Sin palabras…
De improviso
Como parte de mi “terapia de desintoxicación mental”, esta tarde me voy a Granada, tal y como lo había contado hace unos días. Lo mejor, aunque a algunos les parezca algo normal, es que no he tenido la necesidad de planificarlo todo minuciosamente, con semanas de antelación y cuidando hasta el último detalle, costumbre muy arraigada en mi, que como muchos otros, veo el control como una forma de seguridad.
El próximo paso será irme a un aeropuerto o estación de bus/tren y tomar el primero que salga! Pero vamos poco a poco… Por ahora, nos vemos a la vuelta.
Placeres Simples
El otro día escribía que muchas veces enfocamos todas nuestras energías hacia la consecución de ciertos objetivos que nos parecen correctos, pero que en realidad muchos de ellos han sido impuestos por la sociedad (un buen trabajo, un sueldo alto, un buen coche, la pareja perfecta, la casa de ensueño, con jardin y perro, el poder y el éxito, etc.), y la mayoría de las veces nos dejamos llevar sin oponer demasiada resistencia, porque creemos que es “lo que hay que hacer”.
He tenido la oportunidad de vivir de primera mano muchos de ellos, y al final me he percatado que cuando pasan la emoción y alegría iniciales, se convierten en hechos del pasado, carentes del sentido que les dimos cuando comenzamos a tratar de obtenerlos. En particular, la experiencia con el dinero ha sido una especie de montaña rusa: cuando no lo tienes, quieres tener mucho, y cuando comienzas a disfrutarlo, el tener más se convierte en el nuevo objetivo, pero el grado de satisfacción no aumenta de la misma manera, contradiciendo aquel principio económico de la insaciabilidad: el tener más no implica necesariamente ser más felices o disfrutar en mayor medida. Y comencé a pensar que a pesar de ser necesario, el dinero nunca nos permite acercarnos a nosotros mismos de manera honesta y sincera, principalmente porque lo destinamos en la mayoría de las ocasiones, a satisfacer necesidades ajenas (impuestas) o por nuestro afán de compararnos con los otros y “ser mejores”.
A que viene todo esto? A una cosa muy concreta: el recuperar los pequeños placeres de la vida satisface mucho más y no tiene precio, pero lo olvidamos frecuentemente gracias a la idea preconcebida de que lo exterior es más importante que lo interior.
Hoy estuve tomando un refresco con un amigo al que no veía hacía mucho (Alberto: lo tenemos que repetir más a menudo y sin prisas!) y luego de despedirnos, me puse en marcha. Por el camino decidí que quería dar un paseo y estuve pedaleando sin pensar en nada durante casi una hora, sintiendo el esfuerzo de mis músculos y el aire en la cara. Al final, aparqué la Beixo y me senté en un banco a contemplar el rio que pasa cerca a mi casa, cómo se mecían los árboles con el viento y la gente que pasaba por allí. Volví a casa lleno de energía y con una sensación de tranquilidad fantástica. Y todo esto no me costó absolutamente nada…
Las primeras 48 horas
10:30 AM. Heme aquí, como casi todos los días, en frente de la pantalla. Como dije antes, todavía tengo la sensación de que tarde o temprano volveré a mi rutina diaria de levantarme, aseo y vestimenta y luego al trabajo. Lo primero que se me viene a la cabeza es que es realmente dificil desconectar y “bajar de revoluciones”, es decir, sigo pensando en las mil y una cosas que podría / debería / me gustaría hacer cada día.
Supongo que ahora soy un poco más consciente de las circunstancias y me dejo estar. Por eso, y a pesar de que mi casa esté un poco patas arriba y de las múltiples ocupaciones que me he inventado en estos dos días, lo que más tiempo me ha consumido ha sido la Nintendo DS! Hace mucho que no me dejaba “absorber” por el mundo de fantasía de un juego (en este caso The Legend of Zelda: The Phantom Hourglass), sin prisas y disfrutándolo, sin querer terminarlo de golpe. Me he reido mucho al darme cuenta que estoy “oxidado” y que me cuesta bastante más que antes resolver los acertijos que me voy encontrando en el transcurso de la aventura, más teniendo en cuenta que llevo jugando (en general) más de 20 años…
Me gusta que haga buen tiempo. Creo que el sol da alegría y esperanza. Aunque los días frios o lluviosos también tienen su encanto, creo que en este momento necesito mucha luz. Podría ir a volar (y estrenar una cometa que acabo de comprar, además del cerdito que mis compañeros me regalaron amablemente en mi despedida) pero no quiero hacer nada por obligación. El doctor Kawashima dice que cuando nuestro cerebro detecta que algo “tiene” que hacerse, pierde el interés y puede incluso resultar contraproducente, incrementando los problemas asociados a la edad y a la falta de uso, así que mejor no tentar al destino…
Por otra parte, y siendo fiel a mis principios geeks, me he comprado un bonito móvil nuevo, que hasta ahora estoy conociendo. Tiene tantas cosas que creo que pronto encontrare el botón / menú para decirle que saque al perro que no tengo y que me ponga una copa… Lo mejor de todo es que no es el último de lo último y los problemas o pegas que pueda tener están bastante identificados, además de tener un coste razonable. Eso de pagar por el “privilegio” de tener lo más nuevo a veces (casi siempre) sale muy caro.
Qué viene ahora? Hoy cine por la tarde con posiblemente un paseo por el parque y poco más. La próxima semana me voy a Granada, un sitio que siempre he querido conocer. Lo mejor de todo es que el viaje surgió espontáneamente y no hubo necesidad de pensarlo y repensarlo tantas veces. Me gusta eso de estar rompiendo paradigmas, así me sienta un poco descolocado…
A wild new world
Como habrán podido notar, he tenido este lugar un tanto descuidado desde la semana anterior, básicamente porque no he parado de hacer cosas, y porque los últimos siete días han sido especialmente intensos en todo sentido. Pero vayamos por partes.
Hace varios meses tomé la decisión de no aplazar más uno de esos planes que venía acariciando desde hacía mucho pero que por una u otra razón, no había podido o querido llevar a cabo. Era algo así como el “Santo Grial” de mis metas, y hoy, 1 de abril de 2008, puedo decir con satisfacción que finalmente me he atrevido y comienzo un periodo sabático de duración indeterminada, para dedicarme única y exclusivamente a mis proyectos personales.
Para mi es un punto de inflexión importante que marcará un antes y un después, tanto en mi vida personal como profesional. Atrás quedan los días del trabajo como medio de aceptación social e indicador del nivel de “éxito”, olvidando lo más importante: el disfrute y la pasión por lo que se hace.
Vengo de un año lleno de noticias tristes y preocupantes, y creo que es el mejor momento para ver las cosas con otra perspectiva y “dejarme estar”, asimilando lo que la vida pueda traerme de una forma distinta y más abierta.
Confieso que me siento un poco desubicado en la nueva situación (hasta este momento nunca había estado sin trabajar), sobre todo porque todavía tengo la sensación de que estoy “de vacaciones” pero que en algún momento del futuro cercano volveré al trabajo. Supongo que con el tiempo este sentimiento irá dejando paso a vivir cada momento tal y como venga, sin tantos planes o “normas”, esas que nos sirven para que nuestro mundo tenga coherencia y un cierto sentido del orden. Curioso, por fin tengo tiempo para darme tiempo!
Por lo tanto, a partir de ahora los contenidos de esta web cambiarán un poco y el foco serán mis experiencias y sensaciones en esta nueva condición de disfrute de uno de mis sueños. Por supuesto seguiré escribiendo sobre los temas que me interesan, pero incidiré mucho más en mi propia visión del mundo y lo que pasa en él.
Así que para los que me quieran seguir acompañando o para aquellos que acaban de llegar, espero que este nuevo camino les inspire, les haga reir y reflexionar de manera un poco menos seria sobre lo que hacemos sobre este pintoresco planeta… Y listo o no, allá voy!