Como siempre, la vida con sus giros inesperados, nos sorprende sin parar. Cuando creemos que tenemos controlada la situación, se oye a lo lejos una carcajada sutil y un momento después todo salta por los aires, dejándonos nuevamente en la casilla de salida, aturdidos y completamente desorientados.
El tratar de entender lo que pasa y sobre todo, sus supuestas razones, es tarea imposible. El asunto es que casi siempre ciframos nuestras esperanzas en que el comprender es la clave para desenmarañar el enredo. Y lo que suele suceder es precisamente todo lo contrario. Por otro lado, de qué sirve el supuesto dilucidar cuando la situación no se resuelve por saberlo?
Tal vez el enfoque práctico de navegar con la corriente de lo que ocurre e ir analizando las opciones para elegir la mas adecuada, tocando “de oído”, puede ser mas útil y darnos una perspectiva mejor. Sin embargo, cuando por fin se acepta que el nivel de incertidumbre de todo lo que nos rodea es tan inconmensurable, incluso más allá de lo que nos parece tolerable, es cuando parece que las cosas se ven menos “peligrosas” e “inmanejables”.
Al fin y al cabo, como se lo digo a quienes tengo cerca: Todo es Oportuno, así no podamos o no queramos verlo de esta manera. El rompecabezas cósmico tiene un orden que no nos alcanzamos a imaginar y menos interpretar, lo cual no significa que no exista y que no tenga un sentido definido, así no podamos percibirlo con nuestros sentidos eficientemente aturdidos por los infinitos filtros que con tanto cuidado y celo hemos ubicado frente a ellos por años y años, para no incomodarnos con la verdadera realidad que tenemos en frente…