Hace un par de semanas terminé de leer (en inglés) el último libro que se ha traducido del japonés de Haruki Murakami. La historia, situada en Tokyo, transcurre entre las 12 de la noche y las 6 de la mañana de un día cualquiera, y describe una pequeña parte de ese mundo paralelo que cobra vida cuando la mayoría de los mortales duermen a pierna suelta.
Los personajes, a diferencia de todo lo que he leído hasta ahora de él, son bastante anodinos y sin fuerza, debido, creo, a que la historia es bastante corta (el libro no llega a las 200 páginas). Pero no por esto dejan de aparecer los mundos paralelos surrealistas que tanto gustan y caracterízan a este escritor japonés. Sus señas de identidad están claras: individuos con una “doble vida”, desconfianza y sufrimiento, esa andadura catártica por la vida, buscando siempre la razón primigenia de la existencia y una descripción con gran lujo de detalles de todo lo que ocurre. La música también está muy presente, como en todas sus demás obras.
Me gustó mucho la descripción de ese “cansancio” crónico de una de las protagonistas, al ver que su vida vacía no va a hacia ninguna parte, traducido en un sueño profundo y casi ininterrumpido que se prolonga en el tiempo. Creo que muchos nos identificamos con esa sensación de querer dormir y no despertar, ante la vacuidad de la existencia. La brutalidad e impunidad del agresor de la prostituta china contrasta con la disciplina y orden extraño que imprime a su vida. Un sociopata consumado. Me resultó curioso su hábito de trabajar durante la noche y hacer ejercicio físico a oscuras, para no verse con su familia en la mañana. Me resultó familiar y muy identificable con una época no muy lejana de mi vida.
Sin embargo, después de terminar con un final bastante descafeinado, me quedó la impresión que este relato habría podido ser más un cuento incluído en un recopilatorio, que una historia por si misma. El desenlace no deja nada a la imaginación, el simbolismo del final de la noche acaba con todas las expectativas de resolución o liberación, tan características de las obras de Murakami, y la sensación es como si faltara algo más, como si la historia no hubiese terminado de contarse.
No me parece un libro representativo o imprescindible para los seguidores más incondicionales, pero se deja leer y nos permite introducirnos en su universo particular de manera fácil, aunque no del todo cómoda.