Desconfianzas Supinas

Hoy un par de anécdotas aleatorias: Salimos a dar un paseo con Marcela y decidimos comer en un local cercano. Dada la hora, el lugar tiene poca afluencia de gente y como se estila en estos particulares tiempos, conservamos la distancia dejando mesas entre los comensales y demás. Justo cuando llega nuestra orden, vemos que se sientan en una mesa aledaña un trio de personas mayores que conversan animadamente entre ellos.

Marcela tose y estornuda, y yo añado la siguiente frase en voz alta: “Este tema nada que se quita, pero bueno… la vida sigue…”. Unos segundos después, los 3 ancianos cambian precipitadamente de mesa y se ubican a una distancia “prudente”, con las consiguientes miradas reprobatorias hacia aquellos desconsiderados que osaron salir a la calle sin medir las consecuencias de sus actos para el resto de la sociedad… Sobra decir tuvimos serias dificultades para seguir degustando nuestro desayuno, porque la risa no nos dejaba…

El otro día  mientras haciamos el pago de las compras en un supermercado cercano, Marcela me dice: “Apurémonos y vamos a su casa, hay que aprovechar que no está su esposa…”. Yo le devuelvo una mirada cómplice y miro a la cajera que no sabe, literalmente, donde meterse. Trata apresuradamente de terminar la transacción después de cometer varios errores en la misma y desvía en todo momento la mirada hacia el suelo hasta que por fin, para su tranquilidad, nos vamos del lugar conteniendo a duras penas unas sonoras carcajadas…

No hay conclusiónes ni enseñanzas de ninguna clase. Simplemente fueron un par de comprobaciones improvisadas y muy divertidas de los juicios que emite la gente sin pensar ni cuestionar absolutamente nada. Para gustos, los colores…

 

 

 

Little Tiny Animals

El título de esta nota estaba en mi cabeza hacia varias semanas, cuando surgió espontáneamente al observar una vez más el comportamiento automático y habitual, esas costumbres tan difíciles de erradicar, de mis queridos congéneres habitantes de este pintoresco país. Parece ser que es más importante salir a comprar tonterías que nadie necesita para gente que a la que nada le importan este tipo de detalles, “porque siempre se ha hecho así”, “porque es la época” o añadiría, “porque como mi vida es tan vacía y carece de sentido, espero con ansia cualquier ocasión que me permita salir a gastar lo que no tengo y distraerme para no pensar en todos mis problemas, aquellos  que mi propia desidia no me deja resolver”, que simplemente estar en casa y observar lo que ocurre de manera reflexiva y tranquila.

Está bien. Digamos que somos indulgentes y que en otras circunstancias podríamos hacer la vista gorda, como tantos años, sin embargo, este 2020 tan atípico y sobre todo, tan impredecible (sin que esto signifique que otros años lo han sido menos), ameritaba una pausa de estas urgencias “tan importantes”, porque no sabemos a ciencia cierta lo que ocurre en términos de salud, gracias al experimento social de moda. Así que, tal vez habría sido un poco más prudente (y hasta mentalmente profiláctico), simplemente hacer otra cosa y dejar el desenfreno consumista para otra oportunidad, valorando la sencillez y lo que ya está disponible y al alcance de la mano (excluyendo la “facilidad” de adquirir bienes y servicios por internet), sin tener que salir corriendo a “comprar”.

Pero bueno, una vez más, soñar no cuesta nada. Las consecuencias de las consecuencias se verán por el camino, cualquiera que este sea. Como decía un catedrático en la universidad: “Si quiere cambiar a alguien, cambie usted primero”. En ello ando, sin por eso dejar de asombrarme por la estupidez humana imperante, sea cual sea la forma que adopte según las circunstancias…

Ashtray Maze

Un experimento social a gran escala llevado a cabo sin que la gente se de cuenta. Una gran cantidad de tiempo libre a nuestra disposición de un momento a otro, con el cual no sabemos muy bien que hacer. Confusión e incertidumbre. Y nuevamente, queramos o no, volvemos al concepto básico de vivir un dia a la vez.

Predicciones, vaticinios, augurios. Todos se cumplen cuando ya ha ocurrido lo imprevisible. Los “expertos” claman tener razón cuando en realidad, como siempre, nadie sabe absolutamente nada y vamos resolviendo la vida “de oído”.

La situación saca de cada uno su verdadera naturaleza y demuestra una vez más lo fragiles que son los cimientos sobre los que construimos la historia de lo que pasa. Quedan en evidencia (otra vez) las banalidades más extremas a las que hemos dado una importancia descomunal.

Tener que comer, un techo sobre la cabeza, ropa de abrigo y agua limpia. A eso se limita la existencia, a pesar de todo lo que puedan decir quienes propugnan por vidas “plenas” o “satisfactorias” (otra vez, eufemismos para el consumismo desaforado e innecesario).

Al final, el laberinto sigue cambiando a medida que lo recorremos, y aún así la experiencia es increible, aunque aterradora la mayor parte del tiempo. Veremos que ocurre mañana…

“That was awesome!”. Director Jesse Faden

Estupideces Colectivas

Más allá de teorías conspiranóicas, planes del nuevo orden mundial y demás temas de moda, la “crisis” (nótense las comillas) de la nueva variante de la gripa que supuestamente va a exterminar a la humanidad es una buena ocasión para reflexionar sobre nuestra capacidad de análisis y sobre todo, la absoluta fragilidad y estupidez que ahora parece ser la norma en nuestra sociedad.

El hecho de dejar que el miedo se apodere de la gente, olvidando por completo la capacidad de razonar en primer, segundo y tercer grado, dejándose convencer por los medios de desinformación masiva, a los que la gente toma como la verdad absoluta, y esto sin hablar de internet y las mal llamadas redes sociales, que no hacen sino contribuir a la desinformación y el pánico infundado, hace que sea necesario cuestionarse sobre la validez de los cimientos sobre los que hemos construido nuestra identidad en estos tiempos.

Tomamos todo lo que circula por el ciberespacio como una realidad incuestionable sin pararnos a pensar en los intereses que puede haber tras una noticia o rumor. Son económicos? Quieren ver cómo reaccionan los mercados a determinados estímulos o noticias? Aplica esto tambien para las personas? Es una prueba para saber cómo manejan determinada situación?

Lo más triste es que hemos olvidado el principio básico a aplicar a toda información que recibimos: comprobar las fuentes. Si bien el mar de internet está muy contaminado, hay maneras de comprobar que lo que leemos o escuchamos es verdad o no. Y esto nos ayuda a ser más objetivos a la hora de emitir (o no) opiniones.

Sin embargo, la reflexión va mucho más allá. El cultivar la capacidad de afrontar situaciones sin importar su naturaleza, de la mejor forma posible, sin depender de lo que pase fuera, es la clave para conservar la calma y no caer en la irracionalidad, que hace que se tomen decisiones erradas y con consecuencias graves en el tiempo.

Alguien que conozco dice que, en este orden, estos son los temas a los que hay que prestar atención en la vida: la salud, el dinero y el amor. El orden no es arbitrario. Sin salud, no se puede generar dinero y la conservación del amor se dificulta sobremanera. La pregunta es: cuantas personas tienen esto claro?

Cuantos pueden responder que su salud es a “prueba de todo” por tener una alimentación sana, practicar ejercicio regularmente, descansar y sobre todo, por vivir tranquilamente de verdad? (Hablo más sobre esto en breve)

Cuantos responderían confiadamente que tienen sus finanzas bajo control? Que no tienen deuda y que saben exactamente que está pasando y cómo manejar su dinero?

Y por último, y no por ello menos importante, cuantos pueden decir que van por la vida despreocupadamente porque saben que nada se puede controlar y que hay que saber adaptarse a las circunstancias, teniendo muy presente que sólo hay que preocuparse por las cosas realmente importantes, y que al final, se dieron cuenta que no hay nada que lo amerite?

De las crisis es vital sacar las lecciones aprendidas, porque de lo contrario habremos perdido el tiempo y, en muchas ocasiones, la salud y el dinero… Ojalá el ejercicio de reflexión sirva para estar mejor preparados para la siguiente, que no tardará en llegar…

Idiocracy

El otro día Marcela hizo, sin proponérselo, un pequeño experimento social. Una de sus amigas se casó con su pareja y Marcela publicó en su estado de WhatsApp una foto de su mano (la de su amiga) con un anillo, junto con la leyenda “Celebrando el amor”…

Las reacciones no se hicieron esperar: la gente comenzó a escribirle felicitándola, preguntándo por qué no habían sido invitados al magno evento, manifestando su sorpresa por tan inesperada noticia, etc… Incluso gente que la (nos) conoce bastante bien, la contactó para expresar sus opiniones sobre la fotografía.

Lo más divertido es que, como dije antes, Marcela estaba simplemente contenta por el matrimonio de su amiga, y publicó algo para conmemorarlo. Nadie se tomó la molestia de verificar la veracidad de la noticia, si en efecto ella era la protagonista y simplemente, como ocurre casi siempre en la “selva” de internet y las redes sociales, “tragaron entero”y reaccionaron sin pensar.

Después de divertirnos durante todo el día de las reacciones causadas por la publicación, Marcela tuvo a bien escribir una nota aclaratoria que suponemos pasó sin pena ni gloria, o aún mejor, causó un desconcierto / mal humor / confusión entre sus contactos. El tema quedó rápidamente olvidado…

Lo que nos llamó la atención fue el grado de “idiotización” que mostró nuestro improvisado público, creyendo religiosamente todo lo que aparece en internet, como si fuera la verdad absoluta y observar que no se tomaron el trabajo de comprobar su veracidad y contrastar con otras fuentes (en este caso, haciendo algo tan simple como levantar el teléfono y preguntar sobre el tema) antes de reaccionar  y emitir una opinión al respecto.

Tristemente, si bien esta situación era algo inofensivo e inocente, se extrapola perfectamente a otros escenarios que hemos presenciado recientemente, donde rumores o noticias sin ningún fundamento se extienden con una rapidez pasmosa en internet y/o los medios de comunicación tradicionales y la gente simplemente los asimila como reales sin hacer una mínima verificación del origen de la información y reaccionan como autómatas, según el efecto deseado por quien crea la (des)información original.

Estaremos llegando a una era donde el sentido común desaparecerá y nos comportaremos como nos dicten unos pocos para satisfacer sus intereses? Una reflexión interesante para finalizar la década y comenzar la siguiente siendo un poco menos crédulos y aplicando el razonamiento con más frecuencia…

El fino arte de no hacer nada

El otro día alguien me preguntaba a que me dedicaría si me tomara un sabático. La respuesta automática fue “me entregaría por completo al fino arte de no hacer absolutamente nada”. Y tal vez la respuesta tiene mucho que ver con un hastío mayúsculo hacia la ingente cantidad de compromisos, distracciones, decisiones, obligaciones, apariencias y “mantenimiento de imágenes” a las que estamos sometidos todos y cada uno de nosotros durante el transcurso de la vida.

La lógica podría indicar que a medida que pasa el tiempo deberíamos volvernos más selectivos sobre cómo lo usamos, pero en su lugar hay una especie de vórtice invisible que, en lugar de alejarnos de toda esa vorágine de falsas ocupaciones (viajes, compras, reuniones, etc.), nos arrastra más y más hacia ellas, porque “es lo que hay que hacer / decir / pensar / mostrar”, sin darnos tiempo a cuestionar si es lo que queremos en realidad o si nos ponemos a ello con alguna falsa excusa (los hijos / la familia / los amigos / la inercia / el miedo / el aburrimiento…)

Y no se engañen, el no hacer nada no es tan fácil como parece. Requiere de tiempo y dedicación exclusiva para no ceder a los cantos de sirena de un futuro mejor que siempre está a una compra / viaje / fiesta / comida / evento de distancia. Debo confesar que me considero un neófito en el tema, sin embargo, creo que con algo de voluntad y dedicación, supongo que podré desarrollar la habilidad necesaria para volverme competente en este “oficio”…

 

Simplifica, estúpido!

Al final, nos hemos vuelto expertos en el arte de hacer difícil lo fácil y complicado lo simple.

Lo curioso es que la vida nos enseña, una y otra vez con infinita paciencia (eso si, subiendo el volumen cada vez…), que no es necesario enrevesar las cosas para hacerlas agradables / disfrutables / dignas de nuestra atención / mostrables en público, y que el volver a los orígenes en los que lo esencial era lo único necesario para vivir (sin ningún tipo de adjetivo al lado, tales como “dignamente”, “feliz”, “cómodamente”, etc.), es la única tarea en que podríamos invertir algo de tiempo y esfuerzo para ver algún tipo de efecto benigno…

Las dos cosas más importantes a tener en cuenta

Esta semana estuve conversando con alguien bastante particular y mencionó estas dos frases para pensar, o mejor, para vivir de acuerdo a ellas sin pensar demasiado:

“Sólo debes ocuparte de las cosas verdaderamente importantes,
sin embargo, no olvides que no hay nada en este mundo verdaderamente importante”