Hace unos días se cumplió el plazo de “aislamiento voluntario” al que me sometí. La experiencia fue interesante, y creo que la conclusión más importante fue que el (mi) mundo no se paró ni se acabó por no estar enterado al minuto de todos y cada uno de los acontecimientos (la mayoría sin importancia) con que nos bombardean a diario periódicos, televisión, radio, e internet. Es más, me atrevería a decir que pude relajarme bastante al no tener que preocuparme por estar a la última todo el tiempo. La sensación fue muy parecida a la que experimento cuando viajo y desconecto de la realidad local por un tiempo. Cuando vuelvo, me entero, de una u otra forma, que han pasado cosas y puede que me sienta un poco desorientado por un momento, pero al final si necesito enterarme de algo, lo puedo hacer asincrónicamente.
Por último, he comprobado que puedo reducir la dosis de información que recibo a diario sin consecuencias de ningún tipo, y además que me gusta! Puede que lo haga más a menudo o permanentemente…