Anestesia General

Esta es rápida y concreta: ayer había un partido de fútbol supuestamente importante. Ganó el equipo local. Histeria colectiva. Celebraciones. Olvido por unas horas o días de lo que está pasando en realidad. Primas millonarias para los integrantes de un equipo que no saben qué significa no poder llegar a fin de mes. No les quito mérito: correr casi 10 kilómetros a un ritmo frenético para darle patadas a un balón debe tener su ciencia. Envidio su estado físico, pero nada más, porque el ser descalificado a los 35 años por estar “viejos” no me parece la mejor manera de acabar una carrera.

Nadie quiere pensar en lo que está pasando. Es más fácil entregarse a la droga colectiva. Pan y circo, decían los antiguos romanos. Mejor eso que asustarse por lo que viene en breve, cuando las prestaciones de esta falsa sociedad del bienestar se acaben y la gente recuerde de la manera más dolorosa posible que realmente no tiene nada y que es esclava de una deuda de por vida.

Vienen malos tiempo, pero para qué pensar en ello? Mejor distraigámonos a ver si por arte de Birlibirloque todo se soluciona sin que tengamos que hacer nada. Total, como decía Homer Simpson: Para eso escogemos a los políticos, para que no tengamos que pensar por nosotros mismos…

El síndrome de la mosca

Este título suena un poco extraño, pero todo tiene una razón de ser. Es de todos conocida la complicada situación mundial, fruto de un gran cúmulo de decisiones poco acertadas, por emplear un eufemismo, del pasado. Todos somos partícipes en mayor medida de lo que está pasando, sea porque ha habido que apretarse el cinturón, perder el empleo, ver como las ventas caen en picado, desbandada de clientes, aumento de los impagados, etc., o porque se está del otro lado: tomando las decisiones. Sin embargo, en este pintoresco país donde vivo hace tiempo, hay cosas que no cambian, y temo que ni cambiarán en el futuro próximo…

Hoy ha sido un día un poco raro. Por una parte, la mañana fue altamente productiva porque pude sacar muchos de mis pendientes adelante, y por otro, porque me doy cuenta, una vez más, de la fuerza casi infinita de la inercia, o mejor dicho, de la estrategia de la avestruz llevada a los extremos más inconcebibles. Lean y juzguen ustedes:

1. Llamo para alquilar una furgoneta el fin de semana a una empresa local. Después de varios timbrazos, alguien contesta.

– Dígame? (a lo que, aún después de todos estos años, todavía tengo la tentación de responder “me”…).

– Buenas, es la empresa XYZ?

– Si.

– Mira, es que estoy interesado en alquilar una furgoneta para el día…

Y aquí viene lo inconcebible. Me corta en seco y me suelta esto, para los anales del mal servicio:

Podría llamar más tarde? Es que estoy con un cliente…

Me quedé completamente desubicado. Y yo que soy, un monigote en la pared? Hay tecnología que permita detectar, por el tono de voz, que soy o no un cliente que vale la pena? Evidentemente, no llamaré de nuevo allí jamás… El problema es que la gran mayoría de gente SÍ seguirá llamando, porque “así es como funcionan las cosas, no?”. Nadie aprende, siguen estrellándose una y otra vez con el cristal. Será que lo que está ocurriendo a nivel mundial podrá actuar de revulsivo, aunque deje muchas “víctimas” por el camino? Mi parte optimista dice que si, la negativa, que es la que casi siempre tiene razón por desgracia, que no…

2. Luego de haberme repuesto de la experiencia, salí a la calle a realizar algunas gestiones y pequeñas compras en el barrio. Veo que está completamente inundado de pintadas, graffittis o como se llame, de “Huelga General”. Hay volantes, pegatinas o calcomanías, pasacalles y toda una plétora de medios publicitando la protesta de marras. Lo primero que se me vino a la cabeza fue “Qué esfuerzo tan grande de tiempo y dinero para montar esto. Quien lo habrá hecho?”. Cuando me acerqué a leer uno de los carteles, me encontré con lo de siempre “Queremos mejores salarios, estabilidad laboral, prestaciones, etc., etc., etc.”. Nada nuevo bajo el sol. Es decir, sigamos perpetuando el sistema que nos ha traído hasta aquí para aguantar unos pocos años más y volver a lo mismo.

Todos quieren ganar y tener más, para sobre todo, poder pagar la hipoteca, cruz de todos y cada uno de los habitantes de esta tierra, donde la meta última de la existencia es tener una casa, cueste lo que cueste (literalmente), sin importar dejar sin opciones el futuro de familiares, hijos o quienes hayan tenido la mala fortuna de servir de fiadores o participar de alguna manera en la operación (con la posible excepción de los bancos, claro).

Se me ocurre una cosa: que pasaría si la huelga o protesta fuera realmente efectiva? Es decir, dejar de protestar por protestar y tomar medidas que ataquen la raíz del problema? Por ejemplo, cual sería el efecto de un impago masivo de las obligaciones crediticias, sean hipotecas, préstamos personales, tarjetas de crédito y similares, a los bancos? No hablo de 10 ó 100 personas. Hablo de un levantamiento a nivel país o global. No hace falta ser muy inteligente para darse cuenta que el sistema financiero se estrellaría estrepitosamente para no levantarse nunca más.

Pero no. Iluso de mí! Todavía hay miles de estúpidos que creen que se irán al infierno (a la perdición o como se llame) si no cumplen con sus obligaciones. Las deudas generadas por este sistema, secundado por la ignorancia y la urgencia de muchos, además de generar cada vez más desigualdad y pobreza, se han convertido en una nueva forma de esclavitud, con la ventaja, para los “amos”, de no tener que pagar manutención ni alojamiento a sus esclavos. Se imaginan que harían los bancos sin su flujo de caja? Creen ustedes que podrían ejecutar a todos los morosos? No tendrían ni dinero ni abogados suficientes para hacerlo.

Lo malo es que, con tantos años de condicionamiento para que pensemos que la única manera de generar riqueza es moviendo dinero, es muy difícil salir de la zona gris en la que nos hayamos. También hay soluciones intermedias: el dejar de usar tarjetas de crédito y medios de pago similares, recurriendo nuevamente al efectivo, les pondría en situación comprometida. Con un pequeño esfuerzo de todos, podríamos comenzar un cambio que, alcanzada la masa crítica, daría la vuelta a la situación y nos conduciría a una realidad más justa y con menos dependencia.

Pero bueno. Son sólo ideas. Soñar, afortunadamente hasta ahora, sigue sin costar nada…

Muy pequeños…

En esta secuencia de fotos se ve el centro de la Vía Láctea mientras cruza el firmamento grácilmente durante una noche de insomnio y asombro. Somos muy, muy pequeños, pero a veces lo olvidamos y creemos que podemos influir como dioses en el devenir de la vida. Una buena forma de recordar donde estamos…

Atlas Profilax (V)

Finalmente, la semana pasada no pude ir a Barcelona a efectuar la visita de control por temas logísticos. Sin embargo, noto que la curva de “acción” de la terapia de alguna manera se ha aplanado: en otras palabras, los beneficios o consecuencias no son tan aparentes como antes. Mi postura, aunque mejor, al parecer ha ido regresando un poco a la posición anterior, es decir, los hombros recogidos sobre el pecho. A pesar de haber cambiado de colchón y almohada, todavía tengo algunas molestias en la espalda, aunque no con la intensidad de antes, pero que no han desaparecido. Por lo demás, no hay más cambios reseñables que valga la pena mencionar. Es como si el cuerpo estuviera en un estado de “meseta”, aunque no descarto nuevas manifestaciones en el futuro, dadas las recomendaciones y comentarios de la Atlas Prof responsable de la terapia. Amanecerá y veremos…