(Esta nota fue originalmente escrita el 11 de septiembre de 2009)
Hoy tocó crónica offline, consecuencia de la manera de hacer negocios que impera en nuestros tiempos. Lo que acabo de decir es un eufemismo para ocultar mi mal humor y no escribir problemas como sinverguenceria, mentiras o engaños…
Vamos por partes. Ayer salimos un poco tarde del hotel, producto del cansancio acumulado y el jet lag. Nos fuimos a la zona de Mejiro a buscar un fabricante reconocido de Shakuhachis y Shinobues y, como se está volviendo costumbre, no encontramos la dirección hasta después de un buen rato, porque pasamos frente al negocio un par de veces y no lo vimos. Finalmente dimos con el y una muy amable señora nos atendio y asesoró en la compra de mi primer instrumento genuino japonés, uno más de mis sueños realizados! Para rematar, Sol decidió regalarmelo de cumpleaños, junto con varios accesorios. Una maravilla!
Luego de esto, nos dirigimos a Shibuya a comer algo, y como también se está volviendo costumbre, más ramen o Yoshinoya (una cadena de comida “rapida” muy popular por aqui). Luego a caminar por el barrio, viendo cosas estrafalarias, raras, divertidas, curiosas o simplemente novedosas. Estuvimos en la estatua de Hachiko, en el famoso cruce que sale en todas las peliculas, viendo como se llena de gente en unos segundos y luego volvimos a Shinjuku a dar la última vuelta antes de ir al hotel. Cenamos unos ricos yakitoris, tamago y para finalizar como mandan los cánones, un buen trago de whisky japones.
Esta mañana (viernes) nos acercamos al Tôcho Biru, el edificio del gobierno metropolitano de Tokyo, que estaba a pocas calles de donde nos alojabamos. Las torres son imponentes y tienen dos miradores: norte y sur, a los cuales subimos, pensando un pcoo que hoy justamente es 11 de septiembre… Sicosis? No, que va…
La vista es espectacular, y aunque el cielo estaba algo nublado, como es habitual en Tokyo, se podían divisar muchos de los rascacielos de la ciudad y contemplar como se pierde en el horizonte. Impresionante.
Al bajar de un mirador para subir el otro, un amable funcionario del gobierno nos preguntó que si queriamos participar en una muestra de artesania local, especificamente el arte japones de labrar la plata, y se nos permitio elaborar nosotros mismos un par de años de plata de ley 925 martillando a más no poder. Muy interesante y divertido, ademas de habernos quedado con los anillos como recuerdo!
Luego de eso, recogimos nuestras cosas y nos dirigimos a nuestra nueva “casa” para lo que queda de nuestra estancia en Tokyo antes de salir para Kyoto. El hotel está en el barrio de Akasaka, donde están las embajadas y oficinas del gobierno. Un poco mal situado porque hay que caminar unos 7 minutos desde que baja uno del metro hasta la puerta del hotel, cuando en el anterior en 30 segundos estabamos en la recepcion.
Aqui comenzaron las “decepciones”. Si bien es un hotel de 5 estrellas, en cuanto llegué un empleado que hablaba muy mal inglés (cosa un poco extraña en un hotel de esta categoria) me ofrecio un “upgrade” de 8000 yenes la noche (unos 60 euros) para mejorar la habitacion y darnos varios servicios añadidos, entre ellos el acceso a internet, cosa que me extraño aun mas porque en el hotel anterior, bastante mas modesto, era completamente gratis. Al decirle que no me interesaba, me ofrecio otra opcion de 3000 yenes la noche mas solo por tener acceso a internet ilimitado, cuando el precio diario es de 1575 yenes (unos 12-13 euros, bastante caro la verdad), oferta que tambien rechacé. Asi que, contrariados, subimos a la habitacion, que afortunadamente es bastante comoda y silenciosa, lo minimo esperable en un hotel como este.
Luego de esto, salimos hacia Nihonbashi al “museo de las cometas”, un pequeño lugar en el quinto piso de un edificio ubicado en una calle lateral, perteneciente al dueño del restaurante que está en la primera planta, muy aficionado a este hobby. El museo mas parece una coleccion de trastos viejos que un museo, pero vale la pena pagar los 200 yenes y darse una vuelta. En menos de 30 minutos está visto. El restaurante es mas bien caro, por lo que nuestros planes de comer ahi sufrieron una pequeña modificacion. Al final, como casi siempre, terminamos comiendo soba y udon en un sitio cercano.
De ahi fuimos a Asakusa, en la linea Ginza del metro. Visitamos el templo, que por ahora está cerrado por obras, hicimos una ofrenda y sacamos nuestra “fortuna” de las alcancias que agitandolas, nos dejan ver que nos depara el futuro y como van a ser nuestros devenires a partir de ese momento. Los papelitos que nos dicen lo que pasará o está pasando, se amarran a unas largas varillas de metal y luego se queman cuando estas están llenas.
Nuestra siguiente parada fue la calle Kapabashi, lugar por excelencia de los utensilios de cocina y restauracion. Desafortunadamente, llegamos algo tarde y la mayoria de tiendas estaban cerradas. Sin embargo pudimos encontrar casi todo lo que estabamos buscando.
Ahora mismo son las 9:30 PM y ya estamos en la cama, porque mañana nos espera la madrugada mas salvaje para ir al mercado de pescado de Tsukiji, a unos 20 minutos en taxi desde aqui. Mas cosas cuando pueda conectarme y publicarlas!