Un poema

Hoy publico un breve pero poderoso poema del maestro Dōgen, que describe, desde mi punto de vista, a la perfección la experiencia de vivir el aquí y el ahora, así como la falsa necesidad de tener o ser cada vez más. Vale la pena leerlo y releerlo con atención…

“Voy caminando por este mundo ilusorio
parecido a un sueño,
ni siquiera miro las huellas
que pudiera haber dejado.

El canto del cuco
me hace señas para que vuelva a casa.
Al oírlo giro la cabeza
para ver quién me dice que vuelva.

Pero no me preguntéis donde voy.

Viajo en este mundo sin límites
por donde no sé
y cada uno de mis pasos
es mi propia casa, mi propio hogar.”

El día después

El otro día comentaba con una persona conocida que me gustaría mucho que la crisis financiera explotara de una vez por todas, no por ningún afán efectista o demagogo, sino porque tengo curiosidad por saber que pasaría después, sobre los efectos que la caída del sistema bajo el que hemos vivido durante tantos años ocasionaría en la vida cotidiana de las personas de a pie.

Por una parte, la incertidumbre de  no saber exactamente cómo proceder en caso de la desaparición de los intermediarios financieros genera una incomodidad bastante grande, ya que hoy por hoy es muy poca la gente que se imagina la vida sin bancos o dinero físico. ¿De donde provendrían los recursos para financiar empresas o el consumo? ¿Cómo valoraríamos la cantidad de una mercancía para obtener otra? El trueque, si bien suena bastante atractivo, es, en términos prácticos, un sistema bastante engorroso.

Pero por otra, tengo una gran curiosidad de saber cual será el desenlace y el principio de otra etapa, de esas que se han repetido muchas veces en la historia, pero que por ignorancia o simple “comodidad” nos negamos a recordar, estudiar y sobre todo, tener en cuenta. No es la primera vez que el planeta afronta una crisis de estas proporciones, ni es esta la ocasión en que los supuestos “líderes” (nótense las comillas) se muestran totalmente incapaces para responder o actuar en consecuencia. Lo que si constituye una diferencia importante es el mayor flujo de información a disposición del ciudadano y ciudadana comunes y corrientes, que permiten a la vez tener más elementos de juicio y confundirse o perderse.

Y por último, creo firmemente que un factor determinante es la respuesta ciudadana ante los cambios que están ocurriendo. Si en situaciones similares anteriores, la gente asistía impotente ante los ires y venires de sus reyes o dirigentes, en este momento el poder popular está más fuerte que nunca, aunque también nos hayamos instalado en la comodidad de lo personal e individual, comprando la idea que nos han ido instilando lenta pero seguramente durante décadas: que el individuo como tal es incapaz de generar un cambio significativo en el conjunto de la sociedad, y ahogado en las redes del consumo como supuesta respuesta a nuestras inquietudes personales y espirituales.

¿Qué hacer? Lo dije antes y lo reitero ahora: parar el consumo compulsivo, aprovechar al máximo los recursos de los que disponemos y sobre todo, ejercer una mirada crítica sobre los fenómenos sociales y económicos que estamos viviendo, sin dejarnos asustar o influir por las noticias malintencionadas de casi todos los medios de comunicación. Hay que ser, hoy más que nunca, plenamente conscientes de nuestra propia realidad y papel en la sociedad, para actuar en consecuencia.

My stroke of insight

Jill Bolte Taylor, Neuroanatomista de profesión, vivió en carne propia la experiencia de tener un derrame cerebral que le hizo cambiar la manera como ve el mundo y quiere compartirla con nosotros a través de TED. Simplemente escuchen sus palabras y pregúntense si les atañe o no. En lo personal, creo que nos incumbe a todos…

Primera parte:

Segunda parte:

La causa (y solución) de todos nuestros problemas

Una vez más, el inmortal Jaime Garzón pone de manifesto que el sentido común es la mejor arma contra la ignorancia y la intolerancia reinante en estos tiempos del ruido. Sustituyan la palabra “Colombia” por el país, región o ciudad de su elección. Si hay términos que no comprenden, por el contexto podrán deducir su significado…

 

Viajar ligero por la vida

Desde hace bastante tiempo estoy algo, digamos, obsesionado con el no arrastrar cargas ni pesos innecesarios. Y por ello cada vez más trato de llevar un estilo de vida acorde a este deseo. No es fácil. Toda una vida de acumulación y miedo de perder o de no soltar “por si acaso” dejan su huella. Sin embargo, poco a poco, con paciencia y humor, voy aprendiendo a no ser tan radical y a soltar sin volverme loco.

Hoy fue uno de esos días en los que mi intención de ir ligero de equipaje fue más patente que nunca: unas amigas de Sol regresaban a sus respectivos países después de pasar un par de años aquí estudiando y aprendiendo. Sin embargo, a la hora de facturar las maletas, comenzaron los problemas: exceso de peso, objetos con un valor sentimental grande que se resistían a dejar, así fueran viejos y casi inservibles, el drama de tener que elegir bajo presión, la carrera contra el reloj…

Sé que no es tan fácil deshacerse de muchas cosas materiales, sin embargo, la experiencia que presencié me hizo reflexionar y ver que voy por buen camino. Si bien todavía estoy apegado a ciertas cosas y me produce tedio el pensar en regalar/vender/donar/tirar mucho de lo que tengo, cada día que pasa agradezco el necesitar menos y ser feliz con lo que tengo, sin ansiar nada fuera de mi alcance y aprovechando al máximo todas las sensaciones y el disfrute que aquello que me es cercano, materialmente hablando, me produce.

La búsqueda incesante de placeres y emociones “fuertes” puede ser gratificante durante un tiempo, pero si nos convertimos en adictos a ellos / as, terminaremos por no disfrutar nada y el volvernos esclavos de la novedad. Créanme: es una adicción como cualquier otra: el ir saltando de un interés a otro sin poder o querer parar, sin darse la oportunidad de saborear cada “bocado” no es muy agradable que digamos, además de caro y poco ecológico… Y al final, siempre pasa lo mismo: el vacío que queda es aún peor que cuando comenzamos.

Las experiencias, como diría mi querido amigo Luis, no ocupan espacio, no pasan de moda, no consumen electricidad, duran toda la vida y nos producen la misma agradable alegría cuando las recordamos o revivimos. Me gusta acumular experiencias y vivir sin amarrarme a aquello que no merece la pena.

Bien decía mi padre que “No es más rico el que más tiene, sino el que menos necesita”: Sabias palabras…

Mediocridad

Hace un par de días me pasó algo que me puso a pensar, y dicho sea de paso, de bastante mal humor. No voy a mencionar nombres porque no viene al caso, pero si la situación para que ustedes mismos saquen sus conclusiones.

Se me acerca alguien un domingo por la tarde a pedirme un favor: mi hijo tiene un examen de inglés el martes y “casualmente” ha conseguido las preguntas, pero no sabe cómo resolverlas. ¿Podrías por favor resolver el examen para que pueda estudiar (léase memorizar) las respuestas antes del día de la prueba?

Si bien es cierto que la educación cada vez está peor, hay habilidades que no se pueden o deben “falsear”, es decir, hacerle creer a otros que sabemos de lo que estamos hablando. Una de ellas son los idiomas, especialmente los más importantes: inglés, francés o alemán. Así no aprendamos nada más en el colegio o universidad, una de las cosas que puede significar la diferencia entre conseguir un trabajo decente y poder ascender e incluso viajar, es la de saber inglés. La importancia de los demás conocimientos, aunque sé que muchos se llevarán las manos a la cabeza, es relativa, ya que podremos, con experiencia y práctica, adquirir una serie de habilidades que podremos utilizar en cada trabajo u ocupación que elijamos.

Se estarán preguntando qué hice. Pues bien, simplemente respondí: “Lo que puedo hacer es que tu hijo resuelva el examen y luego lo leeré para corregir lo que esté mal”. A primera vista, es un poco lo que me habían pedido, pero en realidad hay una diferencia sutil pero importante: el hecho de tener que “hacer” el examen, así sea una vez y mal, hace que quien lo resuelve aprenda aunque sea un mínimo y le suene lo que está leyendo. Sé que no es mucho, pero tampoco se trataba de hacer yo el examen para que esta persona simplemente se lo aprendiera de memoria.

Esta situación podría ser coloquial y hasta chistosa, pero denota la mediocridad, la falta de planificación, de interés y un total desprecio por el esfuerzo y tiempo de las personas, lo cual desde mi punto de vista, es altamente preocupante. Como sabemos que “todo está en Internet”, ya no nos preocupa aprender nada, y lo que es peor, no valoramos el conocimiento de los demás, disponiendo de el de manera irresponsable. Por algo la cultura del “todo gratis” triunfa por estas tierras. ¿Cómo vamos a pagar / reconocer el esfuerzo si para nosotros su trabajo no vale nada?

Si las futuras generaciones tienen todas este pensamiento (espero que no), y perdón por lo que voy a decir, pero estamos jodidos…