobrar una cantidad por dicho servicio, lo que me molesta es que ofrezcan la “posibilidad” de reducir el coste del mismo si dejamos nosotros mismos el dinero necesario para la operación “retenido” en la entidad. Oigase bien: además de trabajar nuestro dinero, NOS COBRAN por “prestárnoslo”. Es una absoluta vergüenza.

Pero nada, la gente sigue pagando y pagando como si fuera lo que hay que hacer. Sin embargo, el otro día leía que los chinos que se establecen en España y montan negocios por montones (las famosas tiendas de todo a cien, a un euro ahora) nunca emplean bancos. Todo lo hacen usando riguroso contado. Y están quebrados o endeudados? Creo que no. Sé que existen otras consideraciones como el abuso a los trabajadores de este colectivo, pero no quiero hablar de ello ahora. El punto es que demuestran que es posible trabajar sin ningún tipo de intermediación y conseguir los mismos resultados.

Que queremos adquirir una casa que no podemos pagar? No hay problema, vamos al banco! Y lo que estamos haciendo en realidad es entregar toda nuestra vida (han visto las hipotecas a 50 años?) a unos usureros a quienes poco o nada importa lo que nos ocurra.

Por si no me he explicado bien, dejo un vídeo muy didáctico. Es un fragmento de la película “El Concursante” que recomiendo para aquellos que todavía valoran su libertad y no quieren ser víctimas de un sistema corrupto que afortunadamente ya da visos de resquebrajarse. Y atención, el que esto se produzca antes o después, depende única y exclusivamente de nosotros mismos, no de nadie más, como nos han venido haciendo creer por años y años…

Japón (V)

No es que no quiera poner más videos, pero ante la falta flagrante de tiempo, energía y sobre todo, acceso a Internet sin precios abusivos, además de un software decente de edición de video (lo siento por los fans de Windows, pero iMovie les da 1000 vueltas a los competidores), prefiero escribir y dejar el testimonio en película para cuando regresemos a casa.

El fin de semana estuvo interesante. El sábado fuimos al Mercado del Pescado de Tsukiji y luego al Museo Ghibli en Mitaka.

Para ir al mercado, hay que madrugar y mucho. Lo ideal es estar hacia las 5 AM allí para “coger sitio” en el salón de subastas del atún, que no está muy bien señalizado y al que llegamos un poco de casualidad. Claro que en esto tiene que ver el hecho de que el taxista que nos llevó desde el hotel (el metro todavía no está funcionando a esa hora) nos dejó en una puerta lateral y no en la entrada principal.

Una vez dentro, se pueden ver los atunes congelados siendo examinados por los expertos en la materia, quienes pujarán por ellos en cuanto empieza la subasta. Hay empleados que nos avisan que no se pueden tomar fotos con flash con carteles en varios idiomas y que deberíamos (nadie lo hace) salir a los 10 ó 15 minutos de haber entrado para dejar sitio a más gente. Al final, todos nos apretujamos en la estrecha zona de los visitantes, localizada justo en la mitad del sitio de las subastas.

El momento emocionante es cuando los “directores de la subasta” comienzan a tocar la campana para avisar que está a punto de comenzar la puja por los distintos lotes. Se suben a un pequeño taburete y comienzan a gritar de manera peculiar los distintos números y a anotar las pujas obtenidas. El proceso no dura más de 5 minutos. Hay evidencia en video para explicarlo mejor.

Luego de presenciar el proceso, sobre las 6:15 AM, termina el “espectáculo” y los pescados son sacados por sus propietarios en carretillas de madera. El paso siguiente es buscar un sitio para desayunar, dentro del mismo mercado. Encontramos uno donde había cola (casi todos tienen) y después de esperar casi media hora, pudimos entrar. El local era pequeño y nos tomaron la orden mientras esperábamos. Todo muy organizado. Entramos, nos sentamos, comimos, pagamos y fuera. Otros 10 comensales entraban. Producción en serie al más puro estilo japonés.

Luego de eso recorrimos los puestos alrededor del depósito central del mercado, donde hay implementos para el oficio, verduras, etc. Compramos un cuchillo japonés MUY afilado (Sol se hizo un corte profundo con sólo manipularlo un momento) a muy buen precio. Incluso nos dieron instrucciones para su cuidado y mantenimiento en una hoja impresa en inglés y japonés.

Luego volvimos al hotel para darnos una ducha y descansar un rato antes de seguir con la jornada y nuestro siguiente destino: El Museo Ghibli en Mitaka.

El museo es una especie de “Disney World”, guardadas las proporciones, creado alrededor de una figura muy importante en la animación japonesa: Hayao Miyazaki. Sobra decir que hay que haber visto al menos una de las películas para entender lo que ocurre aquí. Las entradas se compran por Internet con previa reserva (hay que hacerla un par de meses antes como mínimo) y se canjean en el museo.

Para llegar a Mitaka, se parte de la estación de Shinjuku y el recorrido dura unos 20 minutos. Una vez en la estación, hay que salir de la misma, girar a la derecha, bajar las escaleras, comprar los tiquetes bajo las mismas y esperar el autobus que nos llevará al museo en la parada número 9. No tiene pérdida porque el pequeño vehículo de color beige lleva motivos del museo y personajes de las películas en su exterior.

Al llegar, se canjean las entradas y nos darán unos pases para un corto de 20 minutos de duración (en japonés) que se puede ver durante la visita, a la hora y 15, 35 y 55 minutos. Es importante acercarse a la fila faltando unos 10 minutos para que comience la proyección, porque el aforo es limitado.

La visita no es larga, se puede hacer en un par de horas, incluyendo un rato para comer algo (lo que hicimos nosotros) y la película. Las salas incluyen bocetos, dibujos, animaciones, se nos muestra como se hace una película de esta naturaleza y hay incluso una reproducción del estudio de Miyazaki, que vive muy cerca del museo. No está permitido hacer fotos dentro de las instalaciones, pero sí en los jardines y exteriores de las mismas.

Al salir, el bus nos lleva nuevamente a la estación de tren para volver a Tokyo, pero decidimos comer algo más en las inmediaciones y nos topamos con una procesión llevada por niños, muy simpática.

En cuanto a la comida, entramos a un sitio donde se hace el pedido a través de una máquina. Tuvimos algunos problemas para entender cómo funcionaba, pero un empleado amable nos lo explicó e hicimos un pequeño tutorial en video que publicaré luego.

Para finalizar el día, nos dimos una vuelta por Shinjuku, curioseamos un poco por Kinokuniya y Takashimaya y volvimos rendidos al hotel.

El domingo nos lo tomamos con un poco más de calma. Salimos hacia el mediodía hacia el parque de Ueno, con el ánimo de visitar el Museo Nacional de Tokyo. Una experiencia altamente recomendable. Está abierto de 9 a 18:30. Es un lugar bonito, cuidado y las obras expuestas no están apretujadas. Al final, se nos invitó a diseñar un “kimono” de papel con distintos sellos de motivos expuestos en el museo. Divertido. Me gusta esta interactividad de los japoneses!

Luego recorrimos el parque y visitamos el mercadillo de Ameyoko, que está al lado de la estación del tren. Una experiencia comparable a pasear por los “polvos azules” de Lima o alguno de los “sanandresitos” en Bogotá. Comimos algo de fruta y una especie de waffle con huevo y verduras en la calle. Ambos muy sabrosos…

Al final, nos dimos una vuelta por Roppongi, vimos un poco de pasada el Roppongi Hills, que es impresionante pero no deja de ser un centro comercial de lujo como tantos otros, similar, a nuestro parecer, con la zona de Postdamer Platz en Berlin, y tratamos sin mucho éxito (era domingo) de encontrar un sitio agradable para tomar algo y bailar un poco. Había muchos occidentales y pocos japoneses.

Hubo dos anécdotas para terminar el día: la primera ocurrió cuando cenamos en un lugar de sushi 24 horas, donde presenciamos en vivo y en directo como un cliente pedía un plato, el cocinero sacaba el pescado vivo de un acuario, lo cortaba y lo servía en un plato, todavía moviéndose, aderezado con verduras y demás.

Y la segunda nos pasó cuando estábamos volviendo al hotel, porque perdimos el último metro y tuvimos que salir de la estación donde estábamos para tomar un taxi en la calle, algo que hicimos sin problemas y llegamos al hotel en 5 minutos. Toda una aventura!

Japón (IV)

Hoy tocó crónica offline, consecuencia de la manera de hacer negocios que impera en nuestros tiempos. Lo que acabo de decir es un eufemismo para ocultar mi mal humor y no escribir problemas como sinverguenceria, mentiras o engaños…
Vamos por partes. Ayer salimos un poco tarde del hotel, producto del cansancio acumulado y el jet lag. Nos fuimos a la zona de Mejiro a buscar un fabricante reconocido de Shakuhachis y Shinobues y, como se está volviendo costumbre, no encontramos la dirección hasta después de un buen rato, porque pasamos frente al negocio un par de veces y no lo vimos. Finalmente dimos con el y una muy amable señora nos atendio y asesoró en la compra de mi primer instrumento genuino japonés, uno más de mis sueños realizados! Para rematar, Sol decidió regalarmelo de cumpleaños, junto con varios accesorios. Una maravilla!
Luego de esto, nos dirigimos a Shibuya a comer algo, y como también se está volviendo costumbre, más ramen o Yoshinoya (una cadena de comida “rapida” muy popular por aqui). Luego a caminar por el barrio, viendo cosas estrafalarias, raras, divertidas, curiosas o simplemente novedosas. Estuvimos en la estatua de Hachiko, en el famoso cruce que sale en todas las peliculas, viendo como se llena de gente en unos segundos y luego volvimos a Shinjuku a dar la última vuelta antes de ir al hotel. Cenamos unos ricos yakitoris, tamago y para finalizar como mandan los cánones, un buen trago de whisky japones.
Esta mañana (viernes) nos acercamos al Tôcho Biru, el edificio del gobierno metropolitano de Tokyo, que estaba a pocas calles de donde nos alojabamos. Las torres son imponentes y tienen dos miradores: norte y sur, a los cuales subimos, pensando un pcoo que hoy justamente es 11 de septiembre… Sicosis? No, que va…
La vista es espectacular, y aunque el cielo estaba algo nublado, como es habitual en Tokyo, se podían divisar muchos de los rascacielos de la ciudad y contemplar como se pierde en el horizonte. Impresionante.
Al bajar de un mirador para subir el otro, un amable funcionario del gobierno nos preguntó que si queriamos participar en una muestra de artesania local, especificamente el arte japones de labrar la plata, y se nos permitio elaborar nosotros mismos un par de años de plata de ley 925 martillando a más no poder. Muy interesante y divertido, ademas de habernos quedado con los anillos como recuerdo!
Luego de eso, recogimos nuestras cosas y nos dirigimos a nuestra nueva “casa” para lo que queda de nuestra estancia en Tokyo antes de salir para Kyoto. El hotel está en el barrio de Akasaka, donde están las embajadas y oficinas del gobierno. Un poco mal situado porque hay que caminar unos 7 minutos desde que baja uno del metro hasta la puerta del hotel, cuando en el anterior en 30 segundos estabamos en la recepcion.
Aqui comenzaron las “decepciones”. Si bien es un hotel de 5 estrellas, en cuanto llegué un empleado que hablaba muy mal inglés (cosa un poco extraña en un hotel de esta categoria) me ofrecio un “upgrade” de 8000 yenes la noche (unos 60 euros) para mejorar la habitacion y darnos varios servicios añadidos, entre ellos el acceso a internet, cosa que me extraño aun mas porque en el hotel anterior, bastante mas modesto, era completamente gratis. Al decirle que no me interesaba, me ofrecio otra opcion de 3000 yenes la noche mas solo por tener acceso a internet ilimitado, cuando el precio diario es de 1575 yenes (unos 12-13 euros, bastante caro la verdad), oferta que tambien rechacé. Asi que, contrariados, subimos a la habitacion, que afortunadamente es bastante comoda y silenciosa, lo minimo esperable en un hotel como este.
Luego de esto, salimos hacia Nihonbashi al “museo de las cometas”, un pequeño lugar en el quinto piso de un edificio ubicado en una calle lateral, perteneciente al dueño del restaurante que está en la primera planta, muy aficionado a este hobby. El museo mas parece una coleccion de trastos viejos que un museo, pero vale la pena pagar los 200 yenes y darse una vuelta. En menos de 30 minutos está visto. El restaurante es mas bien caro, por lo que nuestros planes de comer ahi sufrieron una pequeña modificacion. Al final, como casi siempre, terminamos comiendo soba y udon en un sitio cercano.
De ahi salimos a Asakusa, en la linea Ginza del metro. Visitamos el templo, que por ahora está cerrado por obras, hicimos una ofrenda y sacamos nuestra “fortuna” de las alcancias que agitandolas, nos dejan ver que nos depara el futuro y como van a ser nuestros devenires a partir de ese momento. Los papelitos que nos dicen lo que pasará o está pasando, se amarran a unas largas varillas de metal y luego se queman cuando estas están llenas.
Nuestra siguiente parada fue la calle Kapabashi, lugar por excelencia de los utensilios de cocina y restauracion. Desafortunadamente, llegamos algo tarde y la mayoria de tiendas estaban cerradas. Sin embargo pudimos encontrar casi todo lo que estabamos buscando.
Ahora mismo son las 9:30 PM y ya estamos en la cama, porque mañana nos espera la madrugada mas salvaje para ir al mercado de pescado de Tsukiji, a unos 20 minutos en taxi desde aqui. Mas cosas cuando pueda conectarme y publicarlas!

(Esta nota fue originalmente escrita el 11 de septiembre de 2009)

Hoy tocó crónica offline, consecuencia de la manera de hacer negocios que impera en nuestros tiempos. Lo que acabo de decir es un eufemismo para ocultar mi mal humor y no escribir problemas como sinverguenceria, mentiras o engaños…

Vamos por partes. Ayer salimos un poco tarde del hotel, producto del cansancio acumulado y el jet lag. Nos fuimos a la zona de Mejiro a buscar un fabricante reconocido de Shakuhachis y Shinobues y, como se está volviendo costumbre, no encontramos la dirección hasta después de un buen rato, porque pasamos frente al negocio un par de veces y no lo vimos. Finalmente dimos con el y una muy amable señora nos atendio y asesoró en la compra de mi primer instrumento genuino japonés, uno más de mis sueños realizados! Para rematar, Sol decidió regalarmelo de cumpleaños, junto con varios accesorios. Una maravilla!

Luego de esto, nos dirigimos a Shibuya a comer algo, y como también se está volviendo costumbre, más ramen o Yoshinoya (una cadena de comida “rapida” muy popular por aqui). Luego a caminar por el barrio, viendo cosas estrafalarias, raras, divertidas, curiosas o simplemente novedosas. Estuvimos en la estatua de Hachiko, en el famoso cruce que sale en todas las peliculas, viendo como se llena de gente en unos segundos y luego volvimos a Shinjuku a dar la última vuelta antes de ir al hotel. Cenamos unos ricos yakitoris, tamago y para finalizar como mandan los cánones, un buen trago de whisky japones.

Esta mañana (viernes) nos acercamos al Tôcho Biru, el edificio del gobierno metropolitano de Tokyo, que estaba a pocas calles de donde nos alojabamos. Las torres son imponentes y tienen dos miradores: norte y sur, a los cuales subimos, pensando un pcoo que hoy justamente es 11 de septiembre… Sicosis? No, que va…

La vista es espectacular, y aunque el cielo estaba algo nublado, como es habitual en Tokyo, se podían divisar muchos de los rascacielos de la ciudad y contemplar como se pierde en el horizonte. Impresionante.

Al bajar de un mirador para subir el otro, un amable funcionario del gobierno nos preguntó que si queriamos participar en una muestra de artesania local, especificamente el arte japones de labrar la plata, y se nos permitio elaborar nosotros mismos un par de años de plata de ley 925 martillando a más no poder. Muy interesante y divertido, ademas de habernos quedado con los anillos como recuerdo!

Luego de eso, recogimos nuestras cosas y nos dirigimos a nuestra nueva “casa” para lo que queda de nuestra estancia en Tokyo antes de salir para Kyoto. El hotel está en el barrio de Akasaka, donde están las embajadas y oficinas del gobierno. Un poco mal situado porque hay que caminar unos 7 minutos desde que baja uno del metro hasta la puerta del hotel, cuando en el anterior en 30 segundos estabamos en la recepcion.

Aqui comenzaron las “decepciones”. Si bien es un hotel de 5 estrellas, en cuanto llegué un empleado que hablaba muy mal inglés (cosa un poco extraña en un hotel de esta categoria) me ofrecio un “upgrade” de 8000 yenes la noche (unos 60 euros) para mejorar la habitacion y darnos varios servicios añadidos, entre ellos el acceso a internet, cosa que me extraño aun mas porque en el hotel anterior, bastante mas modesto, era completamente gratis. Al decirle que no me interesaba, me ofrecio otra opcion de 3000 yenes la noche mas solo por tener acceso a internet ilimitado, cuando el precio diario es de 1575 yenes (unos 12-13 euros, bastante caro la verdad), oferta que tambien rechacé. Asi que, contrariados, subimos a la habitacion, que afortunadamente es bastante comoda y silenciosa, lo minimo esperable en un hotel como este.

Luego de esto, salimos hacia Nihonbashi al “museo de las cometas”, un pequeño lugar en el quinto piso de un edificio ubicado en una calle lateral, perteneciente al dueño del restaurante que está en la primera planta, muy aficionado a este hobby. El museo mas parece una coleccion de trastos viejos que un museo, pero vale la pena pagar los 200 yenes y darse una vuelta. En menos de 30 minutos está visto. El restaurante es mas bien caro, por lo que nuestros planes de comer ahi sufrieron una pequeña modificacion. Al final, como casi siempre, terminamos comiendo soba y udon en un sitio cercano.

De ahi fuimos a Asakusa, en la linea Ginza del metro. Visitamos el templo, que por ahora está cerrado por obras, hicimos una ofrenda y sacamos nuestra “fortuna” de las alcancias que agitandolas, nos dejan ver que nos depara el futuro y como van a ser nuestros devenires a partir de ese momento. Los papelitos que nos dicen lo que pasará o está pasando, se amarran a unas largas varillas de metal y luego se queman cuando estas están llenas.

Nuestra siguiente parada fue la calle Kapabashi, lugar por excelencia de los utensilios de cocina y restauracion. Desafortunadamente, llegamos algo tarde y la mayoria de tiendas estaban cerradas. Sin embargo pudimos encontrar casi todo lo que estabamos buscando.

Ahora mismo son las 9:30 PM y ya estamos en la cama, porque mañana nos espera la madrugada mas salvaje para ir al mercado de pescado de Tsukiji, a unos 20 minutos en taxi desde aqui. Mas cosas cuando pueda conectarme y publicarlas!

Japón (III)

La experiencia está siendo fantástica. Anoche llegamos completamente agotados en el hotel e hicimos honor a aquello de “a donde fueres, haz lo que vieres”, léase nos dormimos un rato en la Yamanote!

Nos dimos una vuelta por Akiba, y de no ser por Sol, no hubiésemos encontrado una tiendita de electrónica con unos precios muy atractivos para comprar cámaras y demás. Eso si, por la noche, cuando llegué a estrenar lo que había comprado, me asusté un poco al comprobar que TODO venía en japonés: manual, menús, etc. Eso si, Google al rescate y ya está todo en su sitio.

También entramos a Book-Off, y ver tantos libros en japonés marea un poco. Es algo frustrante no entender nada, la verdad. Pero bueno, lo mejor fue que conseguí música de Naoya Matsuoka y de Joe Hisaishi a muy buen precio.

Un detalle cuando llegamos: el funcionario de aduanas nos preguntó EN ESPAÑOL, que si teníamos algo que declarar. Fue muy gratificante comprobar que les interesa saber más de los demás, a diferencia de lo que pasa en otros sitios…

Más cosas de Akiba: entramos a Yodobashi Camera, un edificio enorme donde hay de todo: incluso souvenirs de Japón, pero los precios, aún con reducción del impuesto para extranjeros, no son nada del otro mundo. Es mejor caminar por el barrio y explorar las tiendas pequeñas para conseguir gangas. Una cosa un poco molesta es que dentro de la tienda, hay empleados gritando a todo volumen con megáfonos pequeños sobre ciertas mercancias… Un poco raro la verdad.

Más cosas: por la noche estuvimos dando una vuelta por Shinjuku, viendo todos los neones y la cantidad impresionante de personas que van y vienen. Incluso nos dimos una vuelta por Kabukicho, no muy recomendable pero interesante…

La comida hasta ahora no ha sido problema. Hemos probado ramen, Gyozas y una especie de parrillada de visceras muy sabrosa, aunque la traducción al inglés, tal y como la tienen en el menú, no es muy recomendable. No dan ganas de comer “recto de cerdo” o “arteria de vaca”… Eso si, cuando traen todo y lo cocina uno mismo en la parrilla, sabe fantástico.

Esta es la ciudad del ruido: por una parte, la gente va muy callada en el metro o tren, pero hay música y montón de ruido de fondo siempre.

Ah! Hemos probado el calpis y una bebida de la misma marca son sabor a soja. Un poco fuerte pero quita de manera efectiva la sed… Todo comprado en máquinas expendedoras en la calle.

La estación de Shinjuku es ENORME. Ahora entiendo por qué la gente se pierde, incluso los locales!

Por ahora nada más, salimos ya a ver que nos depara el día!

Japón (II)

Acabamos de aterrizar en Tokyo y todavía estamos con el horario desfasado. Sin embargo, he aquí el segundo video de la crónica, donde resumimos un viaje de casi 27 horas (desde que salimos de casa hasta llegar el hotel) en poco menos de 10 minutos. Cosas curiosas o destacables: Finnair es una maravilla de aerolínea: buenos precios, atención impecable, puntualidad y una comida bastante mejor de la media. En Japón la gente es MUY amable: todo el tiempo están saludando o sonriendo. Pero de esto ya contaremos más en próximas entregas. Ahora saldremos a comer algo y a explorar los alrededores.

Japón (I)

Hace un tiempo escribí que iba(mos) a emprender un proyecto emocionante, y que en pocas palabras, es la realización de un sueño. Pues bien, helo aquí. Nos vamos dentro de unas horas a Japón por dos semanas. Un viaje largamente ambicionado y acariciado por fin se convierte en realidad. Y como no podía ser de otra manera, mi objetivo es hacer una crónica en vídeo y fotos de la aventura, que trataré de actualizar a diario o cada dos días, dependiendo de las circunstancias (acceso a Internet y nivel de cansancio más que nada).

Para comenzar, una pequeña introducción, resultado de unas cuantas pruebas para ver qué método de grabación de video funcionaba mejor. Disfruten!

Ocho

Hoy, justo hace 8 años, comencé a escribir una bitácora de temas técnicos, un poco por diversión, un poco por aprender. El tiempo ha pasado sin casi darme cuenta (!) y de un simple repositorio de noticias relacionadas con cables, máquinas y algoritmos, las historias aquí presentes han evolucionado hacia un terreno más personal e intimista, donde la tecnología sigue presente pero en una medida distinta a la del inicio de esta aventura. Sólo puedo decir “Bien!, Adelante!” porque siento que quedan muchas más cosas por contar y celebrar que durante todo este tiempo, a pesar de los múltiples avatares que me ha deparado la vida, sigo escribiendo regularmente y compartiendo con quien quiere leerlos, mis pensamientos y opiniones sobre el mundo que nos rodea.

Así que: Felicidades querido Punto Fijo! Qué sean muchos más!