Acabo de ver en un periódico dos noticias que aparentemente no están relacionadas, pero que, gracias a mi mente perversa, se han asociado de la manera más extravagante. Por un lado, aparece una nota que habla de que será posible preservar especies vegetales en peligro, o árboles centenarios, mediante su clonación. Muy bien! pensé, pero en cuanto levanté la vista, me encontré con un titular que hablaba de la incautación de no sé cuantas toneladas de hachís. Lo ven? Los traficantes estarán frotándose las manos: procesados de las mejores variedades en cantidades ilimitadas. No es “fantástico”? (nótense la comillas, por favor).
Todo o Nada
A veces me pregunto por qué la vida nos obliga en la mayoría de los casos a tomar decisiones radicales. Por qué casi nunca hay espacio para los términos medios. Si bien es cierto que el decidir siempre implica perder algo, casi nunca tenemos la opción de optar por alternativas que nos dejen un buen sabor de boca. Lo paradójico de esto es que, cuando se toman decisiones que parecen satisfacer a las partes, siempre se presentan abusos o interpretaciones de conveniencia por parte de alguno de los afectados. Y es ahí cuando las opciones absolutas aparecen como la única opción disponible. También es bueno recordar que todas las situaciones son distintas y que las opciones muchas veces dependen del entorno cultural, los medios disponibles, el estado de ánimo, la gravedad o inmediatez con que se deba resolver el problema, y muchas otras variables. Lo más triste es que, cuando se ven las consecuencias de la tendencia absolutista, casi nunca se reacciona como es debido. Los resultados pasan por rencores, odios y el consabido “yo sé que tengo la razón, pero…”. Recuerdo lo que me decía mi padre muchas veces: Nadie aprende en cabeza ajena.
La vida contra el reloj
No hay mucho más que añadir a este artículo de Charo Nogueira en el diario El Pais de hoy. A ver si vemos medidas efectivas para paliar o eliminar este problema (léase, a ver si estos señores entran en razón de una vez por todas…)
“Cuando Europa duerme, España cena y ve la televisión. Cuando más allá de los Pirineos los trabajadores concluyen su jornada laboral y regresan a casa, muchos españoles terminan la comida de trabajo y vuelven a la oficina. El horario vital español, retrasado desde la posguerra, está marcado por una jornada laboral a menudo partida, con largo paréntesis a mediodía y con frecuencia más larga de lo acordado (la prolonga el 44,7% de los trabajadores, según el CIS). Una jornada que dificulta tener vida personal o familiar más allá de la laboral. El Parlamento estudia ya el problema, que además del estrés y la angustia, acarrea consecuencias como la desestructuración familiar y el fracaso escolar.
Oficinas con la luz encendida a las nueve de la noche, abuelos y niñeras en la puerta del colegio con los críos de la mano, sobremesas hasta las cinco de la tarde. El horario español, marcado por jornadas de trabajo a menudo largas y discontinuas, provoca una cosecha de ojeras, agotamiento, falta de tiempo propio y un dilema frecuente: ¿se trabaja para vivir, o se vive para trabajar?
“Lo segundo”, responde sin dudar la diputada del PP Carmen Quintanilla. “Vivimos sin poder educar a nuestros hijos por falta de tiempo y sin vida personal”, plantea esta parlamentaria que ha llevado el problema a los escaños. Gracias a su iniciativa, respaldada por unanimidad, acaba de arrancar en el Congreso la Subcomisión de Adecuación de Horarios. Una docena de diputados escuchan ya las opiniones de los expertos (unos 50, hasta el próximo verano). Su objetivo es analizar los horarios españoles, especialmente los laborales, y emitir recomendaciones para mejorar la conciliación entre trabajo, familia y vida personal.
Para algunos especialistas, la receta pasa por adoptar el ritmo vital europeo (comer antes y en menos tiempo y acostarse más pronto), pero hay quien defiende la excepción cultural del irse a la cama tarde, alentada por el clima y la sociabilidad. Pero unos y otros tienen en el punto de mira la jornada laboral, determinante de los ritmos vitales, y la falta de armonía, por ejemplo, entre horarios laborales y escolares. La cuestión se considera mucho más relevante en las empresas privadas (de los 19,1 millones de ocupados, 2,4 millones son funcionarios, en general con mejor horario) y en las ciudades, donde hay que dedicar mucho tiempo al transporte.
Horario “eterno”
“El problema de los horarios españoles son las jornadas eternas. No comemos a las doce, como en Europa, sino a las tres, y hacemos una pausa muy larga. Acabamos de trabajar entre las nueve y las diez de la noche”, plantea Nuria Chinchilla, de la escuela de negocios IESE (vinculada a la Universidad de Navarra). Esa hora tan tardía se debe en gran medida a la prolongación de jornada. El 44,7% de los trabajadores españoles la alarga habitualmente (la mitad, sin compensación por ello), sobre todo por sobrecarga de trabajo, según el Centro de Investigaciones Sociológicas (barómetro de mayo pasado). De cada diez empleados que prolongan su jornada, seis preferirían evitarlo (véase gráfico).
“La gente cree que hace carrera por estar en la oficina más horas de las que marca su jornada, y eso en algunas empresas es una realidad. Sin embargo, las compañías deben ver el lucro cesante que suponen esas jornadas tan largas, porque la gente se queda sin otra vida más allá de la laboral, y eso no es rentable. Además, nuestra productividad es de las más bajas de Europa”, plantea Chinchilla, convocada por la subcomisión. “Debe cambiar la cultura empresarial. Si no, la gente está agotada y no se compromete con el trabajo, se limita a sobrevivir”, añade. “O mejoramos los horarios y conciliamos, o vamos al suicidio, como demuestra la baja natalidad”.
La patronal CEOE tiene una postura definida: “Los avances en conciliación no se pueden abordar de manera generalizada, dadas las peculiaridades de cada sector. Deben implantarse en el marco de la negociación colectiva. También se deben proteger las necesidades de las empresas y su competitividad”.
Peor para las mujeres
Los sindicatos replican. “Las empresas piden cada ver una mayor disponibilidad y flexibilidad a los trabajadores, con jornadas cada vez más incompatibles con la vida personal”, plantea Rita Moreno, de la secretaría de Acción Sindical de CC OO. “Se prolongan por mala organización, por hacer méritos o por no contratar a más gente”, afirman en el Gabinete Técnico de UGT. “Los horarios machacan la vida de los trabajadores, y esto afecta sobre todo a las mujeres”, añaden.
Incorporadas masivamente al mercado laboral, las trabajadoras llevan el peso doméstico. Y ello, con unos horarios “incompatibles con el nuevo modelo familiar de padre y madre trabajadores”, según la catedrática Constanza Tobío, de la Universidad Carlos III. “También hay que avanzar en el reparto equitativo de las tareas domésticas y establecer más servicios de cuidado, por ejemplo de los mayores”, apunta la diputada socialista Lourdes Muñoz, miembro de la subcomisión.
En ese foro ha aportado su visión Maria Gloria Llàtser, directora de una empresa dedicada a elaborar planes de conciliación para otras, Optimiza. “La Administración debe legislar y crear servicios de atención a las personas dependientes. En los hogares hay que avanzar en la corresponsabilidad. Las empresas deben cambiar su cultura, y los trabajadores, atreverse a pedir medidas de conciliación previstas en las leyes. Son pocas, pero apenas se utilizan por miedo a ser mal vistos o a no hacer carrera”, asegura. Preconiza la mejora de la gestión del tiempo en el puesto de trabajo. “Como se sale tarde, no se empieza la jornada al 100%. Hay que tener tiempo para trabajar, no sólo para apagar fuegos. Eso mejora la eficiencia y la productividad”.
Llàtser advierte de los efectos de la falta de conciliación, un enemigo de la competitividad: “El estrés y la agresividad que genera es uno de los grandes problemas de nuestra sociedad. Tiene efectos en la desestructuración de las familias y el fracaso escolar de los hijos”.
Más sobre Revolution
Esta semana han comenzado a aparecer noticias y páginas web especializadas con información técnica y detalles algo más precisos sobre la nueva consola de Nintendo, llamada Revolution. Como sabrán, desde que se anunció la siguiente generación de consolas, de la que menos se sabe es precisamente de la nueva criatura de los creadores de Mario. Desde hace algunos meses, hay sitios que hablan de la PS3, y como no, de la Xbox 360, que ya ha salido al mercado (con varios problemas, por lo que he podido saber).
Lo que más me ha llamado la atención son dos cosas: el control (del que ya hablé en una historia anterior), que al parecer promete muchísimo para dar más realismo a la experiencia de juego, atrayendo a la vez a personas que no se atrevían antes a tocar un “cacharro” de estos, por su aparente complejidad, y la campaña intensiva del fabricante para quitarle peso a la potencia de la máquina, que ya se dice, no competirá directamente con las sucesoras de la PS2 y la Xbox, sino que se centrará en crear juegos más familiares e interactivos, sin por esto descuidar el aspecto gráfico (que dicho sea de paso, siempre me ha parecido mejor que en las otras máquinas de la actual generación a la que la Gamecube pertenece). Por otro lado, Revolution podria salir al mercado con un precio de venta bastante inferior a las de sus competidoras, estando en el rango de 99 a 150 euros por unidad, sabiendo que la Xbox 360, la única que está ya en el mercado, cuesta alrededor de 400 euros.
También se dice que, a pesar de contar con un hardware más avanzado que la Gamecube, no soportará imágenes de alta definición, como supuestamente lo hacen las otras, aunque se aumentará significativamente la calidad de los gráficos al contar con 4,7 Gb de almacenamiento por disco de datos, en lugar de los 1,5 actuales. La compatibilidad con los juegos anteriores está asegurada, y lo más interesante, se podrá tener acceso a 5 generaciones de juegos de Nintendo a través de la conexión a sus servidores que estará disponible via WiFi. Al parecer, los equipos de desarrollo de las distintas casas de software están completamente volcados en el desarrollo de juegos adaptados a las nuevas características de Revolution, por lo que seguramente la oferta de títulos disponible en su lanzamiento será previsiblemente mejor que la de la Xbox 360.
De lo último que me he enterado (hace pocos minutos) es que la gente de MTV fue invitada a un encuentro organizado por Nintendo en Nueva York, para demostrar las habilidades del nuevo mando. Las impresiones fueron buenas, como puede verse en este artículo, aunque falta ver la aplicación real de la tecnología en los juegos nuevos y existentes. Por ahora, habrá que esperar hasta la primavera de 2006 para el lanzamiento de este nuevo juguete, que, lo admito, cada vez pica más mi curiosidad.