Esta es rápida y concreta: ayer había un partido de fútbol supuestamente importante. Ganó el equipo local. Histeria colectiva. Celebraciones. Olvido por unas horas o días de lo que está pasando en realidad. Primas millonarias para los integrantes de un equipo que no saben qué significa no poder llegar a fin de mes. No les quito mérito: correr casi 10 kilómetros a un ritmo frenético para darle patadas a un balón debe tener su ciencia. Envidio su estado físico, pero nada más, porque el ser descalificado a los 35 años por estar “viejos” no me parece la mejor manera de acabar una carrera.
Nadie quiere pensar en lo que está pasando. Es más fácil entregarse a la droga colectiva. Pan y circo, decían los antiguos romanos. Mejor eso que asustarse por lo que viene en breve, cuando las prestaciones de esta falsa sociedad del bienestar se acaben y la gente recuerde de la manera más dolorosa posible que realmente no tiene nada y que es esclava de una deuda de por vida.
Vienen malos tiempo, pero para qué pensar en ello? Mejor distraigámonos a ver si por arte de Birlibirloque todo se soluciona sin que tengamos que hacer nada. Total, como decía Homer Simpson: Para eso escogemos a los políticos, para que no tengamos que pensar por nosotros mismos…