Little Tiny Animals

El título de esta nota estaba en mi cabeza hacia varias semanas, cuando surgió espontáneamente al observar una vez más el comportamiento automático y habitual, esas costumbres tan difíciles de erradicar, de mis queridos congéneres habitantes de este pintoresco país. Parece ser que es más importante salir a comprar tonterías que nadie necesita para gente que a la que nada le importan este tipo de detalles, “porque siempre se ha hecho así”, “porque es la época” o añadiría, “porque como mi vida es tan vacía y carece de sentido, espero con ansia cualquier ocasión que me permita salir a gastar lo que no tengo y distraerme para no pensar en todos mis problemas, aquellos  que mi propia desidia no me deja resolver”, que simplemente estar en casa y observar lo que ocurre de manera reflexiva y tranquila.

Está bien. Digamos que somos indulgentes y que en otras circunstancias podríamos hacer la vista gorda, como tantos años, sin embargo, este 2020 tan atípico y sobre todo, tan impredecible (sin que esto signifique que otros años lo han sido menos), ameritaba una pausa de estas urgencias “tan importantes”, porque no sabemos a ciencia cierta lo que ocurre en términos de salud, gracias al experimento social de moda. Así que, tal vez habría sido un poco más prudente (y hasta mentalmente profiláctico), simplemente hacer otra cosa y dejar el desenfreno consumista para otra oportunidad, valorando la sencillez y lo que ya está disponible y al alcance de la mano (excluyendo la “facilidad” de adquirir bienes y servicios por internet), sin tener que salir corriendo a “comprar”.

Pero bueno, una vez más, soñar no cuesta nada. Las consecuencias de las consecuencias se verán por el camino, cualquiera que este sea. Como decía un catedrático en la universidad: “Si quiere cambiar a alguien, cambie usted primero”. En ello ando, sin por eso dejar de asombrarme por la estupidez humana imperante, sea cual sea la forma que adopte según las circunstancias…

Le Beurre Bordier

En la Bretaña francesa, aún se sigue preparando la mantequilla con métodos tradicionales caidos en desuso desde hace mucho en favor de lo industrial y automático. De la mano de su particular director, Jean-Yves Bordier, nos adentramos en el proceso y disfrutamos de lo simple como el trabajo manual y los utensilios de madera, tal como se hacía hace cientos de años. Disfruten!

United States of Letterpress

Un pequeño documental sobre el maravilloso arte de la imprenta manual, tal como se hacía hace más de 400 años y que, como dice una de las protagonistas, “probablemente dure mucho más que todos nosotros”. Un amable recordatorio sobre la pericia, la atención al detalle y la tradición, tan en desuso en nuestros tiempos en que correr frenéticamente hacia ninguna parte está tan de moda…

Kamurocho 1988

Escuchando las Variaciones Goldberg en versión de Lang Lang, pensaba que gracias a la velocidad endiablada con la que queremos llegar a ese “futuro prometedor” donde todos nuestros problemas estarán resueltos, los sueños cumplidos y la vida será en general, más feliz, fácil y tranquila, dejamos de apreciar la simplicidad de lo que está ocurriendo ahora mismo, por tener la vista “más adelante”…

El tema es que la vida sigue encargándose, de manera muy eficiente, de recordarnos, a veces no tan amablemente, que lo único que existe es lo que tenemos en frente, y no me refiero a las infinitas posibilidades de las que creemos disponer (falacia más grande donde las haya), sino a lo que está pasando aquí  y ahora.

Vivir es simple, sin embargo, tenemos esa persistente manía de hacerlo todo cada vez más complicado, inventando soluciones a problemas que no existen, o peor aún, creando problemas de la nada para supuestamente “vivir mejor”. Una vez más, no hay que olvidar la proverbial sabiduría del campesino, que se extrapola perfectamente a cualquier tipo de situación:

 “Cuando tengas hambre, come, y cuando tengas sueño, duerme”…

Todo lo demás, como dirían en España, es “morralla” innecesaria y superflua, digan lo que digan…

Pausas no deseadas

La vida, para bien o para mal, sigue su curso, sin importarle demasiado lo que hacemos, decimos o pensamos. Situaciones excepcionales hacen que la gente cambie sus hábitos de manera temporal, con la secreta esperanza de volver a una “normalidad” enferma que no produce resultados positivos, sino más bien al contrario. Sin embargo, como es lo conocido, se añora, como quien se agarra a un clavo ardiendo, porque piensa que no hay más opciones.

La “recuperación”, otro eufemismo más para la vuelta a una realidad caduca, violenta y sin muchas esperanzas, es la nueva zanahoria de quienes supuestamente toman las decisiones para “motivar” a la gente a continuar una marcha inacabable de frustraciones y pequeños éxitos. Tal vez suene algo oscuro, sin embargo, la verdad nunca ha sido cómoda ni reconfortante.

Para algunos, este paréntesis ha supuesto la oportunidad de revisar, a conciencia o superficialmente al menos, aquella cotidianidad que llaman vida para ver si hay algo más o retomar hábitos o costumbres más o menos sanos que por lo frenético del ritmo que llevamos, se habían olvidado por el camino. Para otros, ha sido una espera agobiante donde se vieron confrontados por las inescapables consecuencias de sus decisiones, buenas o malas, de las que de alguna forma quieren librarse.

Y para terminar, la fragilidad humana y la banalidad donde ponemos nuestra atención han quedado, una vez más, al descubierto. Eso si, quédense tranquilos. Nada es duradero y las conclusiones medianamente constructivas a las que se llegaron durante esta reflexión forzada se olvidarán rápidamente cuando las distracciones de siempre retomen su programación habitual…

 

The Day the Earth stood Stupid

El otro dia comentaba con Marcela que esta coyuntura / circo / plan organizado / circunstancia por la que estamos pasando tiene mucho que ver con la percepción del mundo que tiene cada persona. No se desconoce que algo ocurre a nivel biológico, aunque aún nadie sepa a ciencia cierta qué es y cómo funciona, y que sigamos dando palos de ciego para crear certezas que no existen, sin embargo, parece ser, y esto es únicamente fruto de observaciones empíricas, que aquello afecta más a quienes están predispuestos mentalmente a este tipo de acontecimientos, así digan que es algo sin precedentes en la historia (lo cual denota una ignorancia supina sobre cómo funciona el mundo y sus complejas interacciones con los seres que habitamos en él).

Me explico: el miedo es un poderoso agente transmisor de emociones e ideas. Aún si estos conceptos no tienen ninguna base que los sustente, si se hace una buena campaña publicitaria o de propaganda, los incautos caeran redondos al verse bombardeados por las mismas informaciones una y otra vez, especialmente si son difusas o no fácilmente contrastables (“el amigo de un amigo”, las “estadísticas”, etc.), limitándose a repetir y amplificar la desinformación hasta que no se puede distinguir el hecho concreto de la historia que fue inventada a su alrededor, porque proviene de “medios oficiales” (la prensa, la radio, internet, etc.) que bien sabemos no son confiables ni verificables en la mayoría de los casos.

Sin querer dar lecciones ni sugerencias, una actitud crítica de doble o triple análisis (léase, calcular las consecuencias de las consecuencias de nuestros actos) ante cualquier situación que implique jugarnos el pellejo, sería recomendable para evitar problemas mayores. La dificultad radica precisamente que la capacidad de razonamiento de la mayoría ha disminuido dramáticamente en los últimos tiempos y no precisamente por la situación actual, sino por una aceptación ciega de hechos no comprobados pero con la suficiente fuerza como para hacer creer que son la verdad absoluta y por una pereza endémica que impide que nos hagamos cargo de lo que en realidad importa, sea lo que sea para cada uno, y no me refiero a likes, posesiones, viralidad (sin querer hacer un chiste fácil, dado los tiempos que corren), status social, laboral o capacidad de gasto…

El asunto es que, vamos inexorablemente hacia una cultura de estupidez general, donde se cree lo que es más cómodo creer y aquel que cuestiona o piensa un poco más allá, es tratado de loco en el mejor de los casos y en el peor hasta su integridad física puede llegar a correr peligro por la misma razón.

Recomiendo encarecidamente la película “Idiocracy” como una ilustración gráfica de lo expuesto, y también algunos capitulos de la comedia “Seinfeld” donde se ve claramente lo que ocurre cuando no se piensa en lo que pasará después con la vana esperanza de que “se solucione por si solo” o “que alguien lo arreglará por mi”.

Y para terminar, una cita atribuida a Anatole France:

“Que 50 millones de personas digan algo estúpido, no hace que deje de serlo…”

Welcome to The Last Bookstore

Este pequeño documental narra la historia de una librería excepcional en Los Ángeles, que contra toda lógica, se mantiene como un centro de cultura y reunión para los amantes de los libros, en estos tiempos de desenfreno digital. Lo que más me gusta es la frase final de Josh, el cerebro detrás del proyecto: “He perdido cosas en mi vida mucho más traumáticas que un negocio. Si pude superar eso, puedo perfectamente lidiar con un negocio que no funciona”. Buena reflexión para los tiempos que corren. Disfruten…

FBC

Una vez más, la vida nos muestra que todo funciona hasta que deja de hacerlo.  Las mentiras que creímos alguna vez, por la razón que sea, dejan de tener sentido cuando la base que las sostiene desaparece bajo el peso de su propia estupidez.

“La existencia es aquello que hacemos de ella”, una frase que suena bien hasta que de repente nos percatamos de que a la existencia le importa bien poco lo que pensemos, hagamos o digamos. El sol sale cada día, con o sin nosotros para presenciarlo.

La pregunta es: Nos gusta ser controlados? Es posible, ya que la tarea de hacernos cargo de nuestra propia vida es bastante pesada y tediosa, y qué mejor que alguien más decida por nosotros? Una decisión peligrosa, sobre todo cuando vemos que quienes toman las decisiones no están pensando en el mejor interés de la mayoría…

Habrá alguna agenda oculta? Algún plan oscuro del que no tenemos idea? Es todo una fantasía? Nos resistimos a la evidencia? Y si dejáramos las creencias de lado para ver que simplemente pasa lo que pasa, sin ningún tipo de color o sabor? Nah, dirán muchos, es demasiado aburrido, hay que ponerle drama y seguirnos distrayendo! Al fin y al cabo, es lo que mejor hacemos, no?