Corriendo hacia ninguna parte

Cuando despierto a la madrugada y me asomo a la ventana, me sorprende la calma y tranquilidad con la que me encuentro. Los mismos lugares donde unas horas después hay ruidos desquiciantes y ensordecedores, automóviles enloquecidos y personas preocupadas andando rápidamente de una lado para otro, simplemente están ahí, siendo testigos pacientes de toda esta locura en la que hemos convertido la existencia.

Tal vez son los años, el hastío o simplemente ir aprendiendo a observar poco a poco lo que ocurre, sin embargo, cada vez me encuentro más lejos de todos esos afanes mundanos que nos inculcaron como “importantes”: La fama, las posesiones, los viajes, el comprar, tener o conseguir… Y la verdad, me encuentro más sosegado y menos interesado en seguir transitando apresuradamente hacia algún lugar donde supuestamente encontraré aquello imprescindible que me dijeron que buscara y que tenía que conseguir a toda costa para garantizar algo… (que aparentemente nadie tiene muy claro lo que es en realidad).

Me parece que ese supuesto destino está más cerca de lo que me hicieron pensar y que no requiere ningún esfuerzo deliberado para alcanzarlo, pero pueden ser simplemente imaginaciones mías…

Simplifica, estúpido!

Al final, nos hemos vuelto expertos en el arte de hacer difícil lo fácil y complicado lo simple.

Lo curioso es que la vida nos enseña, una y otra vez con infinita paciencia (eso si, subiendo el volumen cada vez…), que no es necesario enrevesar las cosas para hacerlas agradables / disfrutables / dignas de nuestra atención / mostrables en público, y que el volver a los orígenes en los que lo esencial era lo único necesario para vivir (sin ningún tipo de adjetivo al lado, tales como “dignamente”, “feliz”, “cómodamente”, etc.), es la única tarea en que podríamos invertir algo de tiempo y esfuerzo para ver algún tipo de efecto benigno…

Las dos cosas más importantes a tener en cuenta

Esta semana estuve conversando con alguien bastante particular y mencionó estas dos frases para pensar, o mejor, para vivir de acuerdo a ellas sin pensar demasiado:

“Sólo debes ocuparte de las cosas verdaderamente importantes,
sin embargo, no olvides que no hay nada en este mundo verdaderamente importante”

 

La sabiduría del Doctor Letamendi

El doctor José de Letamendi y Manjarrés (1828-1897) fue un médico español que cultivó muchas áreas que podrían verse como dispares, además de su práctica médica. Nos dejó estos versos que no está de más recordar a diario, ya que nos traen de regreso a la vida, en este mundo caótico y materialista en el que vivimos:

Vida honesta y ordenada,
usar de pocos remedios
y poner todos los medios
de no apurarse por nada.

La comida, paseada,
ejercicio y diversión,
beber con moderación,
salir al campo algún rato,
poco encierro, mucho trato
y continua ocupación.

A new view of the moon

En este corto de Alex Gorosh, un simple paseo con un telescopio de largo alcance por las calles de Los Angeles se transforma en una experiencia memorable para quienes pasaban por allí. Tal como dicen, “Tal vez debamos mirar hacia arriba más seguido”, para no perder o recuperar la perspectiva…

Cerebros en Peligro

Este video de Documentos TV del Canal 2 de Televisión Española, nos muestra la preocupante tendencia hacia la estupidez colectiva, comprobada científicamente. Vale la pena verlo y reflexionar al respecto. Y para quienes quieren más, no dejo de recomendar la película Idiocracy de Mike Judge. Parece ficción, pero esa situación está cada vez más cerca de lo que creemos…

 

Inercias y Malas Influencias

Después de una temporada relativamente larga en el lugar donde vivo (vivimos), hoy he sabido que es tiempo de moverme (movernos) y buscar un nuevo hogar. Curiosamente la noticia ha causado una reacción que creía superada: un miedo irracional a lo desconocido, recuerdos de situaciones similares en el pasado que no acabaron muy bien, incertidumbres y oscuros futuros. La mente no discrimina entre presente y pasado y simplemente funciona trayendo a colación la información que le parece relevante para una situación parecida, así no tenga ninguna semejanza con sus datos.

Al final de cuentas, el saber y estar convencido de que no hay ninguna causa o consecuencia y que simplemente las cosas suceden espontáneamente, sin karmas o conceptos parecidos, nos permite observar tranquilamente (aunque sé que ningún adjetivo alcanza para describir ese centro en eterna calma) lo que ocurre y simplemente dejar que el cuerpo, eso que no somos, actue en consecuencia.

Y aunque todavía no ha llegado el espacio temporal donde debamos movernos fisicamente, haciendo caso (de manera informal) a Marie Kondo, agradezco de corazón a estas cuatro paredes, a este vecindario con sus altas y bajas (nuevamente haciendo uso de adjetivos innecesarios e incompletos) por lo vivido en este espacio en estos años de permanencia (otra palabra superflua).

Es tiempo de seguir la corriente (como siempre) y simplemente observar como el cuerpo y este mundo ilusorio siguen su curso sin prestar demasiada atención. Sin embargo, de alguna forma, se percibe que es tiempo de irse y mudar de piel, recibiendo lo que venga de la manera mas tranquila y sosegada.

Al final de cuentas, estas experiencias efímeras nos dejan ver una vez más, lo transitorio de este sueño y las veleidades sin fin de la mente, que si es obedecida, hará de la existencia en este plano una experiencia incómoda y desagradable en todo momento…

Potencias de 10

En este corto de 1977, producido por IBM, nos damos cuenta de la relatividad de los conceptos, y sobre todo, de las ideas que podemos tener sobre el mundo que nos rodea. Un viaje interesante en poco más de 9 minutos que nos muestra la inmensidad del espacio, interior y exterior…