Esta “anécdota” me ha hecho reir y a la vez pensar en la fuerza casi infinita e incontrolable del sexo, en los efectos de la abstinencia forzada y en la picaresca para burlar las trabas que impidan llegar al anhelado premio. Juzguen ustedes:
Un caballero se va a las cruzadas, y se despide de sus familiares y amigos diciéndoles: âComo vuestras mercedes saben, me marcho a luchar a Tierra Santa para mayor gloria de la cristiandad, y es muy posible que no vuelva. Esta es la llave del cinturón de castidad de mi esposa; si pasaren 10 años sin que supiereis nada de mÃ, tened la bondad de dárselaâ?. Apenas ha cruzado la puerta del castillo, un sirviente sale corriendo y le grita: âDon Pedro, noble Señor, gracias a Dios que os he alcanzado, nos habeis dado la llave equivocada…â?